BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 29 de junio de 2011

La bolsa o la vida

El gobierno griego acaba de aprobar los recortes sociales que le exigen la Unión Europea y el FMI. ¿Diríamos que la situación ha empezado a mejorar? Según se mire. Las protestas callejeras en la capital ateniense indican que la cosa no solo no mejora, sino que, además, empeora por momentos, con derramamientos de sangre incluidos. Sin embargo, en la Bolsa, ese santuario de la especulación financiera, sí que se está recuperando cierto equilibrio, con subidas de 2,08% y del 2,11% en Madrid y Milán, gracias a la intervención europea en las arcas públicas del país helénico. ¿Cuál de estos dos aspectos merece más atención? Eso depende de las prioridades de cada uno. A mí, desde luego, me interesan y preocupan mucho más los ciudadanos griegos de a pie, los que se están rebelando contra las adversidades de las que están siendo víctimas por culpa de aquellos que les representan en las instituciones democráticas de su país. Me solidarizo con ellos, y me posiciono en contra de quienes, instalados en los resortes del poder, se han estado dedicando a utilizar el dinero público para llevar al país a la bancarrota.

No me importan los mercados, me preocupan las personas. Y las personas lo están pasando muy mal. Están sufriendo en sus propias carnes, literalmente hablando, la gravedad de esta situación, que está llevando al desmoronamiento de la sociedad griega. Y todo ello ha sido causado por dos virus letales: por un lado, la incompetencia en la gestión de Nueva Democracia, el partido conservador que deja al socialista Papandreu, a su llegada al gobierno (en octubre de 2009) un déficit fiscal del 15% del PIB; por otra parte, la intromisión, una vez más, de las agencias de calificación. En este caso, es Fitch la empresa consultora encargada de desprestigiar aún más a la economía griega calificando de nulos sus niveles de solvencia financiera, haciendo que se dispare la prima de riesgo y, por último, encendiendo la mecha de la deuda pública y de la crisis política y social.

El resultado es, una vez más, que los mercados se han salido con la suya en perjuicio de las personas, tal y como se refleja en la recuperación de la estabilidad en la Bolsa frente al mantenimiento, e incluso empeoramiento, de la crispación social y los disturbios callejeros que están teniendo lugar en Atenas, la cuna de la civilización occidental, últimamente presa de la barbarie provocada, como siempre, por los caprichos, arbitrariedades y despotismos de los mercados financieros.

Europa y el Fondo Monetario han mandado un mensaje clarísimo a los ciudadanos griegos: la bolsa o la vida. Chantaje puro y duro: un robo en toda regla.

martes, 28 de junio de 2011

Vocación y jubilación

Qué hermoso, qué satisfactorio resulta llegar a la edad de jubilación habiendo hecho lo que te gusta, habiéndote ganado la vida haciendo exactamente lo que quierías hacer. Ella lo ha conseguido: ha dedicado su vida a educar niños y, de paso, enseñarles un poquito de Geografía e Historia. Además, ha desempeñado, a lo largo de su dilatada carrera profesional, todos los cargos del instituto, desde directora del centro, hasta tutora, pasando por el ejercicio de la Jefatura del Departamento, que es el cargo con el que se va a jubilar. Por tanto, no solo ha hecho lo que más le gusta, sino que, además, lo ha vivido en toda su plenitud, en todas sus manifestaciones académicas y burocráticas, y ha llevado a cabo esa tarea con eficiencia, profesionalidad, y con el entusiasmo y la entrega que le proporcionaban la vocación que sentía, que siente, hacia el oficio de la enseñanza.

Y qué hermoso y satisfactorio ha sido, para mí, compartir con ella, con mi compañera, estos momentos tan emotivos y tan especiales. He sido testimonio directo de su carisma, de su presencia emblemática, de esa veteranía manifestada con la cercanía y la sencillez de su forma de ser, cuyo rasgo más notable, desde mi punto de vista, es el de decir lo que piensa con la mayor naturalidad del mundo, un derecho que se ha ganado a pulso año tras año y después de haber visto y experimentado, de primera mano, todos los avatares históricos y políticos que han afectado a la educación en España para la configuración de este aspecto tal y como se manifiesta hoy en día.

Ella, mi compañera, se llama Consolación, Chelo para los compañeros y amigos. Y el legado que nos deja no carece de valor humano y académico. El legado humano consiste en la máxima pedagógica de que a los niños hay que quererlos, y quererlos no consiste en consentirles todo, sino en premiar sus virtudes y castigar sus defectos, en reírte con ellos cuando es el momento, pero también enfadarte y castigarlos cuando se portan mal. Esa es la forma de convertir a los alumnos en personas civilizadas, y así nos lo ha enseñado la maestra Chelo. Y qué decir de su legado académico: una mente lúcida, extraordinariamente culta, versada no solo en su disciplina, la geografía y la historia, sino, además, curtida en las lides políticas que han protagonizado la Historia más reciente de nuestro país. Me estoy refiriendo a una persona que ha alcanzado un conocimiento completo del ser humano, de sus grandezas y de sus miserias, lo cual le hace reaccionar ante cualquier asunto con la debida prevención. Eso también es sabiduría, y también forma parte de su legado.

