Tanto un suceso como otro provocan incertidumbre en los ciudadanos, que no saben a qué acogerse. La Función Pública se ve desprestigiada por culpa de unos gobernantes que no tienen escrúpulos ni vergüenza a la hora de cometer actos delictivos para su propio beneficio. La empresa privada, por su parte, se convierte en víctima del sistema que le proporciona el sustento, que no es otro que la economía capitalista. Los más perjudicados por ambas situaciones son, respectivamente, los contribuyentes y los pequeños inversores, o lo que es lo mismo: los que menos culpa tienen, o sea, ninguna.
También es cierto que no se puede comparar un caso con otro, puesto que, en el primero, el de los falsos EREs, se trata de un gravísimo delito de corrupción política, mientras que, si una empresa llega a una situación de bancarrota, esto no constituye ningún delito, sino, simplemente, un error de cálculo debido a una inversión fallida (la especulación es lo que tiene: o se gana o se pierde).
Visto lo visto, ¿con quién nos quedamos? ¿Con papá Estado o con papá Mercado? Cuando los que llevan las riendas de uno y otro son corruptos y/ o incompetentes, y, miremos donde miremos, nos encontramos los mismos fraudes y las mismas mentiras sufragadas con nuestro dinero para benefico ajeno, lo mejor que podemos hacer es salir huyendo o pegarnos un tiro en la cabeza.
Tengo en cuenta las dos últimas opciones. Pero salir huyendo y pirarme a Italia, con el plan que hay allí, no termina de convencerme.
ResponderEliminarY si les pegamos a ellos, a todos ellos el tiro? En el culo, en la cabeza...
rafael donde dices que das clases de lengua?
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