BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











viernes, 30 de diciembre de 2011

¿"Comunidad de Madrid" o "Aguirre y Asociados S.L."?

La señora Esperanza Aguirre está convirtiendo en una empresa privada la Comunidad Autónoma que preside. Su obsesión y afán desmesurado por acabar con el sector público están surtiendo el efecto de dos legislaturas de Reagan y Thatcher juntas, y esto es algo que asusta, sobre todo si Rajoy decide tomar su ejemplo como modelo de gestión para todo el Estado.

Lo de reducir el sueldo a los funcionarios cuando se den de baja por enfermedad, ya es el colmo. Una cosa es tomar medidas contra el absentismo laboral, que existe y que es una vergüenza que se produzcan. Pero una cosa es eso, y otra, muy distinta, es suprimir uno de los derechos laborales más importantes, aquel que nos da cobertura ante cualquier tipo de eventualidad, como el hecho de caer enfermos, que es la más frecuente. La señora Aguirre pretende trasladar al sector público todas las precariedades, arbitrariedades y despotismos que el sector privado pone al servicio del empresario para explotar s sus trabajadores. Y, todo ello, con la excusa de mejorar la productividad y agilizar todos los prodedimientos de gestión. Esto último, que concierne a la burocracia administrativa, no digo yo que no sea un aspecto susceptible de mejoría en el ámbito de la función pública, pero la cuestión de la productividad es harina de otro costal, y es lo que la señora Aguirre no entiende o no quiere entender. Porque pretender introducir en la función pública los criterios del mercado, especialmente en lo concerniente a la productividad, constituye una aberración que puede hacer mucho daño, como ya lo está haciendo, a la prestación de los servicios sociales básicos y al Estado de Bienestar en su conjunto.

La señora Aguirre se olvida de su propia condición de servidora pública y hace un flaco favor a aquelloe que ella misma representa a fuerza de desprestigiarse a sí misma como representante de los derechos de unos ciudadanos que la han elegido a ella para seguir siendo eso, ciudadanos, y no para convertirse en esclavos. Si la señora Aguirre tanto admira el mundo empresarial y el afán de enriquecimiento materialista que lo sustenta, que se vaya allí y deje paso a algún otro gobernante de su propio partido que realmente tenga vocación de servicio público (lo veo difícil) y no quiera convertir los votos de la ciudadanía en un cheque en blanco para convertir su cargo político en una vía de enriquecimiento personal.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Vergüenza propia y ajena

Sale Gasol en la tele tratando de concienciarnos sobre la desnutrición de los niños del tercer mundo. Dice que los mil primeros días son vitales para salvar a las pobres criaturitas de morir de inanición. Y, entonces, a mí me da la risa, pero no piensen ustedes mal, porque es de pura indignación. Porque esta clase de anuncios publicitarios me parece que se quedan en la simple intención de movernos al ejercicio de la caridad para aliviar nuestras conciencias, en vez de pretender atajar el problema de raíz ejerciendo una concienciación más sólida y creíble.

¿Los primeros mil días? ¿Cómo podemos ser tan hipócritas? Por un solo día que pase un niño sin comer ya se nos debería caer a todos la cara de vergüenza. ¿Cómo permitimos, en nombre de la decencia, que pasen millones de niños diariamente sin comer, y así hasta mil días, cuando no muchos más, incluso hasta la muerte? ¿Cómo que los primeros mil días son vitales? ¿Eso significa que pueden estar pasando hambre los primeros novecientos noventa y nueve días, porque todavía no se han muerto y aún los podemos salvar? Tamaña muestra de cinismo solo es posible encontrarla en una sociedad como la nuestra.

O todos moros, o todos cristianos: en defensa de Ana Botella

Eso es lo que dicen mis alumnos cada vez que creen que se ha cometido una injusticia con ellos. Porque no deberíamos escandalizarnos por ciertas cosas que hacen unos cuando las pasamos por alto si las hacen otros. Me estoy refiriendo al terreno de la política en general, y al nombramiento de Ana Botella como alcaldesa de Madrid, en particular.