El caso es que Chelo se jubila y el instituto se queda un poco huérfano, porque Chelo ha sido un poco la madre de todos nosotros, especialmente de los que estamos empezando en esto. Nuestra querida compañera siempre ha tenido una palabra amable para todos los que hemos acudido a ella, y muchas veces, no solo una palabra, sino un abrazo, un beso o una palmadita en el hombro. Esa es la calidad humana de una persona profundamente humana en su cercanía, en su buen humor, en su simpatía, en su cariñoso trato hacia los demás, en su infinita sabiduría y en sus profundos conocimientos. Chelo va a dejar de trabajar, porque se jubila y es ley de vida, pero Chelo no va a dejar de ser quien es, y ese es el consuelo que nos queda, el mismo que hace honor a su nombre, el de nuestra compañera.

lunes, 27 de junio de 2011

Los dobles raseros de la Memoria Histórica

Algunos se escandalizan cuando aparece una comisión por la recuperación de la memoria histórica queriendo desenterrar fosas de la guerra civil, porque les parece que eso es querer reabrir viejas heridas. Sin embargo, les parece muy bien que se beatifiquen curas y monjas que fueron asesinados durante la contienda española. ¿Cuál es la diferencia entre lo primero y lo segundo, si ambos casos constituyen actos de homenaje a las víctimas del mismo conflicto bélico e igualmente inocentes y, por tanto, igualmente dignos y merecedores de reparación moral? La diferencia es ideológica: unos fueron víctimas de los republicanos, y otros lo fueron de los nacionales. Y a la gente que es afín a los franquistas le parece bien que rehabiliten la memoria de los suyos, pero le parece mal que los otros también quieran restituir la dignidad de las víctimas de la cruzada. Seguramente, aquellos opinan que estos, los rojos, por ateos, están bien donde están: enterrados en fosas comunes. Es normal que no les parezca bien que a los suyos, beatos católicos, almas celestiales, se les equipare en dignidad y justicia con los de los otros, los comunistas que se dedicaron a matar curas y a quemar iglesias desde que llegó la República.

Está claro que el ateísmo y el laicismo republicano no tienen ningún derecho a recibir una reparación moral en nombre de las personas que lo defendieron con valentía, dignidad y sin deramamiento de sangre, ni siquiera en el marco de nuestra legalidad vigente, en la que rige el principio de aconfesionalidad del Estado. Entre otras razones, esto es así porque llevar a cabo estas reparaciones exigiría, como he mencionado antes, reabrir las viejas heridas que la Transición trató de curar, esas heridas cuyo único modo de cicatrizar ha sido echando tierra de por medio, literalmente hablando. Y es mucha tierra la que el tiempo ha ido acumulando desde entonces (1975) y desde mucho antes (1939). Cuanto más tiempo pasa, más capas de tierra nos separan a todos los españoles de la verdadera y completa reconciliación nacional, porque a más profundidad yacen enterrados los restos de aquellos que merecen y necesitan el reconocimiento que les corresponde.

Es hermoso y justo que un obispo y trece monjas vayan a ser beatificados por un decreto del Papa firmado en la fecha de hoy. Resulta conmovedor y edificante que estas víctimas inocentes de la guerra civil española, que fueron asesinadas por su devoción religiosa y por su pertenencia a la Iglesia Católica, y que seguramente dedicaron sus vidas a la defensa y protección de los más pobres y desfavorecidos a través del apostolado evangélico, reciban su merecido homenaje. Los católicos están de enhorabuena, y yo, desde este espacio, les felicito sinceramente. Pero del mismo modo, exijo que se haga justicia, con la misma urgencia, respeto y solemnidad, a las víctimas del otro bando, el de los que fueron asesinados por defender su derecho a no creer en Dios y a pedir la colectivización de las propiedades, la secularización de la enseñanza y el reconocimiento de la singularidad de su región y de su lengua materna. Porque abrir las fosas de las víctimas de nuestras contiendas pasadas no supone destapar las viejas heridas, sino cerrarlas definitivamente.

