
¿A quién creemos? Uno no sabe a qué atenerse respecto a todos los acontecimientos que se están sucediendo en los últimos días. ¿Quién tiene razón? ¿Los controladores o el Gobierno? ¿Está implicada Marta Domínguez en la
Operación Galgo? Esto último, a mí, me importa bastante menos, porque yo no soy aficionado a los deportes. Pero entiendo que la ilusión de muchos amantes del deporte consiste en ver a sus ídolos encumbrados en lo más alto, y considero que la presunta implicación de la atleta española en la susodicha trama de dopaje está haciendo un daño, que puede ser irreperable, a su imagen pública y a su prestigio profesional y deportivo.
Volviendo al primer asunto, no paran de salir versiones de todo tipo, dando la razón a unos o a otros, según el color político, claro está. La última teoría que se ha publicado pertenece a las páginas La Gaceta, periódico vinculado a Intereconomía, según las cuales fue el Gobierno del PSOE, y no los controladores, el que decidió cerrar el espacio aéreo. Será por mis prejuicios ideológicos, pero yo no me creo esa maquiavélica versión de los hechos, y, mucho menos, viniendo la información de donde viene. Pero sí opino que el Gobierno está abusando del estado de alerta decretado. El Sindicato de Controladores ha manifestado su compromiso de no volver a alterar el tráfico aéreo durante las Navidades, y eso debería bastar a Zapatero y a José Blanco. Los controladores aéreos saben que han cometido un error y no van a tropezar de nuevo en una piedra tan grave como la que les ha hecho caerse.
Tampoco sé de quién es la culpa de que no se hayan convocado más plazas durante los últimos años para que haya más controladores aéreos y que, en consecuencia, los que están ahora trabajando, se beneficien de las descargas horarias que necesitan para desestresarse y, también en consecuencia, sus salarios no sean tan desproporcionados con los del resto de empleados públicos... y no públicos.
Como están diciendo muchos últimamente, y no les falta razón, lo cierto es que no hay que creerse la mitad de la mitad de lo que nos cuentan los medios de comunicación. Pero de ninguno,¡ eh! ¿O es que ahora va a resultar que Intereconomía tiene la razón y que El País y Público mienten, o viceversa? Evidentemente, si tengo que elegir entre uno y otro, me quedo con el que es más afín a mis ideas, igual que cualquier persona. Pero también es cierto que todos nos dan la información sesgada, recortada por el lado que más (o que menos) le interesa a cada uno. La imparcialidad no existe, al menos que los medios de comunicación sean dirigidos por máquinas sin pasiones ni sentimientos.