BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 30 de diciembre de 2009

Monólogo

Laura cree que soy buen poeta. Me basta con eso. Me basta y me sobra el hecho de que la mujer a la que amo crea en mis posibilidades como escritor. Si no consigo que me publiquen otros, me publicaré yo mismo, con la ayuda y el apoyo de Laura. Así que estate tranquilo, Rafa, que todo llegará. Además, puede que el éxito te llegue cuando menos te lo esperes. Lo importante es no forzar las cosas y tener mucha paciencia. Sigue trabajando como hasta ahora, sigue cultivándote, leyendo y escribiendo, aprendiendo de todos y de todo. Acoge la dulce brisa de la inspiración cuando ésta venga a visitarte. Cierra los ojos y déjate llevar por esa embriagadora sensación de palpar y penetrar las carnes de la belleza y el conocimiento. Y, entonces, vuelve a escribir versos: deja que fluya el endecasílabo, el heptasílabo, el alejandrino o el verso libre. Plasma esas imágenes que te vienen a la cabeza cuando menos te lo esperas, cuando estás soñando o, simplemente, divagando con la mirada perdida en el infinito, ese lugar desde donde la eternidad nos está observando desde el comienzo de los tiempos.

Es eso lo realmente valioso, y no el darme a conocer a unos y a otros, lo cual no es otra cosa que pura y simple vanidad, adulación e hipocresía. Y la literatura está muy por encima de todo eso. Debemos dejar la egolatría al margen y dedicarnos a lo que realmente importa: la literatura.

Pero qué fácil es decir esto, y qué difícil ponerlo en práctica. ¿Quién rechazaría la gloria literaria si la tuviera al alcance de su mano?

lunes, 28 de diciembre de 2009

¿Dónde duermen los patos en invierno?

A Laura


Los patos en invierno duermen
en lechos de miradas penetrantes
cubiertos de pelos rizados de color rojo oscuro,
y al aliento de labios firmes y carnosos.

Los patos no tienen miedo al invierno,
porque tú los proteges de la intemperie hostil.

No temas por el sueño de los patos
ni por el invierno,
porque tú eres su cuna protectora y cálida,
porque los patos duermen en invierno
en tu corazón silvestre con alas de paloma.


Sevilla, 8 de octubre de 2007

Resignación, desilusión, frustración...

Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo...

Miguel de Cervantes Saavedra, de su Viaje del Parnaso

viernes, 25 de diciembre de 2009

Homenaje

Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.



Manuel Altolaguirre, tus lectores no te olvidamos.

Feliz Navidad desde el mundo de los vivos.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Contra los discursos navideños del Rey

Son ya demasiados años teniendo que soportar, cada 24 de diciembre, este gesto de monárquico paternalismo. A ver si se enteran de que los españoles ya somos mayorcitos, que llevamos más de treinta años de democracia, y no necesitamos que el papá Borbón venga a descubrirnos el mundo.

Los españoles, y los ciudadanos en general, no somos ninguna panda de borregos a los que tenga que venir este señor todos los años inundando todas las pantallas de televisión para decirnos lo que ya sabemos, y mediante unas parrafadas que, además de estar llenas de obviedades y abstracciones empalagosas, ni siquiera las escribe él, sino que se las escriben otros. Culaquiera podría sentarse en el mismo sillón y leer la pantalla, y,seguramente, con una dicción más adecuada.

Sería una buena idea que cada año se eligiese al azar a un ciudadano cualquiera, y saliera leyendo un discurso escrito, por esa misma persona, en la televisión. Ese sería un gesto genuinamente democrático. El discurso, además, dejaría de ser una cosa vacía para convertirse en un auténtico portavoz del sentir de los españoles.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Palabras de consuelo

No te preocupes por el oro,
laurel de mi corazón.

Me importa más la verdura de tus hojas,
y cómo me envuelven con ternura,
y tus raíces en mi pecho
ramificándose por mis venas.

Me importa más tu tallo de amor puro
que cualquier piedra preciosa
que puedas ofrecerme.

