BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











jueves, 9 de junio de 2011

Sin efecto retroactivo no sirve de nada

Aunque por algo se empieza, como es el hecho mismo de plantear la cuestión, en este caso, por parte de José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados. La cuestión en cuestión, valga la redundancia cacofónica, consiste en la supresión de las pensiones vitalicias de los políticos, que no cotizan en la Seguridad Social como el resto de los ciudadanos. Se trata, por tanto, de reformar este aspecto de la legislación española para erradicar este tipo de privilegios y, de paso, tratar de sanear las cuentas públicas, o lo que es lo mismo: que no tengamos que pagar los de siempre los desaguisados de los políticos, banqueros y especuladores en general.

El problema está en que, de prosperar la reforma, no se aplicaría con carácter retroactivo, sino que solo afectaría a los políticos que aún no se han acogido al sistema actual. O sea, todos los antiguos grandes cargos que ahora se están forrando en las multinacionales energéticas (Aznar, Felipe, Solbes, etc.) van a seguir chupando del bote del Estado a costa de los contribuyentes, mientras muchos de estos últimos se van quedando poco a poco con cada vez menos con lo que contribuir para que los otros, que tanto han hecho por España, puedan seguir manteniendo su nivel de vida doscientosmileurista anual.

La conclusión es que lo que se puede hacer de inmediato no se va a hacer, porque los fondos actuales destinados a las pensiones vitalicias que se van a librar de la supuesta reforma van a permanecer blindados. Una parte importante de ese dinero, ya disponible, podría ir destinado, mañana mismo, a las coberturas por desempleo para los ciudadanos de a pie que se encuentran, actualmente, en esta penosa situación; a políticas keynesianas de inversión pública para crear puestos de trabajo y reactivar el consumo; a devolver a los pensionistas y a los funcionarios el poder adquisitivo que los recortes sociales de Zapatero les han arrebatado. Etcétera, etcétera, etcétera, incluido el gustazo que supondría hacerles un buen corte de manga a las agencias de riesgo, esas entidades especuladoras que se dedican a sentar cátedra sobre la rentabilidad y la viabilidad económica y financiera de los países del mundo, cuando las únicas que no son rentables, que son una rémora, un lastre y un auténtico estorbo, en resumen, un cáncer del sistema, son estas odiosas instituciones, manejadas, además, por intereses particulares.

Esto es como aquello de la rimbombante iniciativa denominada "Objetivos del milenio", auispiciada por la ONU, que está muy bien, pero que tampoco sirve de nada, porque sus metas están planteadas a largo plazo cuando los problemas que ocasionan la necesidad del logro de dichas metas y soluciones exige una puesta en práctica inmediata y absolutamente urgente. Es de risa la intención de llegar a un 0,7% del PIB mundial para luchar contra la pobreza en el año 2015 cuando en África está muriendo de hambre, en este momento, un niño cada dos segundos. Cuando llegue esa fecha, dentro de un lustro, y empiecen a conseguirse los objetivos propuestos, ¿cuántos niños habrán muerto de hambre en los países del Tercer Mundo?

Todas estas medidas non son otra cosa que parches del sistema capitalista para tapar las heridas provocadas por la mala conciencia de la sociedad burguesa, que, por otra parte, esto es todo lo que da de sí: poco para muchos y mucho para pocos y, de vez en cuando, un poco de limosna para los pobres.

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