jueves, 23 de junio de 2011

¿No opina como nosotros? Pues le insultamos

De héroe, a villano. Pau Gasol ha sido víctima de la intolerancia ultraderechista de la cadena televisiva Intereconomía. Es curioso este tratamiento que los medios conservadores dispensan a los deportistas. Recordemos que Gasol es un icono del deporte español en el extranjero, con las connotaciones patrióticas y nacionalistas que esto conlleva. Cuando juega con la selección española de baloncesto o brilla en las filas de su equipo de la NBA, entonces Gasol merece un altar. Pero cuando se le ocurre opinar sobre política, y no piensa como algunos quieren, entonces es la horca lo que se ha ganado, porque Gasol no tiene derecho a opinar sobre política, y por dos razones: porque es deportista y, por tanto, un ignorante, y porque sus opiniones coinciden con las posturas de los progres comunistas, y, siendo él el jugador mejor pagado de la liga norteamericana, no tiene ningún derecho a decir lo que piensa. Como no es un muerto de hambre, no tiene derecho a solidarizarse con quienes sí lo son. Sin embargo, entre los millonarios que han provocado la crisis no se encuentra precisamente él, y sí otros a quienes algunos siguen dorando la pildora de forma rastrera, babosa y aduladora (piénsese en el caso de Luis María Anson, tan orgulloso como está del prestigio que España está alcanzando en el mundo de las finanzas gracias a su admirado Emilio Botín).

El facherío de Intereconomía ha terminado por quedar totalmente al descubierto, si es que todavía quedaba alguna duda al respecto. Un motivo más para la indignación, en este caso, por parte de Gasol, de las audaces muchedumbres del 15-M y de cualquier persona que tenga dos dedos de frente. En realidad, ésta es la grandeza de las sociedades libres: poder insultar gratuitamente al prójimo que no piensa como tú o como yo. Ese es el liberalismo que más gusta practicar a Federico, Eduardo y compañía. Hemos pasado del principio volteriano que dice:"no opino como tú, pero daría mi vida por defender tu derecho a opinar" al losantiano "¿No opina como nosotros? Pues le insultamos."

De todos modos, la intransigencia no es patrimonio exclusivo de la derecha. Que se lo pregunten a la cantante de Russian Red, quien ha declarado recientemente sus afinidades con esta tendencia ideológica, y ello le ha costado alguna que otra descalificación desde las filas del partido socialista, que ya ni es socialista, ni es partido, ni es nada de nada, sino una cosa desdibujada y vacía que va a seguir desdibujando y vaciando a España de derechos sociales hasta que lleguen las elecciones generales. La conclusión es que nada ni nadie está a salvo de la intransigencia, lo cual nos lleva a la necesidad de combatirla continuamente.

miércoles, 22 de junio de 2011

Neocanovismo

Me pregunto qué ha cambiado realmente desde Alfonso XII hasta nuestros días. ¿Qué diferencia hay entre la ley D´Hondt y el sistema de partidos ideado por Antonio Cánovas del Castillo? Ambos fueron creados para favorecer el bipartidismo en la política española. España es un tablero de parchís en el que PSOE y PP se disputan los dados, como antaño lo hicieron el Partido Liberal y el Conservador. Y no acaban en ese punto los paralelismos, no, señor: si bien quedan vestigios de caciquismo en la actualidad, como el que se da en la Junta de Andalucía o en la Comunidad de Madrid, el caciquismo por antonomasia, denunciado por Joaquín Costa en su famosa obra Oligarquía y caciquismo en España, tiene su parangón actual en los casos de corrupción. Ambos constituyen casos de delito. La diferencia está en que el caciquismo del siglo XIX contribuía a sostener el sistema del turno político y, por esta razón, era permitido, mientras que la corrupción que enturbia nuestra democracia, se supone que es ilegal, pero solo es un suponer, visto lo visto respecto a la cantidad de políticos de todas las ideologías que se han presentado como candidatos a las últimas elecciones municipales y autonómicas, pese a estar imputados en casos de actividades fraudulentas.

Lo único que puede haber de diferente entre el canovismo decimonónico y el actual d´hontismo, por llamarlo de alguna manera, es que las formaciones minoritarias son tenidas en cuenta para formar coaliciones parlamentarias con uno de los dos partidos dominantes. Esa es la única parcela de representatividad y protagonismo de la que el sistema electoral permite gozar a formaciones como Izquierda Unida, que es la gran víctima de esta situación. Y es por esta razón por la que Izquierda Unida tiene todo el derecho del mundo a acaparar todos los titulares periodísticos de estos últimos días a propósito de la formación del gobierno autonómico de Extremadura, uno de esos tableros de parchís donde PP y PSOE se están disputando las fichas y los dados.