Resulta que a todo el mundo le parece un escándalo que la mujer de Aznar haya alcanzado tan importante cargo político sin haber sido elegida democráticamente. Aparentemente, es reprobable, pero es que nadie puso el grito en el cielo cuando Griñán fue nombrado Presidente de la Junta de Andalucía a dedo por su antecesor, Manuel Chaves, que acababa de ser elegido Ministro de Política Interterritorial por Zapatero. Pues, en este caso, ha sucedido exactamente igual: el actual Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, ha sido llamado por Rajoy para liderar el Ministerio de Justicia, y Gallardón, haciendo uso de sus competencias, ha decidido que sea Ana Botella quien lo sustituya en el cargo hasta el momento desempeñado por él.

¿Que nos fastidia que sea la mujer de Aznar la que esté al frente de los asuntos de la capital de España? Eso no es excusa para someter a esta señora al linchamiento mediático que está sufriendo. En todo caso, el responsable de esto es Gallardón, y es él la persona a quien deberían ser dirigidas todas las críticas. Ana Botella es la beneficiaria... o la víctima, según se mire. Pero ella no tiene la culpa, ni de ser la mujer de Aznar, que tiene todo el derecho a estar casada y enamorada del expresidente del gobierno, y que, si se enamoró de él, será porque algo de bueno habrá visto en el presidente de FAES. Tampooc tiene la culpa de que Gallardón la haya elegido para el desempeño de tan importante cargo. Es más: yo creo en Gallardón, en su decencia e integridad personal y profesional. Y, si ha elegido a esta señora, será porque realmente cree que es la mejor persona para el desempeño de esa función. Otra cosa será cómo se vaya desenvolviendo en dicha práctica, y entonces, a medida que esto se lleve a cabo, llegará el momento de criticar sus errores, cuando los cometa, y elogiar sus aciertos, cuando estos se produzcan.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Las prioridades del nuevo gobierno del PP

“Nos debería dar vergüenza ser el país aliado que menos gasta en Defensa. Eso no puede ser”, ha declarado recientemente Pedro Morenés, el nuevo Ministro de Defensa. Efectivamente, tenemos muchos motivos para sentir vergüenza, pero no precisamente por gastar poco dinero en Defensa, a no ser que nuestras prioridades sean otras distintas de las que deben ser. Es decir, si lo que realmente nos importa es lo que nuestros socios de la OTAN, empezando por EE.UU., piensen de nuestro ejército a la hora de poder ser los primeros en acompañar a los norteamericanos en sus arbitrarias y gratuitas incursiones belicistas por Oriente Medio, entonces sí, tenemos motivos para sentir vergüenza, porque quizá nuestras fuerzas armadas no son las que deberían ser y habría que dotarlas de más recursos y destinar más gasto público a reforzar unas instituciones que tan necesarias resultan para la protección de nuestra soberanía y de nuestra integridad territorial.

Pero, si lo que realmente nos importa son los cinco millones de parados, la precariedad laboral, la creciente privatización de los servicios públicos y la preponderancia de los mercados financieros sobre las instituciones democráticas, entonces lo que realmente debería hacernos sentir un ruborizante bochorno es el hecho de ser el país de la Unión Europea que menos gasto público destina a partidas tan importantes como sanidad, educación, pensiones, dependencia e investigación. Es ésta una cuestión que los miembros del nuevo gobierno del PP deberían plantearse o replantearse, especialmente el nuevo Ministro de Defensa, don Pedro Morenés, autor de tan inquietantes declaraciones. Por indignantes que resulten, aquellas obedecen una cuestión de prioridades, y está muy claro que las del nuevo gobierno no van por los derroteros del bienestar ciudadano, sino por recuperar el prestigio nacional en el marco internacional de las relaciones atlánticas (OTAN) y devolver a los mercados y al sector privado la importancia que, según ellos, les corresponde en términos de creación de riqueza y productividad.

La potencial hipocresía que empieza a poner de manifiesto este nuevo gobierno consiste en que no es que se vaya a reducir el gasto público, sino que se va a emplear en reforzar los sectores que realmente son importantes para nuestros nuevos gobernantes, empezando por el Ejército, que tiene que estar listo para cuando EE.UU. nos llame para volver a invadir Irak o Afganistán. Y esto tiene un nombre: keynesianismo de derechas.

