- ¿Es que tú no lo sabes?- me responde con un tono como dando por hecho que yo, como filólogo, tendría que saberlo-.
- Tampoco sabía nadie quién era Orham Pamuk hasta que le dieron el Nobel, ¿no?
Y es esto, precisamente, a lo que me refiero: cada año, galardones tan importantes como el Premio Nobel y el Cervantes nos dan a conocer a escritores de quienes no hemos oído hablar en nuestra vida, y eso nos hace sentir que no somos dignos de esa cartulina que tenemos en forma de documento firmado por el Rey y por el Rector de la Universidad que certifica que hemos estudiado, precisamente, Filología Hispánica. El asunto del Nobel puede ser comprensible en nuestro caso, puesto que, si se lo conceden a un autor... finlandés, por poner un ejemplo, pues es evidente que nosotros no tenemos por qué conocer a ese señor. Pero cuando se dan casos como éste, en el que un autor en castellano sale a la luz y no tenemos ni idea de quién es, a algunos se nos cae la cara de vergüenza. Porque da igual que intentemos estar al día de todos los autores y de todas las obras, aunque sólo sea por nombres y títulos. La literatura es un objeto inabarcable, y los que no somos unos genios sólo podemos llegar a poseer un conocimiento parcial de la disciplina. Aunque tengamos el título de licenciados en filología.
Pues a otros no se nos cae ná. No me preocupa en absoluto. Hasta que no te lo den a ti, no me preocupa. He dicho.
ResponderEliminarYo tampoco lo conocía, ni a muchos tantos. No creo que en esto tenga nada que ver el título de filología. Depende del entusiasmo y de las ganas de aprender de cada persona. Personalmente, como filólogo, se me cae la cara de vergüenza de no haber dado a los grandes autores de la literatura en la carrera y sí de haber dado aspectos tan concretos que podrían ser motivo de tesis.
ResponderEliminarTengo una necesidad: abrazarte.
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