La izquierda extremeña tiene todo el derecho del mundo a marear la perdiz y seguir mareándola indefinidamente, hasta que venza el plazo para la formación de los gobiernos regionales. Porque, cuando las reglas del juego resultan tan manifiestamente injustas para uno de los participantes, es normal que éste aproveche cualquier despiste del árbitro para armar jaleo. Es la única manera de luchar contra el neocanovismo imperante, contra la desventaja estructural de que es víctima el único partido político que no se conforma, que no quiere seguir tragando con los arreglos provisionales de la Transición. Porque tres millones de votantes dan para algo más que tres escaños en el Congreso.

lunes, 20 de junio de 2011

Salvar a Grecia a costa de los griegos

Se habla mucho últimamente del rescate financiero de Grecia, para el cual se exigen recortes sociales al gobierno griego. Si esto va a suponer una drástica disminución del nivel de vida de los ciudadanos de este país, ¿qué beneficios van a obtener estas clases medias? ¿Qué diferencia hay entre el estado actual de Grecia, sumido en la bancarrota, y el estado en que este país quedará después de los recortes económicos que le exigen la Unión Europea y el FMI? ¿Qué sentido tiene salvar financieramente a un país, si va a seguir sumido en el caos social?

Se supone, desde la perspectiva neoliberal, que el rescate financiero hará que los mercados recuperen la confianza y vuelvan a realizar inversiones, con lo cual la actividad económica se verá reactivada, y con ella, el consumo y el empleo, todo lo cual repercutirá positivamente en la mejora de las condiciones sociales de los ciudadanos. Pero, ¿a costa de qué? De privatizar todos los servicios, todas las instituciones, y de endeudarse hasta los tuétanos, y más allá. El estado de bienestar va a firmar su acta de defunción en Grecia antes del 3 de julio, que es la fecha en que vence el plazo que la UE ha puesto para que el gobierno helénico decrete la batería de recortes públicos que le es exigida. A partir de este momento, la cuna de la civilización europea y occidental se verá sometida al endeudamiento y a las arbitrariedades de los inversores privados. No le extrañe a nadie que, dentro de no demasiado tiempo, alguna empresa constructora decida recalificar los terrenos de la monumental Acrópolis de Atenas para demoler las ruinas y edificar una urbanización y un campo de golf para uso y disfrute de los mismos especuladores que van a salvar la economía griega.

La alternativa radicaría en aplicar políticas keynesianas: no privatizar, sino todo lo contrario. Fomentar el gasto público para estimular el consumo y la creación de empleo, con lo cual el estado de bienestar no solo no se vería en peligro, sino que, además, saldría reforzado. Rescate, financiación y endeudamiento, sí, pero sin la mediación de la banca, ni de las multinacionales. ¿Por qué van a beneficiarse del rescate los mismos agentes que han causado la crisis? Que toda la gestión fluyera por cauces públicos y estatales. De esta manera, Grecia seguiría perteneciendo al pueblo griego, pese a la gravedad de las circunstancias. Pero eso supondría respetar la integridad y el funcionamiento del sector público y, sobre todo, tomar en consideración a los grandes afectados por la crisis: las clases medias y bajas, que no tienen otra instancia protectora que no sea el Estado. Y eso no es rentable para los gobiernos europeos y occidentales, más preocupados por su reputación a ojos de los mercados, que por los ciudadanos que los han votado, y gracias a los cuales gozan del poder político. Y es que los mercados son más poderosos e influyentes que las personas, que, al fin y al cabo, lo único que hacemos es depositar una papeleta dentro de una urna cada cuatro años.

El protocolo, una forma de censura

No existe manifestación humana más hipócrita y banal que el protocolo, en cualquiera de sus múltiples y patéticas manifestaciones. Es la apariencia hecha caricatura. Es el encorsetamiento artificial (valga la redundancia) que sirve para oprimir cualquier indicio de espontaneidad, de libre expresión corporal o verbal. Es la mordaza que acalla los verdaderos sentimientos y los gestos más nobles y auténticos. Es una fórmula burguesa de autocomplaciente solemnidad con la que se intenta dar importancia a aquello que no la tiene a fuerza de desplazar el verdadero interés del objeto que realmente merece esa consideración.

Esa es la mordaza que le han colocado a Javier Valderas en el Ayuntamiento de Lepe al jurar el cargo como concejal por Izquierda Unida. En un gesto de audacia, llevado por su propio sentido de la coherencia ideológica, este señor se ha saltado el protocolo al jurar su cargo por aquello en lo que realmente cree: el servicio a los ciudadanos. Dicho protocolo exigía, y exige, mencionar a la Constitución y al Rey en dicho juramento, pero Valderas, por lealtad a sus ideas y principios, ha omitido estas protocolarias menciones. El Alcalde de Lepe le ha obligado a repetir el juramento "correctamente" como concición insoslayable para ejercer el cargo político que Valderas se ha ganado por la vía del voto popular.