Laurel de mi corazón,
triunfo de mi existencia,
no pienses en los dones de los otros,
sino en los tuyos,
porque estos son los que quiero que me des,
porque eres tú a quien quiero.

martes, 22 de diciembre de 2009

Dos versos de Jaime Gil de Biedma

"Para saber de amor, para aprenderle

haber estado solo es necesario..."

Pertenecen a "Pandémica y Celeste", el mejor poema de Jaime Gil de Biedma en opinión de mucha gente (como yo).

El poema expresa una concepción según la cual para llegar al verdadero amor hay que tener muchas relaciones antes de encontrarlo. Supongo que era una hermosa manera, por parte del poeta, para justificar su gran promiscuidad.

El caso es que el poema en general, y estos preciosos versos en particular, me fueron de gran ayuda cuando aún me hallaba buscando el gran amor de mi vida. Y lo cierto es, al contrario de lo que le sucedió a Gil de Biedma, que yo no tuve demasiadas relaciones antes de encontrar a Laura, sino todo lo contrario. Lo que tuve más bien fueron grandes decepciones que me costaron más de un disgusto. Y, cada vez que esto me pasaba, ahí estaban esas bellísimas palabras para hacerse cómplices de mis penas y artífices de mis consuelos.

Lo más importante de todo es que los versos de ese poema me enseñaron y me dieron la paciencia suficiente para no desesperar en mi cometido. Me enseñaron la razón de esa soledad que yo tanto sufría y con la que quería terminar cuanto antes. Me hicieron comprender que esa soledad era sólo una espera, la antesala de la explosión de felicidad que vino después. Esa soledad era la preparación que yo necesitaba para poder recibir al amor en condiciones. Y las condiciones no pudieron ser mejores que las que fueron. El amor llegó a mí cuando tenía que llegar: ni antes, ni después. Como la fruta que cae sola del árbol porque ya está madura. No puedo pedir más.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Poética del perfume

Odio la publicidad. Odio que los medios de comunicación estén continuamente tratando de vendernos sus productos. Odio este sistema que trata a las personas como simples consumidores, y odio la deshumanización que conlleva todo este proceso y estado de cosas.

Dicho lo cual, he de reconocer que la publicidad, en no pocas ocasiones, y gracias a su afán por superarse cada vez y alcanzar cotas más altas de persuasión para hacer que el producto se venda, llega a engendrar resultados de una calidad artística incuestionable. Y el ámbito de la creación publicitaria en el que más aprecio esas virtudes son los anuncios de perfumes.

En esta clase de anuncios es donde el perfil estético de la publicidad llega a producir sus más valiosas manifestaciones, algunas de ellas, elevadas al paradigma de la sofisticación y la sutileza como medio de tranmisión de valores tales como elegancia, carisma, liderazgo, belleza, frescura, madurez, riqueza, poder, y muchísimos más. Son, todos ellos, valores que apelan a los prototipos humanos más triunfadores de la sociedad de consumo, en la que lo único importante son las apariencias y la imagen de un bienestar absolutamente falso o sólo posible para unos pocos privilegiados.

Pero, al margen de la crítica, insisto en que muchos de estos productos poseen un indudable mérito hasta el punto de poder considerarse como obras de arte. La base de muchos de ellos es la sugerencia, la connotación. Sin transmitir nada concreto, hacen resonar, en la mente del espectador, las más variadas sensaciones, todas ellas positivas, atractivas y reconfortantes. El conjuntos de los recursos empleados para producir este tipo de obras constituye toda una poética qwue va de lo visual a lo olfativo. Se anuncian por televisión, con lo que la primera percepción que tenemos de estos productos es de carácter visual, pero no olvidemos que se trata de perfumes, los cuales serán utilizados por el consumidor de turno y percibidos olfativamente por los que le rodean. Además, la parte visual del producto se articula mediante una plasticidad abrumadora y penetrante capaz de impactar en el espectador e identificarle con la propuesta dada, de manera que la adquisición del producto por parte de aquél se lleve a cabo. Esa plasticidad se manifiesta en todos los aspectos del producto: escenarios, personajes, e, incluso, en las historias, casi siempre breves, que dan pie al desarrollo del anuncio publicitario.

