BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











sábado, 19 de mayo de 2012

"Indignadeces" varias (2)

El déficit es necesario para mantener el Estado de Bienestar.

No se trata de vivir por encima de nuestras posibilidades, sino de vivir dignamente (vivienda digna, trabajo digno, poder adquisitivo digno -dicho de otra forma: calidad de vida-). ¿O, acaso, solo los ricos tienen derecho a vivir dignamente?

Estos neoliberales son unos manipuladores y unos codiciosos sin un ápice de humanidad.



¿Continuará...?

jueves, 17 de mayo de 2012

El desorden cotidiano (17)

Augusto era una persona extremadamente nerviosa, si bien, dentro de lo que cabe, durante los últimos años había conseguido domeñar ese carácter y adoptar una actitud más sosegada. Sin embargo, todavía quedaban en él muchas huellas de esa antigua naturaleza ultranerviosa, las cuales se manifestaban en forma de tics, que, a su vez, se plasmaban en un amplio abanico de manifestaciones fisiológicas o corporales: desde mover los hombros sin parar, manía que había sido, por cierto, testigo de su primera comunión, junto con la de morderse el labio inferior, hasta las típicas de agitar el lápiz o el bolígrafo o tamborilear con los dedos, pasando por clavarse las uñas de un dedo del pie en los dedos adyacentes. A veces, incluso, la conducta de Augusto había rayado en lo neurótico al practicar, aunque de forma inconstante, hábitos como encender y apagar las luces varias veces seguidas.

Lo más curioso de todo es que, después de todos esos años, Augusto seguía practicando muchos de esos antiguos tics, pero con la notable diferencia de que, ahora, lo hacía para relajarse y no, como antaño, para manifestar un estado de tensión o nerviosismo. Al final, tantos años de psicoterapia, medicación, experiencias de la vida y, sobre todo, mucha actividad reflexiva y meditativa que le había conducido a un conocimiento de sí mismo de solidez y profundidad considerables, a lo que le habían ayudado, y seguían ayudando, sus plácidas y sesudas lecturas, le habían servido para madurar como persona y ganar dosis de autocontrol, que era una forma de conquistarse a sí mismo y tomar las riendas de su propia vida.

De modo que, en realidad, y después de todo, Augusto se sentía orgulloso de sus tics nerviosos (o relajantes, a estas alturas de su vida, como ya hemos señalado) y de sus rarezas, porque tanto éstas como aquellos formaban parte del modo en que él plasmaba su dominio sobre sí mismo, la manifestación de su personalidad y su manera de estar en el mundo tal y como él quería que fuera. Y esto es algo que le había costado mucho tiempo y sufrimiento conseguir. Pero, después de todo, y por fortuna, ya estaba empezando a conseguirlo, y si utilizo estos términos para expresar los pensamientos de mi querido Augusto es porque, al igual que él, yo opino que uno nunca termina de situarse en el mundo exactamente tal y como desea. Eso sería lo ideal, pero la vida está continuamente poniéndonos toda clase de obstáculos para impedirnos alcanzar la perfección en la realización de nuestros deseos. Pero lo que importa señalar es que Augusto ya hacía algún tiempo que había alcanzado las condiciones suficientes para empezar a construir, con el cemento de sus acciones y los ladrillos de sus ideas, el edificio de su propia felicidad.


martes, 15 de mayo de 2012

El desorden cotidiano (16)

A los pocos días de que su madre hubiera muerto, Augusto quiso tener un gesto altamente emotivo y entrañable con su padre. Era algo que necesitaba hacer. Un día, el hijo entró en la habitación de sus padres y le pidió a aquél que le hiciera una promesa. "Prométeme que siempre voy a contar con tu cariño y con tu amistad", le dijo Augusto a su padre con los ojos llenos de lágrimas. Éste, naturalmente, le dijo que sí, que por supuesto, mientras le abrazaba. La correspondencia de su padre a las palabras de Augusto llenó a éste de seguridad, confianza y sentimientos reconfortantes.

A partir de entonces, Augusto empezaría a venerar a su padre de un modo muy intenso, y no es que su padre no hubiera dejado de ser, en ningún momento, un hombre cariñoso y cercano con sus hijos: todo lo contrario. De hecho, al igual que su madre, el padre de Augusto siempre había estado atento a los antojos o caprichos materiales de su segundo hijo. Augusto recordaba, a propósito de esto, una mañana de sábado en que su padre fue a su habitación a despertarle para llevarle al Corte Inglés con la intención de comprarle un reloj como regalo de cumpleaños debido a que Augusto quería tener un objeto de esa clase. Al final, su padre le regaló uno muy vistoso, con calculadora y todo.

Otro hermoso detalle del padre de Augusto, que, por cierto, se llamaba Pepe, tuvo lugar durante la época durante la cual a nuestro personaje le había dado por convertirse en un forofo del fútbol a raíz de haber presenciado una remontada histórica del Atlético de Madrid, el equipo familiar, sobre el Barcelona, allá por el año 1993 o 1994. No lo recordaba muy bien. El caso es que venía la selección española a jugar al estadio del Sevilla contra Bélgica, y Augusto quería ir a ver ese partido. ¿Qué sucedió? Pues que al atento y generoso de su padre le faltó tiempo para comprar las entradas y llevar a su hijo al estadio Ramón Sánchez Pizjuán. Cabe añadir que España ganó, pero jugó muy mal. El que lo hizo, una vez más, fenomenal apuntándose otro detalle de padrazo, fue Pepe, el padre de Augusto.