Y digo yo: ¿es que no es suficiente declararse al servicio de la ciudadanía a estos efectos? ¿No implica esto acatar la Constitución? ¿Y no son los ciudadanos de su municipio los que le han conducido a la obtención de ese cargo político? ¿No es lo más justo hacer el juramento en nombre de ellos única y exclusivamente, como muestra inequívoca, por parte del nuevo concejal, de su vocación de servicio público? En cuanto a la protocolaria mención al Rey, una solución para respetar la integridad ideológica del concejal podría ser la de nombrarle no como monarca, sino como Jefe de Estado. Sin embargo, los defensores de estas rancias fórmulas, tan impuestas como impostadas, no estarían dispuestos a ceder un ápice en su intención de perpetuar lo más obsoleto, inútil, ridículo y superficial de las tradiciones españolas.

Esa es la esencia del protocolo: dar más importancia a la forma que al contenido, especialmente cuando el contenido tiene poca importancia, que es la que se le está dando en este caso.

jueves, 16 de junio de 2011

Metáfora de la educación

No estoy de acuerdo, para nada, con quienes dicen que educar a un adolescente es como tallar una piedra. Más bien, creo que es como intentar atrapar una ardilla con las manos. Qué más quisera yo que tener piedras en mis clases: calladitas, quietecitas, dejándose pulir y adquirir la forma que queremos o querríamos darles... Pero no: no son piedras. Son ardillas, roedores inquietos, revoltosos, saltarines y muy ruidosos. Son criaturas extenuantes, molestas e indómitas, porque siempre hacen justo lo contrario de lo que tú les ordenas o les pides educadamente.

Algunos casos sí llegan a parecerse un poco a las piedras y te dejan hacer tu trabajo de escultor. Pero la mayoría de las veces nuestra labor se asemeja más a la de un cazador que a la de un artista plástico: hacemos el ridículo si pretendemos cruzar la puerta del aula provistos de un cincel y un martillo. Eso sería como intentar comer con palillos sin ser chinos. Si de verdad queremos hacer algo útil, tenemos que entrar ahí con cazamariposas en el mejor de los casos, y, en el peor, con escopeta y machete.

Y no se me vaya a escandalizar nadie, que estoy tratando la cuestión en sentido figurado. Ya sé que los niños son intocables, como el portero en el área pequeña: al más mínimo ademán de amenaza, de reprensión o de intención de corregir las malas conductas del alumno, ahí están los padres amenazando con las garras y los colmillos para proteger a sus criaturas de las arbitrariedades y despotismos del profesor, que es el único culpable por no saber educar a esos adolescentes, que, por otra parte, casi siempre tienen una razón de naturaleza médica o social que justifica su comportamiento: que si es hiperactivo, que si sus padres están separados, que si en casa se porta bien, que si ha sido el cambio del colegio al instituto lo que le ha trastornado, pobrecito mío...

Es una lástima, porque esta profesión podría ser muy bonita... si realmente se nos permitiera ejercer de escultores. El cincel y el martillo hacen maravillas si el escultor trabaja en condiciones. Podrían salir individuos muy bien "formados", en sentido literal y figurado, de las escuelas y de los institutos, pero los políticos han convertido los centros educativos de enseñanza media en una enorme selva en la que rige la ley del más fuerte, y no solo eso, porque el más fuerte es, también, el más maleducado, el más violento, el más pasota y el menos trabajador. Y, para colmo, jactándose de ello. Es el paradigma del contraejemplo, del despropósito, y a nosotros, los profesores, se nos obliga a meternos en la boca del lobo, con una mano delante y otra detrás, para tratar de enmendarle la plana a ese niño y a esos padres que no han sabido educarle.

miércoles, 15 de junio de 2011

El derecho a abandonar un libro

Se trata de uno de los diez derechos del lector incluidos por Daniel Pennac en su obra Como una novela, y que, últimamente, estoy ejerciendo demasiado. Las víctimas han sido, en este caso, Temor y temblor, de Soren Kierkegaard, y Diccionario Filosófico, de Voltaire.

La obra del filósofo danés me parece un cúmulo de divagaciones desordenadas, y muy pesadas algunas de ellas, que no me parece que conduzan a ninguna parte. Empieza comentando el pasaje bíblico en el que Dios ordena a Abraham sacrificar a su hijo Isaac para poner a prueba su fe. A partir de ahí, empieza a soltar parrafadas a cuál más aburrida, sin ton ni son, y recurriendo a ejemplos tan rebuscados y forzados como totalmente faltos de elocuencia, amenidad y sentido. No sé si la culpa es de la traducción, de la edición (formato digital) o mía. No sé si es que no he sabido apreciar la prosa y el contenido de ésta, la obra más representativa del existencialismo filosófico.