Los anuncios televisivos de perfumes a veces son como poemas: breves, intensos, impactantes y evocadores (una mirada, un roce, un gesto, como en cualquier verso de Bécquer). El impulso inicial pone en marcha el mecanismo de alusiones y sugerencias. Cuanto más leve es ese impulso, el contenido del mensaje publicitario se hace más elegante, más envolvente y mágico. En tal proceso, dicho mensaje alcanza la consistencia de lo artístico para llegar a la mente del espectador de manera placentera. El espectador, a su vez, identifica esa idea de placer con el producto y con ello se cosigue el efecto de la persuasión.

Me imagino a Jean Baptiste Grenouille, el personaje protagonista de El Perfume, elaborando sus geniales esencias y contratando publicistas para anunciarlas en la televisión. Y me pregunto cuál sería el resultado.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Definición de "Lingüística"

Ciencia de las excepciones (Alejandro Gamero).

viernes, 18 de diciembre de 2009

Feliz Día de tu Santo

SONETO A LA ESPERANZA DE TRIANA

A mi amiga trianera, Esperanza Serrano Sequiel

Esperanza es la espera de mi espera
y yo esperando estoy la buena nueva:
que me diga Esperanza que me lleva
allá donde por siempre es primavera.

Espero una esperanza llevadera,
y mi paciencia viene a ser la prueba
de que mi fe en la espera me conlleva
vivir pensando en ti de esta manera.

Gozosa será siempre la esperanza
de esperar algo bueno de esta vida
si lo que viene llega sin tardanza.

Y, entonces, le daré la bienvenida
al don que, transparente y sin mudanza,
venga a curarme todas las heridas.

jueves, 17 de diciembre de 2009

En defensa de la Real Academia Española (respuesta a una entrada de blog)

La plataforma virtual en cuestión tiene por título Pesle Mesle, y su autora (por lo que supe después, se trata de una mujer dedicada profesionalmente a la Traducción, licenciada en Lingüística y que, además, cuenta en su haber con un libro de poemas publicado) responde al nombre de "aa".

El texto se titula "La R.A.E. es el Mal" y está fechado el 12 de julio de 2009. A continuación, procedo a transcribirlo íntegramente:


"ATENCIÓN: va a haber procacidad en lo que sigue. Bastante, porque éste es un tema que me calienta pero bien.

No tengo ni idea de por qué, pero estaba acordándome hoy de dos ocasiones en que mi modo de escribir (o de hablar) fue corregido en el ámbito académico. La primera vez yo estaba en 4º de E.G.B., o sea que tendría unos 8 o 9 años. Había entregado una redacción, una actividad en la que siempre obtenía la nota máxima porque sabía usar la puntuación y no cometía faltas de ortografía. Y entonces la profesora me devolvió la redacción con un enorme círculo rojo alrededor de la palabra “hall”, que ella había sustituido por “vestíbulo”. Porque “hall”, claro, es un anglicismo, y los anglicismos eran malos, perversos, y había que evitarlos para no contaminar la prístina lengua castellana. Daba igual que fuera la palabra que se usaba (y se usa) en casa de mis padres, y que para mí el vestíbulo fuera lo que hay en un hotel o un teatro. Creo que me puse a hiperventilar de la furia.

La segunda ocasión tuvo lugar ya en la carrera, en Lingüística. El profesor mencionó ejemplos de variedades lingüísticas regionales que eran consideradas no-normativas. Un ejemplo fue “arrascar” por “rascar”, lo cual me hizo gracia (nunca lo había oído antes). Pero el segundo ejemplo fue “lo hay que hacer” por “hay que hacerlo”. Era, me dijo el profesor, no recuerdo bien si un “aldeanismo” o un “asturianismo”. O las dos cosas. Ambas cosas son malas, por supuesto.