Cuando sean nuestros soldados españoles los primeros en aparecer tras los escombros provocados por las bombas norteamericanas, entonces habremos recuperado del todo el prestigio internacional que Zapatero nos arrebató cuando retiró las tropas de Irak y cuando se quedó sentado en el desfile de las Fuerzas Armadas, el mismo prestigo que al señor Aznar tantos gestos de adulación le costó conseguir cuando gobernaba, y que ahora vamos a recuperar gracias a los nuevos sucesores del gran patriota de la democracia española.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Los extremos se hunden

Dice el refrán que los extremos se tocan. También hay que afirmar, en este caso, que los extremos se hunden. Y lo curioso del caso es que el hundimiento se esté produciendo en ambos extremos, puesto que solo uno de ellos, el de la izquierda política, se supone que está pasando por horas bajas, después de haber perdido las elecciones generales. Y, sin embargo, la debacle mediática que se está produciendo ha afectado por igual a Libertad Digital, pulicación, ultraconservadora, y a Elplural.com, periódico digital de extrema izquierda, cuya línea editorial extremadamente demagógica y obsesionada por lo anecdótico en lugar de tratar de informar sobre noticias serias, sólidas y de contenido más categórico, la sitúa en una delicada tesitura a la hora de buscar seriedad y credibilidad. Valga el mismo argumento para Libertad digital, entre otras.

El caso es que, entre Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Pío Moa, por una parte, y Enric Sopena y Carlos Carnicero, por otra, la cosa está que arde. Porque resulta que Losantos ha expulsado de Libertad Digital a Pío Moa por considerar que este último personaje se ha cebado en demasía con el señor César Vidal al cuestionar su calidad y rigor como historiador, así como su excesiva defensa de la religión protestante. Quién nos iba a decir que los tres grandes adalides de la intelectualidad conservadora, que vienen llenando de contenido ideológico los más rancios tópicos de la derecha ultramontana de los últimos años, como que la guerra civil empezó en 1934, o que la ley de memoria histórica es un intento, por parte del rojo de Zapatero, de ganar la guerra de forma retroactiva; o que la asignatura de Educación para la ciudadanía es una forma de lavar el cerebro a los adolescentes; o que el matrimonio homosexual es una aberración, igual que el aborto y la eutanasia; o que la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones es un ejercicio de pensamiento débil, ya que lo viril sería posicionarse con EE.UU. y apoyar todas sus invasiones en busca de la conquista del oro negro.

Pero es que lo más sorprendente, si cabe, es el hecho de que los dos grandes apologistas del zapaterismo, Enric Sopena y Carlos Carnicero, los líderes de Elplural.com, también se hayan peleado, y por el mismo motivo que hasta ahora les había mantenido unidos: su defensa de la política de Zapatero. Los extemos, por naturaleza, no admiten término medio, y cuando se admite o reconoce que no todo es blanco o negro, en el momento en que se produce algún asomo de pretensión crítica o moderación en las formas, la cosa se desmorona, y eso es, precisamente, lo que ha sucedido. Porque, en el momento en el que el señor Carnicero ha empezado a mostrarse crítico con la gesión del ya expresidente del gobierno socialista, el señor Sopena lo ha tachado como una especie de "renegado Kautsky", que diría Lenin, y lo ha expulsado del periódico que edita y dirige. ¿Qué periódico es éste? Pues sí, señores: elplural.com.

La verdad es que divierte asistir a estos conflictos mediáticos, tanto los de un bando como los del otro. Pero no es solo sensación de diversión lo que esto provoca. También provoca satisfacción y tranquilidad el hecho de saber que todas estas cosas son posibles gracias a un derecho de incalculable valor constitutivo de cualquier democracia seria que se precie como tal: la libertad de expresión.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Apocalypse now y La chaqueta metálica: Kubryck frente a Coppola

El absurdo de la guerra cobra algo de sentido cuando se lo retrata desde el prisma de la creación artística. No se trata de justificar el horror, las muertes y la sangre inocente derramada en vano, per admitamos que esto es lo que más inspira a la hora de crear belleza. Picasso experimentó eso, y Kubryck y Coppola, visto lo visto, también. Porque sus películas sobre la guerra de Vietnam, Apocalypse now y La chaqueta metálica, son dos sublimes productos de la guerra fría que casi nos hacen dar las gracias a los yankies por haber invadido el país oriental en su lucha contra el comunismo. Porque, si esto no hubiera sucedido, no habríamos tenido la oportunidad de deleitarnos con las interpretaciones de Mathew Modine y Martin Sheen, de R. Lee Ermey y de Marlon Brando.

