BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 22 de junio de 2011

Neocanovismo

Me pregunto qué ha cambiado realmente desde Alfonso XII hasta nuestros días. ¿Qué diferencia hay entre la ley D´Hondt y el sistema de partidos ideado por Antonio Cánovas del Castillo? Ambos fueron creados para favorecer el bipartidismo en la política española. España es un tablero de parchís en el que PSOE y PP se disputan los dados, como antaño lo hicieron el Partido Liberal y el Conservador. Y no acaban en ese punto los paralelismos, no, señor: si bien quedan vestigios de caciquismo en la actualidad, como el que se da en la Junta de Andalucía o en la Comunidad de Madrid, el caciquismo por antonomasia, denunciado por Joaquín Costa en su famosa obra Oligarquía y caciquismo en España, tiene su parangón actual en los casos de corrupción. Ambos constituyen casos de delito. La diferencia está en que el caciquismo del siglo XIX contribuía a sostener el sistema del turno político y, por esta razón, era permitido, mientras que la corrupción que enturbia nuestra democracia, se supone que es ilegal, pero solo es un suponer, visto lo visto respecto a la cantidad de políticos de todas las ideologías que se han presentado como candidatos a las últimas elecciones municipales y autonómicas, pese a estar imputados en casos de actividades fraudulentas.

Lo único que puede haber de diferente entre el canovismo decimonónico y el actual d´hontismo, por llamarlo de alguna manera, es que las formaciones minoritarias son tenidas en cuenta para formar coaliciones parlamentarias con uno de los dos partidos dominantes. Esa es la única parcela de representatividad y protagonismo de la que el sistema electoral permite gozar a formaciones como Izquierda Unida, que es la gran víctima de esta situación. Y es por esta razón por la que Izquierda Unida tiene todo el derecho del mundo a acaparar todos los titulares periodísticos de estos últimos días a propósito de la formación del gobierno autonómico de Extremadura, uno de esos tableros de parchís donde PP y PSOE se están disputando las fichas y los dados.

La izquierda extremeña tiene todo el derecho del mundo a marear la perdiz y seguir mareándola indefinidamente, hasta que venza el plazo para la formación de los gobiernos regionales. Porque, cuando las reglas del juego resultan tan manifiestamente injustas para uno de los participantes, es normal que éste aproveche cualquier despiste del árbitro para armar jaleo. Es la única manera de luchar contra el neocanovismo imperante, contra la desventaja estructural de que es víctima el único partido político que no se conforma, que no quiere seguir tragando con los arreglos provisionales de la Transición. Porque tres millones de votantes dan para algo más que tres escaños en el Congreso.

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