No soy muy dada a los símbolos, pero hace años que adopté la costumbre de, cada vez que paso por el edificio de la Real Academia de la Lengua en Madrid, escupir delante (en la acera). Creo que esta institución, nazi, nefasta, delirante, abominable, repugnante, trasnochada, ridícula, fachosa, ha sido increíblemente perniciosa, si no para la lengua — no se hace daño a una lengua así — sí para la comprensión de lo que es una lengua entre los españoles (creo que, por suerte, los hispanoparlantes americanos pasan soberanamente de estas chorradas.)
“Limpia, fija y da esplendor” es uno de los lemas más estúpidos existentes, y que refleja bien el carácter de la institución. Una lengua no es un bibelot dieciochesco, no es algo que pueda limpiarse y preservarse para toda la eternidad en su pedestal en el museo. Creo que una analogía más adecuada sería con una fuerza de la naturaleza. Puedes cargarte una lengua, por supuesto (aunque cuesta, por lo general), pero no puedes impedir que cambie. Y ESO NO ES ALGO MALO.

Lo que realmente, realmente me cabrea es que la PUTA ACADEMIA DE LAS NARICES ha conseguido que la mayor parte de los españolitos estén convencidos de la necesidad de su existencia. El Diccionario de la RAE, que cualquier lingüista mínimamente competente sabe es UNA PUTA MIERDA, es empleado como diccionario de referencia en editoriales, publicaciones, y agencias de traducción. Lo mismo con la gramática, que contiene tales perlas como que no se debe usar “detrás mío” sino “detrás de mí” — CUANDO “DETRAS MÍO” APARECE YA EN GONZALO DE BERCEO. ¿O era un “vasquismo” de Berceo? Estoy HASTA LOS HUEVOS de que la gente me diga “esa palabra no existe” o “eso no está en el diccionario de la RAE” para deshacerse de una palabra que no han oído antes y que, por supuesto, por ese mismo motivo no les gusta (la PUTA RAE ha convertido a la población española en una población monstruosamente conservadora desde el punto de vista lingüístico). Y, por supuesto, véte a cuestionar la existencia de la RAE o el uso de su MIERDA DE DICCIONARIO — la gente se escandaliza más que si hubieras sugerido usar niños en vez del pavo de Navidad. Incluso personas cultas e inteligentes como mi madre dicen que “hay que proteger la lengua” (como si el español fuera el lince ibérico), que “necesitamos criterios, necesitamos conocer la gramática” (cuando cualquier niño de tres años tiene la gramática perfectamente en el cerebro), que si no “las palabras perderían su sentido” (porque, por supuesto, el sentido de las palabras viene dado por una institución centralista, retrógrada, y reaccionaria impuesta por un rey francés). Aaaaaargh.

EL INGLÉS NO TIENE REALES ACADEMIAS DE LOS COJONES, Y BIEN QUE LE VA. (El único lugar de habla inglesa donde hubo algo parecido fue en Sudáfrica. Posiblemente porque apartheid y prescriptivismo lingüístico ocupan un mismo espacio mental). Las lenguas, por su propia naturaleza, son promiscuas, se mezclan con cualquiera, y no precisan de un maldito cinturón de castidad que las mantenga en un supuesto estado virginal primigenio que JAMÁS EXISTIÓ. Miren las glosas silenses y milanenses, supuestamente los primeros ejemplos de “castellano” (sea lo que sea eso — ésa es otra) escrito: anotaciones al margen en textos latinos por monjes bilingües que también apuntaban en vasco el sentido de las palabras latinas que no entendían. Y así en adelante.

¿Cómo se puede respetar a una institución que tiene como miembros a — en serio — Arturo Pérez Reverte y el esbirro de Polanco? ¿Por servicios a la literatura? (Y ésta es otra — ¿por qué demonios mezclar la lengua con la literatura? Y mejor no hablar del daño infligido por el señor Lázaro Carreter, que ojalá esté ardiendo en el infierno, con sus libros de texto de literatura española.) ¿Qué carajo saben ésos de lingüística? Aunque realmente da lo mismo, puesto que la único misión vagamente apropiada de la R.A.E. debería ser producir un diccionario potable, tipo el Oxford English Dictionary. Pero, por supuesto, partiendo de un enfoque prescriptivista, es completamente imposible hacer tal cosa. Un buen diccionario dice lo que hay, no lo que debería haber. Así que no está muy claro para qué cojones están los excelentes señores miembros de la Academia — ¿para, como en el caso de Ansón, sugerir que el diccionario debería recoger el término “collones” en vez de “cojones”, porque es mucho más literario y al señor Ansón personalmente le gusta mucho más? Manda carallo.