Nada más lejos de mi intención, evidentemente, que hacer apología de la guerra, y menos de las que iniciaron los estadounidenses en su obsesión antisoviética. Lo que sucede es que, cuando el espectador se encuentra frente a la pantalla viendo una de estas dos películas, experimenta una mezcla de placer estético e indignación moral, una especie de deleite insano que nos provoca remordimiento de conciencia, en la medida en que en este caso sucedió lo que sucede casi siempre si generalizamos: que para que en occidente, en el primer mundo, nos lo pasemos bien, en oriente, en el tercer mundo, la gente tiene que sufrir y morir.

Esas son las grandezas y las miserias que se dan cuando el arte y la vida o la realidad y la ficción entran en contacto. Más aún, tratándose de cuestiones tan delicadas como éstas. El ejemplo de ese soldado que luce un símbolo de la paz en la solapa de su camisa a la vez que lleva un casco con la frase "Nacido para matar", y que, cuando le preguntan por qué luce dos símbolos contradictorios en su indumentaria, no es capaz de dar una respuesta medianamente seria, nos recuerda a los dos personajes de la obra teatral Pic-nic de Fernando Arrabal, en que, siendo los dos soldados de los dos bandos contendientes, resulta que ninguno de ellos quería estar allí, y que solo lo hacían siguiendo las órdenes de sus superiores. En este caso ocurre igual, pero con la cantilena de la de la lucha del mundo libre, representado, cómo no, por los EE.UU., contra el comunismo.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Carta abierta a las personas que critican a los funcionarios

Ya está bien. Estamos más que hartos. No somos ni unos vividores, ni unos privilegiados. Solo tenemos lo que todo el mundo debería tener: estabilidad. Eso es lo que nos permite vivir dignamente, sin tener que pisotear a nadie, cosa que muchos no pueden afirmar. No somos ni unos subvencionados ni unos mantenidos. A nosotros nos pagan a fin de mes, es decir, por haber realizado un trabajo, como a todos los demás. Y lo que tenemos, que es lo mínimo decente para poder ser personas y realizarnos como tales, no nos lo ha regalado nadie. Nos lo hemos ganado a pulso, con muchísimo esfuerzo. Quien quiera unirse al carro, que apechugue y se prepare unas oposiciones. Quienes, por el contrario, prefiráis seguir el american way of life para convertiros en magnates del petróleo, de las finanzas o de las telecomunicaciones, pues adelante. Pero, cuando las cosas os vayan mal, no nos echéis la culpa a nosotros.

Dejad de insultarnos y de menospreciarnos. Porque la culpa de que algunos, o muchos de vosotros, estéis ahora en el paro, o tengáis una puta mierda de contrato, no es nuestra. Es de vuestros jefes, esos mismos señores que solo piensan en abaratar lo ajeno para encarecer lo propio. Esos mismos individuos que solo piensan en dar lo mínimo para obtener lo máximo. Esos defensores de la beneficencia que tanto favorecen a la clase trabajadora.

Lo más grave de todo es que vosotros defendéis a los mismos individuos que os explotan y critcáis a las instituciones y a los individuos que tratan de favoreceros, no sé si por odio, por envidia o por qué absurdo motivo.

Los costes laborales y el endeudamiento público son algo necesario para que los que nos sois funcionarios tengáis algo a lo que agarraros cuando el sistema capitalista, que tanto defendéis, os ha dejado sin nada. Porque cuestiones como el poder adquisitivo, el salario mínimo y las coberturas sociales son derechos laborales, no privilegios ni caprichos. Es más: todos estos son elementos imprescindibles para el sostenimiento del sistema, porque sin estabilidad ni seguridad, no ha consumo, y sin consumo, no hay beneficios para las empresas y el sistema se desmorona.

Y, sin embargo, todo lo que suene a estabilidad laboral y económica es para vosotros algo malo, porquer vosotros creéis que tener estabilidad significa echarle morro a la vida y apalancarse. Para vosotros, la única forma de que un trabajador sea productivo y rinda al máximo es sumiéndolo en la precariedad, porque, si vive amenazado de perder su empleo, que es la base de todo lo demás, entonces nunca estará relajado y siempre estará dispuesto a dar lo máximo por su empresa, incluso su propia vida. Pero es que se supone que no vivimos para trabajar, sino que trabajamos para vivir. Pero claro, esto no es rentable para las empresas, por eso luego éstas cogen sus bártulos y se marchan a otra parte donde los trabajadores tengan menos derechos o no tengan ninguno. Y por eso hay que mimarlas y hacerles desgravaciones fiscales, que es ya el colmo. Y vosotros defendéis todo esto. ¿Por qué? ¿Es que a vosotros, como trabajadores, os gusta que os exploten? ¿O es que queréis ser como ellos?

