No te preocupes por el oro,
laurel de mi corazón.
Me importa más la verdura de tus hojas,
y cómo me envuelven con ternura,
y tus raíces en mi pecho
ramificándose por mis venas.
Me importa más tu tallo de amor puro
que cualquier piedra preciosa
que puedas ofrecerme.
Laurel de mi corazón,
triunfo de mi existencia,
no pienses en los dones de los otros,
sino en los tuyos,
porque estos son los que quiero que me des,
porque eres tú a quien quiero.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
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Pues sí, son palabras de consuelo.
ResponderEliminarEs precioso, peqe, me encanta.
Tú sí que eres mi piedra preciosa.
Te quiero, te quiero, te quiero
Buen poema, Rafa. Enhorabuena. La imagen de la segunda estrofa es preciosa, me ha encantado, sobre todo la de las raíces ramificándose por las venas :)
ResponderEliminarUn abrazo y ¡feliz Navidad!
Qué bonitas cosas le dices a tu laurel ;)
ResponderEliminarFelices Fiestas, Rafa!
Besotes.
Gracias, gracias, gracias, chicos!
ResponderEliminarMuñequita mía, sabía que captarías el mensaje. Te quiero!
Quique, me halagas y ruborizas. Un grandísimo abrazo, amigo!
Espe! Gracias a ti también, cuñadita mía!