Lo dicho — la R.A.E. es el Mal encarnado. Y no en el sentido sexy de Darth Vader o el Diablo, sino más bien en el sentido Eichmann. No la banalidad del Mal, sino la ESTUPIDEZ CRIMINAL del Mal. Y mejor lo dejo, porque me hierve la sangre otra vez de sólo pensar en el tema. Grrrrr."



Después de leerlo, le contesté con el siguiente comentario:


"Me propongo responder a un texto escrito, creo, desde la más absoluta ignorancia de los estudios más recientes sobre gramática española.

Pero,antes de abordar el asunto, quiero exponer mi defensa de la Real Academia. Las diferencias y las variedades de un fenómeno sólo se pueden apreciar y respetar si aquéllas tienen elementos comunes, los cuales se manifiestan en forma,en este caso, de norma culta o estandar. Si esa regla común no existiera, no podríamos entendernos, porque, además, de ella emanan todas las variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas. La lengua castellana es como la Constitución Española: dentro de ese marco legal, válido y obligatorio para toto el país, se han desarrollado los Estatutos de Autonomía. Pues con el idioma ocurre lo mismo. Además, por muy tolerantes que nos pongamos, no podemos dar validez o legitimidad a cualquier expresión lingüística que esté mal formulada, y esto es aplicable a todos los niveles (fonético- fonológico, morfosintáctico y léxico- semantico). No es lo mismo un leísmo (nivel sintáctico) que un infinitivo “haber” escrito sin “h” y con “v”. Casos como este último son intolerables, por ética y por estética, a no ser que consideremos moderno, progre o políticamente correcto aplaudir la ignorancia y el analfabetismo.

Las palabras, la sintaxis, el léxico y la semántica tienen una Historia y unos orígenes muy claros en la mayoría de los casos. En cuanto al castellano, sus orígenes están, mayormente, en el latín y el griego, y, en menor medida, y según los avatares históricos, en las lenguas germánicas, el árabe, el provenzal, el italiano, el francés y el inglés (sin olvidarnos del sustrato de las lenguas prerromanas). Evidentemente, a este acervo cultural hay que añadirle las propias aportaciones autóctonas, pero siempre teniendo en cuenta de dónde proceden nuestras formas de expresión verbal, a las cuales los usos actuales deben servir de enriquecimiento, no de degradación, que es lo que creo que el autor del texto al que respondo pretende hacer.

Por último, y a lo que me estaba refiriendo al principio de estas líneas, insisto en que sólo la más absoluta ignorancia sobre el tema es lo que puede haber causado la tan encendida como chabacanamente expresada indignación del autor del texto anti- RAE, por llamarlo de alguna manera. La persona en cuestión, si estuviera mínimamente informada, sabría que todos los estudios lingüísticos, desde Saussure (1916, principios del siglo XX), son de carácter descriptivo y no prescriptivo, incluidos los de lengua castellana. Concretamente, me permito mencionar la obra más extensa y exhaustiva sobre estudios gramaticales en castellano: la Gramática Descriptiva de la Lengua Española, en cuatro tomos. En las páginas de esta obra hallará esta persona el registro de todos los usos no académicos de los hablantes del idioma castellano. Eso, en cuanto a gramática. Diccionarios tampoco nos faltan: desde el más antiguo, el María Moliner, hasta los más recientes (Diccionario del Español Actual, Diccionario Panhispánico de dudas, etc.).

Dicho lo cual, aconsejo a la persona que ha escrito el texto de arriba que la próxima vez, antes de soltar tal sarta de disparates, y de la manera en que lo ha hecho, que se documente un poco."


miércoles, 16 de diciembre de 2009

Física o Química

Puede que os parezca frívolo el hecho de que dedique una entrada de blog a la popular serie de televisión que hoy concluye su cuarta temporada. Tengo mis razones.