Insisto en que estáis en vuestro derecho de querer haceros con el sistema para escalar puestos en una empresa y convertiros en mandamases ricachones. Pero, igual que vostros tenéis vuestras aspiraciones, nosotros también tenemos derecho a querer vivir con un sueldo digno para toda la vida y pasar materialmente desapercibidos, porque pensamos que hay cosas en la vida más importantes que el dinero. Así que respetadnos a nosotros como nosotros respetamos vuestra postura, por favor. ¿O es que, en el fondo, somos nosotros a quienes realmente envidiáis?

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La importancia del conocimiento en la enseñanza

Por mucho que nuestro oficio haya caído tan bajo, y por mucho que la transmisión de conocimientos se haya visto tan tristemente desplazada frente a la prioridad que han ido adquiriendo aspectos del proceso educativo que, en un principio, poco o nada tienen que ver con las auténticas obligaciones en el cometido del profesorado, y por muy vaciado de contenidos conceptuales que haya quedado el panorama curricular de la Enseñanza Secundaria, siempre habrá algo que enseñar, por poco que sea.

Puede que seamos niñeros, psicólogos, trabajadores sociales y chupatintas antes que lingüistas, matemáticos, biólogos o historiadores, pero es que lingüistas, matemáticos, biólogos e historiadores es lo que nosotros somos, y queremos seguir siendo. Y la vida está hecha de palabras, de números y de seres vivos, además de tener un pasado, un presente y un futuro. Y los adolescentes tienen que conocer todas estas cosas de una u otra manera, lo cual me conduce a pensar que no está todo perdido y que podemos remontar y devolver a los conocimientos, a los saberes científicos y humanísticos, la importancia que merecen y el protagonismo que exigimos que se les otorgue tanto en los planes de estudio como en el funcionamiento de los centros educativos.

Porque es muy triste y muy frustrante que de lo que menos se hable en los institutos sea de los conocimientos, de las disciplinas que imparte cada profesor, y de la manera de impartirlas. Se habla más de reuniones, de tutorías, de rellenar papeles y de hay que ver cómo se ha portado hoy Fulanito en mi clase, que le he tenido que expulsar.

La enseñanza se basa en los conocimientos, porque, si no hay conocimientos que transmitir, no hay enseñanza que llevar a cabo. Es una cuestión semántica y gramatical: enseñar es un verbo transitivo que requiere un complemento directo para completar su significado. Y esto significa que no se puede enseñar sin más o sobre la nada: siempre se enseña algo. Y, aunque sea ese, el rincón de un pronombre indefinido, el lugar al que el saber y la cultura han sido apartados por los demás factores, todos ellos extraescolares y extraacadémicos, por culpa de las nefastas políticas educativas de los distintos gobiernos socialistas del pasado, aún estamos a tiempo de recuperarlo, de rescartar a la cultura y sentir el placer de transmitirla, de explicarla, de hacerla entender y disfrutar tanto como la entendemos y disfrutamos nosotros.

lunes, 12 de diciembre de 2011

En defensa del PER y de los agricultores andaluces

Que un aristócrata salga opinando sobre cuánto gana o debería ganar un jornalero, sobre el PER y sobre si en Andalucía se trabaja más o menos, pues toca bastante las narices, igual que cuando sale Rouco Varela a la palestra sentando cátedra sobre asuntos morales. Que un señor que vive de las rentas se ponga a cuestionar la profesionalidad de los trabajadores del campo, que son los que sufren las condiciones más adversas, los que más se esfuerzan, porque trabajan directamente con las manos, pues indigna bastante, aunque todo el mundo tenga, como tiene, derecho a opinar, incluso un tío que vive del cuento.

Las subvenciones procedentes de la Política de Empleo Rural de la Junta de Andalucía constituyen una partida de ayudas públicas absolutamente necesarias para unos trabajadores cuyo sustento depende de las condiciones meteorológicas. Si hay sequía y el campo no rinde, estos señores se quedan sin nada. Si se produce un temporal y se pierden las cosechas, estos señores se quedan sin nada. Y, en estos casos, ahí está el Estado, como debe ser, para compensar estas pérdidas o carencias a un gremio que no se merece el desprecio de quienes, si tienen que agacharse, no es para hacer surcos en el campo, sino para recoger la bola del hoyo del green para continuar con su partidita de golf.