En cuanto al Diccionario Filosófico del escritor francés, tengo que decir que, en mi humilde y modesta opinión, ni es un diccionario ni es filosófico. El autor se limita a elaborar una lista, totalmente arbitraria, de palabras y expresiones (la primera "entrada" del diccionario es abad, y la tercera... ¡abejas!) y a divagar sobre ellas. Al igual que me ha sucedido con la lectura truncada y frustrada del danés, como lector no me he sentido motivado ni entusiasmado. Voltaire es muy erudito, pero no sabe encauzar esos conocimientos. No tiene claro, o no lo tengo yo, lo que pretende comunicar a sus lectores: dice de todo, pero nada concreto. Lo único que he sacado en limpio es su ateísmo y la ironía con que lo expresa. Sin embargo, no ha sido suficiente.

La pregunta es la siguiente: en casos como estos, ¿de quién es la culpa: del autor o del lector? Evidentemente, uno, que no es nadie, se culpa a sí mismo. ¿Cómo va a ser Voltaire el que no sabe escribir? ¡Eres tú, necio más que necio, el que no lo has entendido, por supuesto! Si el Diccionario Filosófico está considerada como una de las obras más importantes de la Ilustración francesa, por algo será. Pero, si a mí no me ha gustado, por algo será también. Quizá no es que yo no haya estado a la altura como lector. Es posible que, sencillamente, no era lo que yo estaba buscando. En este caso, autor y lector no hemos conectado, no hemos alcanzado esa complicidad intelectual y estética que constituye la apreciación plena y total de una obra de arte. Pero esto no tiene por qué ser malo ni tiene por qué haber un culpable. En realidad, se trata de los gustos de cada uno. Y esto es como dejar a medias un plato de comida: es una verdadera lástima, pero si lo has probado y no te ha gustado, ¿para qué lo vas a seguir pasando mal sin necesidad?

lunes, 13 de junio de 2011

Las estupideces de José Bono (segunda parte)

A este paso, voy a tener que dedicarle a este señor una sección aparte para comentar todas las estupideces que últimamente va soltando allá por donde va.

La última tiene que ver con la rabieta que se ha cogido por culpa de Izquierda Unida, que, en un arrebato de dignidad y de decencia democrática (por ese capricho de permitir que gobierne el partido más votado), se ha cansado de ser instrumentalizada por el PSOE para gobernar en coalición. Esto le ha sentado muy mal al señor Presidente del Congreso, quien, haciendo gala, una vez más, de su talante democrático, se ha ensañado verbalmente con la formación liderada por Cayo Lara calificándola de sectaria. Y es que ahora resulta que la culpa de que las últimas elecciones municipales y autonómicas las haya ganado el PP la tienen, la tenemos, los comunistas. La culpa de esto no la tienen ellos, que son los que nos están gobernando con todas esas decisiones tan acertadas y tan ortodoxamente socialistas, como abaratar el despido, como recortar las pensiones, los sueldos de los funcionarios y suprimir el subsidio del paro. La culpa no es de los gobernantes corruptos que están en el poder, sino de la oposición, que no quiere colaborar diciendo que sí a todo.

Pero no insulta quien quiere, sino quien puede, y está claro que Bono está perdiendo facultades, hasta el punto de que ya ha perdido hasta la capacidad de insultar, que es lo único que hace últimamente. Porque, en realidad, como votante de Izquierda Unida, yo esas palabras del Presidente me las tomo como un elogio, no como un insulto. Y es un elogio que un necio te insulte, porque lo que el necio considera defectos son, en realidad, virtudes. Es un halago, por tanto, que la figura más representativa de la más decrepita y decadente ala del socialismo español te acuse de seguir siendo fiel a tus principios, de conservar tu integridad y de no venderte por un plato de lentejas. Eso es lo que más le duele a José Bono: el desmoronamiento político, moral e ideológico de su partido frente a la la integridad y el robustecimiento moral e ideológico de la verdadera izquierda española, herida de muerte, en lo político, no por falta de mensaje ni por incapacidad de conectar con los votantes, que, no lo olvidemos, somos tres millones, sino por la injusticia de nuestro actual sistema electoral.

Así que apréndase bien el señor Bono la lección y vaya el PSOE acostumbrándose a gobernar no en coalición, sino por legítima victoria, porque los verdaderos socialistas, los que no hemos dejado de ser anticapitalistas y republicanos, estamos hartos de que, a nuestra costa, esos chaqueteros del puño y la rosa sigan favoreciendo a los de siempre.

jueves, 9 de junio de 2011

Sin efecto retroactivo no sirve de nada

Aunque por algo se empieza, como es el hecho mismo de plantear la cuestión, en este caso, por parte de José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados. La cuestión en cuestión, valga la redundancia cacofónica, consiste en la supresión de las pensiones vitalicias de los políticos, que no cotizan en la Seguridad Social como el resto de los ciudadanos. Se trata, por tanto, de reformar este aspecto de la legislación española para erradicar este tipo de privilegios y, de paso, tratar de sanear las cuentas públicas, o lo que es lo mismo: que no tengamos que pagar los de siempre los desaguisados de los políticos, banqueros y especuladores en general.