Creo que Física o Química es un producto televisivo de muchísima calidad, que supera con creces los modelos precedentes (Compañeros, Al salir de clase, por ejemplo). Las interpretaciones de los actores que forman el elenco de esta serie llegan a alcanzar unas cotas de profundidad, de solidez y de consistencia nunca antes logradas, en mi opinión. En este sentido, debemos hacer mención a la nueva generación de actores españoles, que promete dar muchísimo que hablar durante los próximos años. Los personajes a los que interpretan son de una complejidad conmovedora. Por poner unos cuantos ejemplos, tenemos a Gorka, interpretado por Adam Jezierscki. Al principio de la serie, este personaje representaba al típico chulo, macarra y pasota de la clase. Sin embargo, el transcurso de la trama le ha hecho evolucionar y elevarse por encima del encasillamiento inicial. Yoli, interpretada por Andrea Duro, es otro peso pesado de la serie. La actriz madrileña, con tan sólo 18 años de edad, hace gala de un carácter arrollador que trasmite a su personaje de la mejor manera posible. Pero, para mí, hay una estrella que brilla con luz propia dentro del conjunto. Me estoy refiriendo a Angy Fernández, que interpreta a Paula. Las virtudes que atribuyo a Andrea Duro también son aplicables, y por partida doble, a esta joven promesa salida de la primera edición de Factor X. El personaje de Paula es, posiblemente, el que más se ve afectado por la creatividad de los guionistas. Muere su hermano Isaac, se queda embarazada... etc.

A otro nivel, fundamentalmente por razones de edad, tenemos actores ya consagrados como Ana Milán, Nuria González o José Manuel Seda. Y otros que se han dado a conocer en la serie: Cecilia Freire (Blanca), Blanca Romero (Irene), Bart Santana (Roque), entre otros.

El caso es que yo me he emocionado en infinidad de momentos viendo Física o Química. Por no hablar de las veces en que, desde la distancia, Laura y yo aprovechábamos los cortes publicitarios para llamarnos por teléfono y comentar todo lo que iba pasando ("... pues yo creo que Blanca debería estar con Berto, y que Martín se quede con Olimpia, que pegan más...", "... ¿de quién será el hijo de Paula...?", "... ¿descubrirá Julio que Yoli no le mentía cuando le decía que su padre la miraba con lascivia...?"). Por esto, y por mucho más, le guardo a esta serie televisiva un cariño muy especial.

En resumidas cuentas, creo que Física o Química no es otra simple serie de adolescentes. Yo la considero una obra de arte que me ha hecho aprender y sentir muchas cosas, y todas ellas, buenas. Por la pantalla de mi televisor he sentido pasar momentos de alegría y tristeza, de amor y tragedia, de amistades, de noviazgos, de rupturas y reconciliaciones, y muchos momentos de ternura, diversión y humor. También he sentido momentos de desilusión cuando Quino renunciaba a ir de gira con Nacho Cano para estar con Yoli, que ya había roto con él.

Muchos más ejemplos podría añadir a lo que considero un enorme acierto de Antena 3, que, con este fulgurante éxito, ha compensado algún notorio fracaso, como Diario secreto de una adolescente. Esperemos, o, al menos, yo lo espero, que las puertas del Colegio Zurbarán no tarden demasiado en volver a abrirse para el deleite de los espectadores sensibles e inteligentes.

martes, 15 de diciembre de 2009

Hoja en blanco ( Oficio de tinieblas 5 y Tiempo de silencio)

"Hoja en blanco" es el título de una sección de mi blog surgida de forma espontánea para etiquetar aquellas entradas que escribo sólo por escribir, para llenar espacio y no dejar en blanco ninguna fecha. Consiste, básicamente, en dejarme llevar por el acto de la escritura en una especie de automatismo semejante al método surrealista, pero sin llegar a dar rienda suelta al flujo de conciencia. En este caso, se trata de lo mismo, de llenar espacios vacíos con palabras, que pueden articular contenidos trascendentales o absolutamente banales. Por ejemplo, yo ahora estoy haciendo una reflexión metaliteraria, la cual al lector le resultará aburrida o interesante. Eso no lo sé y escapa de mi control.