Estas anécdotas dan buena cuenta de la bondad de Pepe para con su hijo Augusto. Pero esta virtud paterna no se detenía en Augusto, ni mucho menos. No olvidemos que éste era el segundo de cuatro hermanos, lo cual daba a su padre la oportunidad de prodigar su generosidad y su cariño detallista hacia sus otros tres retoños. Por ejemplo, al mayor de todos le costeó la práctica de todos los deportes que se le antojaba ejercitar, desde la pesca hasta el esquí, pasando por la caza, cuya afición ambos compartían, aunque a Augusto esto no le hiciera demasiada gracia, dada su mentalidad ecologista.

El caso es que, si bien, como hemos visto, Pepe nunca había dejado de ser un buen padre, desde la muerte de su mujer sabía que, a partir de entonces, su labor iba a verse multiplicada hasta el infinito para cubrir el vacío que había dejado su esposa. Y el vacío, ciertamente, no era precisamente muy fácil de llenar, porque Lola, la madre de Augusto, de sus tres hermanos y esposa de Pepe, había sido una persona ejemplar en todas las facetas de su vida y de su conducta. Aun así, el horizonte que se le presentaba a Pepe , en este sentido, no era, dentro de lo que cabía, demasiado desalentador, porque él quería tanto a sus hijos, que no le importaba ocupar el lugar de su esposa en la medida en que esto suponía la necesidad de fortalecer y estrechar al máximo los lazos afectivos que unían al padre con sus cuatro hijos. Todo lo que fueran oportunidades para demostrar a sus hijos lo mucho que los quería, a Pepe le resultaba muy estimulante y motivador. Efectivamente, el amor por sus hijos era lo que le daba fuerzas para seguir adelante tras el durísimo golpe que la vida acababa de darle en lo más profundo y delicado de sus entrañas. Por esta razón y por otras muchas, concernientes todas ellas al amor que un hijo siente por su padre, Augusto le decía constantemente dos palabras que a muchas personas causa pudor pronunciar, con la excusa de que, cuanto más se dicen, más se desgasta su significado y llegan a no significar nada en realidad. A Augusto este razonamiento le parecía patético, absurdo y cobarde, y, por eso, él se lo tomaba a la inversa: cuanto más se lo decía a su padre, más intensa y profundamente lo sentía. Se trata de dos palabras hermosas y sencillas: "Te quiero".

domingo, 13 de mayo de 2012

"Indignadeces" varias

¿Reestructuración del sistema financiero? ¡Qué cojones: supresión del sistema financiero!

Supresión de la especulación y de las rentas del capital. ¡Quien quiera ganar dinero, que trabaje!

Supresión de bancos y cajas: el dinero, contante y sonante, en mano y al colchón. Sin comisiones ni chorradas abusivas.

Continuará...

miércoles, 9 de mayo de 2012

Las flaquezas y los vicios del lector

Venció el cuerpo a la mente
el libro quedó huérfano
él se quedó dormido
porque estaba cansado
y no leyó esa noche
cuando se despertó
se reprochó a sí mismo
esa infidelidad
flaqueza imperdonable
primum legere
et philosophare
deinde vivere
porque si no no llegas
no alcanzas lo que quieres
te quedas a mitad
en medio del camino
sudando inútilmente
para ser olvidado
y todos esos libros
se quedan en la sombra
sin haberlos leído
y tú sin avanzar
tirando el tiempo al cubo
de la basura humana
donde las frustraciones
apestan a podrido
de haber perdido el tiempo
en las banalidades
que el cuerpo nos exige
para seguir viviendo
primum vivere
y deinde lo demás.

Perdóname palabra
escrita te he cambiado
por el descanso físico
por el placer carnal
de una noche de amores
con el plácido sueño
y mi castigo ha sido
despertarme con mono
de negro sobre blanco
temblando por meterme
un chute de poesía
y una raya de ensayo
para ponerme a tono
con el mundo y sus cosas
porque yo sin mi dosis
es que no soy persona
no sé qué es lo que soy
yo necesito un libro
para no cabrearme
por tanta estupidez
que siempre nos rodea
necesito mi chute
para no derrumbarme
porque todo es un asco
salvo Laura y los libros
amar y conocer
luchar contra la muerte.



Aforismo de un indignado

Las agencias de calificación no son de derechas ni de izquierdas. Simplemente, son unas hijas de puta.

martes, 1 de mayo de 2012

Nuwanda

El poeta muerto



Qué grande eres, Nuwanda,
aprendiz de poeta,
de vocación rebelde
y amante de la vida.

Qué pasión admirable
por ser extraordinario,
motivo de espectáculo
para tus semejantes.

Qué grande eres, Nuwanda,
qué grande, aunque estés muerto,
como tú mismo insistes,
para que, así, la magia
funcione, y la belleza
sea la nueva diosa
de los hombres que van
en busca de algún ídolo.

Que la belleza sea
el nuevo dios del mundo
gracias a ti, Nuwanda,
aprendiz de poeta,
de vocación rebelde
y amante de la vida.