El problema está en que, de prosperar la reforma, no se aplicaría con carácter retroactivo, sino que solo afectaría a los políticos que aún no se han acogido al sistema actual. O sea, todos los antiguos grandes cargos que ahora se están forrando en las multinacionales energéticas (Aznar, Felipe, Solbes, etc.) van a seguir chupando del bote del Estado a costa de los contribuyentes, mientras muchos de estos últimos se van quedando poco a poco con cada vez menos con lo que contribuir para que los otros, que tanto han hecho por España, puedan seguir manteniendo su nivel de vida doscientosmileurista anual.

La conclusión es que lo que se puede hacer de inmediato no se va a hacer, porque los fondos actuales destinados a las pensiones vitalicias que se van a librar de la supuesta reforma van a permanecer blindados. Una parte importante de ese dinero, ya disponible, podría ir destinado, mañana mismo, a las coberturas por desempleo para los ciudadanos de a pie que se encuentran, actualmente, en esta penosa situación; a políticas keynesianas de inversión pública para crear puestos de trabajo y reactivar el consumo; a devolver a los pensionistas y a los funcionarios el poder adquisitivo que los recortes sociales de Zapatero les han arrebatado. Etcétera, etcétera, etcétera, incluido el gustazo que supondría hacerles un buen corte de manga a las agencias de riesgo, esas entidades especuladoras que se dedican a sentar cátedra sobre la rentabilidad y la viabilidad económica y financiera de los países del mundo, cuando las únicas que no son rentables, que son una rémora, un lastre y un auténtico estorbo, en resumen, un cáncer del sistema, son estas odiosas instituciones, manejadas, además, por intereses particulares.

Esto es como aquello de la rimbombante iniciativa denominada "Objetivos del milenio", auispiciada por la ONU, que está muy bien, pero que tampoco sirve de nada, porque sus metas están planteadas a largo plazo cuando los problemas que ocasionan la necesidad del logro de dichas metas y soluciones exige una puesta en práctica inmediata y absolutamente urgente. Es de risa la intención de llegar a un 0,7% del PIB mundial para luchar contra la pobreza en el año 2015 cuando en África está muriendo de hambre, en este momento, un niño cada dos segundos. Cuando llegue esa fecha, dentro de un lustro, y empiecen a conseguirse los objetivos propuestos, ¿cuántos niños habrán muerto de hambre en los países del Tercer Mundo?

Todas estas medidas non son otra cosa que parches del sistema capitalista para tapar las heridas provocadas por la mala conciencia de la sociedad burguesa, que, por otra parte, esto es todo lo que da de sí: poco para muchos y mucho para pocos y, de vez en cuando, un poco de limosna para los pobres.

miércoles, 8 de junio de 2011

Todos somos Laura Pérez

Todos somos Laura Pérez. Todos estamos indignados con la conducta del Príncipe en este asunto. Si esta mujer tuvo su minuto de gloria, como dijo tan despectivamente Felipe de Borbón ante la insistencia de Laura por tener una discusión cara a cara con el heredero a la corona de España, éste tuvo su minuto de pena, de impostura y de antipatía. Toda su aura de persona simpática y cercana se esfumó cuando Laura Pérez puso a prueba su integridad y su capacidad dialéctica. Porque el Príncipe no pasó la prueba. Se desmoronó y toda su figura se vino abajo de la peor manera posible, quedando en pésimo lugar ante quienes teníamos un buen concepto de él en cuanto a su personalidad y a su grado de tolerancia y respeto hacia posturas políticas distintas a la suya propia.

Lo que, en realidad, no era otra cosa que el deseo de una ciudadana española de plantear, respetuosamente, una cuestión importante al futuro Jefe de Estado, éste se lo tomó como una provocación, lo cual le hizo adoptar una postura defensiva, y en ello estuvo su error. Lo que debió ser un cordial intercambio de opiniones acabó convirtiéndose en un violento intercambio de reproches, sin llegar a los insultos, que fue provocado por una importantísima figura política e institucional de nuestro país que no supo estar a la altura de las circunstancias y que, precisamente por eso, perdió una oportunidad perfecta para ganarse las simpatías de una parte de la juventud española que no vivió la Transición y por tanto exige, con todo su derecho, tener la posibilidad de tomar parte en una regeneración democrática por la vía del referéndum sobre la forma de gobierno en términos de monarquía o república.

martes, 7 de junio de 2011

La madre de Gorki

De la mano de Pelagia y de su hijo Paul Vasslov, he realizado, a mis treinta años, mi primera incursión por los derroteros de la literatura rusa. Sí, ya sé que la precocidad no ha sido una de mis virtudes, pero más vale tarde que nunca, ¿no?