Lo importante es seguir escribiendo diariamente y no dejar de hacerlo. Digo esto porque, entre mi penúltima entrada ("Mi último poema") y la anterior ("Adicción"), transcurrieron nada menos que siete días, y no quiero que eso me vuelva a pasar. Hay que escribir, sobre cualquier asunto, pero escribir. No hay que dejar de hacer uso de la libertad y capacidad de expresión que nos ha sido concedida. Se trata de un grandísimo privilegio que no siempre valoramos como es debido.

De modo que aquí estoy, empezando el tercer párrafo de esta entrada, que no sé qué extensión va a tener. Mientras siga escribiendo y no deje de hacerlo, seguirá creciendo, creciendo y creciendo. Y, si no dejara de escribir en ningún momento, este texto podría llegar a convertirse en algo más que una simple entrada de blog. Podría llegar a ser un producto vanguardista, algo así como "Oficio de tinieblas 5", la novela de Camilo José Cela, que, en realidad, de novela tiene bastante poco. Es una especie de colección de textos en prosa poética de carácter surrealista, pero muy surrealista. Tan surrealista, que no se entiende nada, porque se trata de un libro de cuatrocientas páginas escrito sin ninguna coherencia ni hilo argumental ni progresión temática, ni organización de ninguna clase. Es más, yo creo que esa obra se la publicaron a Cela sólo por ser quien era, y con la excusa de que era una obra encuadrada dentro de la corriente experimental de la novela española de los años 60. Pero, en mi opinión, ese no es un argumento válido, porque, si comparamos la obra de Cela con "Tiempo de silencio" de Luis Martín Santos, que fue la novela inaugural de dicha corriente literaria, hallamos muchas diferencias, y una, fundamental: "Tiempo de siencio" sí narra una historia.

El caso es que esto no va a ocurrir ( que este texto se convierta en una novela), porque ya le he dado una extensión suficiente para esta entrada de blog, y, llegado a este punto, he decidido no escribir más hasta mañana, en que espero volver a escribir otra entrada al menos tan extensa como ésta, que en este momento doy por finalizada.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi último poema

ABURGUESAMIENTO

"Maldito Baudelaire, malditos Goethe y Borges,
que ahora que contemplo
la luna, no me dejan ver
la Luna."

Miguel D `Ors, "Nocturno (frustrado)"




La noche y el bohemio eran amantes.
Un día, el bohemio se cansó
de llevar esa vida y se hizo funcionario.
La noche no se lo perdonó
y el bohemio no volvió
a contemplar la luna.



Lo escribí hace unos días, y no es sino el resultado de lo que, en principio, había sido el intento de escribir un microrrelato (el segundo de mi cosecha- el primero de ellos es el que protagoniza la entrada anterior a ésta-). Definitivamente, a veces me cuesta mucho distinguir un microrrelato de un poema en prosa. Por otra parte, el poema en prosa se puede versificar y convertirse en un poema en verso libre. No estoy afirmando categóricamente que un microrrelato sea lo mismo que un poema en prosa, ni que convertir la prosa en verso conlleve una dislocación de género literario. Pero, en determinadas ocasiones, nos podemos encontrar ante un texto que reuna tal coincidencia de rasgos de varios géneros a la vez, de manera que pueda ser calificado de varias maneras distintas, e incluso que, según la forma alternativa que queramos darle (prosa o verso), se acabe inclinando en la balanza a favor de uno u otro molde genérico.

Eso es lo que me pasó a mí y este fue el resultado. Empecé escribiendo en prosa. Luego me di cuenta de que la prosa que estaba escribiendo tenía ritmo de verso (endecasílabo: "La noche y el bohemio eran amantes", "Un día, el bohemio se cansó", este último, un poco forzado; alejandrino: "... de llevar esa vida y se hizo funcionario."; heptasílabo: "a contemplar la luna."). Quedan dos versos sueltos ("La noche no se lo perdonó/ y el bohemio no volvió..."), si bien el segundo de ellos es octosílabo, cómputo métrico que, en este caso, no es válido como tal, pues los octosílabos no se combinan de manera habitual con los endecasílabos y heptasílabos, sino que suelen formar su propio esquema estrófico (el romance o el poema en octosílabos blancos, básicamente).