Sí son criticables los casos de fraude, que los hay, los ha habido y los habrá. Pero lo que hay que hacer con eso es denunciarlo y, a partir de esas denuncias, ir corrigiendo el sistema para reducir al máximo el margen de fraude, de manera que dichas ayudas vayan destinadas a aquellos agricultores que realmente las necesiten. Pero una cosa es denunciar estos casos, y otra muy distinta, poner en cuestión, en términos categóricos, la importancia de este tipo de ayudas a nuestros agricultores, y, encima, tachar a la población activa andaluza de poco emprendedora cebándose, en lo concreto, con el honorable gremio de los agricultores andaluces, a quienes tanto debe, por ejemplo, nuestra industria aceitunera. Y, si, para colmo de los colmos, resulta que las críticas proceden de una persona como el hijo de la duquesa de Alba, que es, además, Conde de Salvatierra, pues el sentimiento de indignación se generaliza y engrandece. Entonces, uno piensa abiertamente y sin ambages: "¿qué coño tiene que decir un conde sobre las condiciones laborales de un jornalero, cuando la aristocracia ha constituido históricamente un impedimento estructural a las mejoras en el nivel de vida del campesinado?" Tiene narices lo que hay que ver o escuchar de vez en cuando.

domingo, 11 de diciembre de 2011

"Merkozy" o el despotismo francoalemán

Ya sabíamos quiénes mandaban en Europa: Merkel y Sarkozy. Ahora también sabemos quién manda en España tras la victoria electoral del PP: Merkel y Sarkozy. A partir de este momento, como decía Rajoy, España se convierte en un protectorado, no de la Unión Europea, sino de Alemania y de Francia, igual que el resto de países de la eurozona. Si, hasta ahora, nos quedaba alguna porción de soberanía en el terreno de nuestra política económica, ya la hemos perdido por completo.

En la última cumbre europea de Bruselas, al Pacto de Estabilidad y Crecimiento se le han otorgado potestades totalitarias para favorecer, más si cabe, a la dictadura financiera de la globalización. La lucha contra el déficit así lo exige, y la necesidad de recuperar la confianza de los inversores así lo impone. De modo que la imposición del límite al endeudamiento se yergue cual guardián de la ortodoxia económica y monetaria para vigilar día y noche la gestión de cada miembro de la UE y, al menor atisbo de desviacionismo en la administración fiscal, ahí va a estar el guardián para denunciar el delito ante las máximas autoridades comunitarias (Tribunal de Justicia, Comisión Europea) y, por supuesto, ante el clan de los Merkozy.

No se sabe qué tipo de sanciones acarrearía el intento de alzar la propia voz ante este estado de excepción impuesto por los déspotas francoalemanes. Lo mejor habría sido unirse a los rebeldes británicos, que siguen empeñados en no ceder ni un ápice de su soberanía económica. Han sido los más listos. Después de todo, esto del mercado lo inventaron ellos, llegando a crear un vasto imperio colonial y a ganar dos guerras mundiales. ¿A estas alturas de la vida van a venir otros a darles a ellos, precisamente a ellos, lecciones de economía liberal?

Nosotros, sin embargo, los que pertenecemos a la Europa de segunda clase (España, Portugal, Italia, Grecia, etc.), nos tenemos que conformar con lo que nos impongan los mucho más eficientes y productivos alemanes y los más sofisticados franceses. Al fin y al cabo, nos está bien empleado por ser tan vagos, tan vividores, tan cálidos y tan simpáticos.No nos vendría nada mal un poco de antipatía funcional para ganarnos las rentables simpatías de los mercados.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¡Teleñecos de todo el mundo, uníos!

Las protestas de la Fox sobre la nueva película de los Teleñecos muestran un cierto tufillo de rancio macarthismo norteamericano de los años cincuenta. Afirmar que la historia de un magnate del petróleo que quiere destruir un teatro para seguir acumulando los correspondientes beneficios derivados del oro negro esconde mensajes comunistas para lavar los jóvenes cerebros estadounidenses, constituye una ridícula exageración. Sostienen sus autores, los de las protestas, que la película transmite una mala imagen del paradigma de empresario triunfador, que es, a su vez, el paradigma social del sueño americano: el individuo hecho a sí mismo que, sin ayuda de nadie, sino contando únicamente con sus propias manos y su capacidad de trabajo, ha llegado a conseguir, partiendo de la nada, un nivel de riqueza que le permite, no solo vivir holgadamente, sino, además, seguir acumulando riqueza explotando, claro está, a otros individuos socialmente inferiores a él, a quien nadie ha regalado nada en la vida y ha llegado a la cima por sus propios méritos.