Máximo Gorki nos cuenta una historia entrañable y apasionada. Lo entrañable viene de la mano de la relación maternofilial de una madre hacia su hijo y viceversa, con toda la ternura e intimidad implícitas, expresadas en un círculo afectivo de solidaridad, admiración, comprensión y respeto mutuos. La pasión, por su parte, viene dada por la situación social de los obreros rusos de la época zarista inmediatamente anterior a la Revolución de 1917. Se trata de una pasión revolucionaria y contestataria tan legítima y dignamente expresada como posteriormente desvirtuada por el llamado "realismo socialista" de cuño estalinista, que nada tendrá que ver con el mensaje de justicia y verdad redentoras que Gorki nos quiere transmitir.

Me quedo con dos pasajes especialmente intensos y emotivos de la novela. El primero de ellos se corresponde con la descripción de la manifestación del Primero de Mayo, cuyos orígenes, curiosamente, se remontan a las primeras muestras del escaso movimiento sindical norteamericano. En esta escena de la obra se despliega toda la simbología proletaria, desde la izada de la bandera roja hasta los cánticos de la Internacional, todo ello erigido, en actitud retadora, como símbolo de la resistencia contra el sistema de explotación capitalista del régimen zarista ruso.

El otro gran pasaje que articula la trama novelística es el del juicio contra los rebeldes del 1 de mayo, entre los cuales figura Paul, el audaz ídolo de masas e hijo de La Madre, ese gran personaje que va experimentando un cambio progresivo desde la muerte de su marido, que la maltrataba y hacía de ella una ama de casa sumisa, amargada e ignorante, hasta su conversión, por obra y gracia de su hijo y los camaradas de éste, en una mujer instruida que, en su proceso de toma de conciencia social e intelectual, incluso aprende a leer, y que acaba uniéndose a la causa redentora del proletariado, al que pertenece.

Máximo Gorki consigue retratar, con honestidad y exactitud, una época plagada de desigualdades y de injusticias que dan lugar a la lucha de clases contemporáneamemente diagnosticada por Marx, pero descrita, en este caso, con esa ponderación ética y estética que definen una obra maestra y que la diferencian de cualquier panfleto de contenido sectario, como pudiera ser considerado, desde una perspectiva actual, el contenido del Manifiesto Comunista.

Reflexiones poéticas

En mis comienzos como aprendiz de poeta, procuraba evitar por todos los medios introducir elementos anecdóticos en mis poemas para que estos alcanzaran el mayor grado posible de universalidad, de manera que cualquier lector pudiera llegar a identificarse con ellos. Sin embargo, con el tiempo,la experiencia y las lecturas aprendí que el poema necesita ciertas dosis de anécdota para corroborar su mensaje y hacerlo creíble, evitando así la vaguedad de las abstracciones excesivas.

jueves, 2 de junio de 2011

España ataca a los libios a través de Gadafi

Técnicamente, es así. Las armas que vendimos a Libia el año pasado, en 2010, son las que está utilizando el tirano para someter a la población rebelde ahora, en 2011. Es la historia de siempre: los países occidentales mantienen a los dictadores del Tercer Mundo por razones geopolíticas, según las circunstancias del momento o de la Historia: durante la guerra fría, con la excusa de frenar el expansionismo soviético, y ahora, por los suministros energéticos. En el caso español, hasta un 12,7% del petróleo que consumimos procede del país magrebí. Y eso, ciertamente, lo justifica todo, hasta el más cínico de los comportamientos y la más indignante y aduladoramente rastrera de las afirmaciones, como aquella famosa de José Bono durante su última visita a Guinea Ecuatorial, en relación con el gobierno de Obiang ("son más las cosas que nos unen que las que nos separan").

Criticamos mucho a Estados Unidos por su política de dobles raseros en el ámbito de las relaciones internacionales, pero lo cierto es que los demás hacemos exactamente lo mismo. Francia, por ejemplo, sigue sometiendo a sus antiguas colonias africanas a través de dictadores asesinos (véase el caso de Costa de Marfil bajo el gobierno de Hophoubet- Boigny, por ejemplo). Y, si España presenta menos ejemplos de este tipo, es por su menor portagonismo histórico como potencia colonial, especialmente a partir del desastre de 1898, si bien posteriormente tuvimos veleidades de esta clase en Marruecos y en Guinea Ecuatorial, como queda comentado arriba respecto a la anécdota protagonizada por el ex-ministro Bono.

Afortunadamente, las últimas revueltas populares en Oriente Medio están constribuyendo a romper esta tendencia, tan hipócrita como infame, por parte de los gobiernos occidentales. El pueblo está dando ejemplo de dignidad y valentía a la clase política, especialmente a la europea y a la estadounidense, las cuales tienen mucho que aprender, que mejorar y, sobre todo, mucho que rectificar.