Éste sería el caso del empresario del petróleo que, en la película de los Muppets, resulta escaldado, desprestigiado, demonizado y estigmatizado... ¿ y por qué? Solo por querer ampliar su imperio, su patrimonio, a costa de destruir la sede de un teatro, el teatro de los teleñecos cuyos jóvenes telespectadores querrán, al otro lado de la pantalla televisiva, que siga en pie y que el codicioso magnate se vaya a molestar a otra parte.

Eso, señoras y señores, no es comunismo, porque no se trata ni de lucha de clases, ni de abolición de la propiedad privada, ni de nada remotamente parecido. Y, si así fuera, pues a mucha honra. Porque de lo que se trata es de hacer justicia o de impedir una injusticia, una verdadera atrocidad que solo va a beneficiar a los intereses absolutamente egoístas de un individuo que, teniendo ya todo lo que puede desear, lo único que desea es seguir acumulando riquezas para que sus semejantes se queden en la ruina, que es lo único que le hace feliz a este hombre.

Entendemos perfectamente que los señores de la Fox, con Ruppert Murdoch a la cabeza, se sientan identificados con el personaje del codicioso empresario y, por tanto, amenazados y temerosos de que, algún día, se pueda llegar a descubrir cómo se llega a ser un magnate, en este caso, de las comunicaciones, como es el señor Murdoch: como todo aquel que se beneficia de un monopolio. Es decir, aprovechándose del sistema para pisotear al débil y expoliarle sin piedad hasta que no quede nada de él y el camino hacia la cima del éxito quede lo más despejado posible. Solo de esta manera uno llega a ser alguien en los Estados Unidos de Norteamérica.

Teoría de la prosa artística

La prosa artística consiste en elevar el extrañamiento de la expresión verbal a su máximo grado de representación. Si ya el extrañaniemto consistía en convertir la literatura en algo bello, artístico, la prosa artística, en un nivel estético definitivo, consiste en amalgamar géneros e intenciones expresivas para crear un producto que lo es todo y que no es nada, entendiendo como nada algo así como un retorno a los postulados estéticos del arte por el arte decimonónico.

La prosa artística ya no consiste en contar historias o en expresar ideas y sentimientos, sino en llevar a cabo todo un ejercicio de deconstrucción mediante el cual el autor pretende remontarse a los orígenes del posmodernismo cuestionando la legitimidad de los cánones de las etapas anteriores. El Proyecto Nocilla constituye un vivo y claro ejemplo de lo que pretendo expresar en estas líneas, pues dicho proyecto constituye una amalgama de fragmentos verbales plagados de referencias culturales de prestigio ampliamente reconocido, y son, precisamente, esas referencias las que otorgan al Proyecto Nocilla su prestigio de obra experimental paradigmática de la corriente postpoética acuñada por Fernández Mallo, uno de los grandes precursores españoles de lo que vengo denominando como "prosa artística".

La prosa artística puede definirse como el grado sumo de las vanguardias literarias, y pueden ser considerados como precursores de esta nueva y definitiva corriente todos aquellos autores que, desde la Edad Media, han pretendido hacer algo distinto de los demás en materia de creación literaria. Así, por ejemplo, desde el Arcipreste de Hita con su Libro del buen amor o Rabelais con su Gargantúa, hasta el Ulises de Joyce, pasando por el Tristam Shandy de Lawrence Sterne, sin olvidarnos de casos tan célebres y representativos como la famosa Rayuela, de Julio Cortázar, ejemplo tan evidente del tópico metaliterario del lector in fabula, acuñado por el catedrático Umberto Eco.

Y es que la prosa artística, en el fondo, y también en la forma, consiste en una constante voluntad, por parte del autor, de desafiar a los lectores para que sean ellos mismos quienes se encarguen de reconstruir el puzle mostrándoles, tan solo, algunas de las piezas. Ya no se trata solo de averiguar a qué género literario pertenece una obra, sino de desentrañar el conjunto de sus significados mediante el ensamblaje de todos los elementos, los cuales nos conducirán, seguramente, a la reconstrucción de un mensaje de legitimación o deslegitimación de la tradición cultural precedente.