El contenido del poema me gusta bastante. Lo que no termina de convencerme es el título, que, si bien expresa lo que yo quiero decir (vida bohemia frente a vida burguesa, victoria de la vida burguesa y pérdida de los encantos de la vida bohemia), su contenido es demasiado explícito, evidente y prosaico. Quiero encontrar una alternativa más sutil, alusiva y sugerente para darle al poema un tono más indefinido y, también, para no ponérselo tan fácil al lector.

Lo único que quiero añadir es que espero que mi poema guste a quien lo lea.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Adicción

Al principio, no le dio importancia. Primero, fueron dos o tres palabras. Al cabo de un mes, ya había pasado de las palabras a frases enteras, y las frases acabaron convirtiéndose en párrafos. Cuando quiso darse cuenta, era demasiado tarde. Nunca pudo dejarlo. Se había enganchado a la lectura.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Huésped de las nieblas

El título de esta entrada hace referencia a la obra de dos autores. Uno de ellos es poeta y el otro, novelista. Me estoy refiriendo, respectivamente, a Gustavo Adolfo Bécquer (de quien he tomado el verso con el que he titulado este texto) y a Miguel de Unamuno, algunas de cuyas obras constituyen mis relecuras de los últimos días. El primer caso trata de las Rimas, en edición de Cátedra a cargo de Rafael Montesinos. Lo primero que quiero señalar es mi decepción ante una edición tan chapucera, especialmente en lo que a los poemas se refiere: multitud de faltas de puntuación o ausencias de la misma (comas sin poner o mal puestas, etc.). En segundo lugar, el prólogo de Rafael Montesinos me resultó aburrido, desordenado, y con demasiadas valoraciones del prologuista, que omite anécdotas que pueden resultar curiosas y muy amenas (hablando de un paseo del poeta con un amigo suyo, refiere lo siguiente: "Un día, al entrar en la calle de la Justa, ven en un balcón a dos muchachas. Sobre este lejano encuentro se ha malgastado mucha tinta y se ha escrito demasiada cursilería. A estas alturas, cualquier libro que aparezca- o se reedite- en ese tono resultaría ridículo." De este modo, el prologuista comenta la anécdota, pero no la desarrolla por no ser de su gusto, con lo cual deja al lector con la mie en los labios. Si no va a revelar el desenlace de ésta, mejor sería no haberla mencionado, cosa, por otra parte, que resultaría imposible debido a que una de las muchachas del balcón acabaría siendo una de las novias que tuvo el poeta sevillano.)

La otra obra de la que quiero hablar es Niebla, una de las novelas más famosas de Miguel de Unamuno. En primer lugar, me alegra decir que me resultó una lectura deliciosa, conmovedora, cómica y trágica al mismo tiempo. Su protagonista, Augusto Pérez, es un adinerado burgués que, desde la condición ociosa propia de su categoría social, se permite reflexionar sobre el amor y la existencia mientras camina por la calle yendo detrás de cualquier persona que le parezca curiosa o llamativa. Una de esas personas resulta ser Eugenia, de la que se enamora. Pero ella ya tiene a alguien en su vida: Mauricio, un individuo gandul que se complace en vivir mantenido por Eugenia. El caso es que, finalmente, Eugenia utiliza a Augusto, haciéndole creer que se casará con él, para fugarse el día de la boda con el otro, el gandul. Augusto toma la decisión de suicidarse, y en este punto empieza lo más interesante de esta historia.

La dimensión metaliteraria surge cuando el protagonista se dirige a Salamanca para comunicar a Unamuno, autor de la ficción que se narra, su decisión suicida. El novelista le dice a Augusto que no puede suicidarse, porque no es real: es un personaje ficticio creado por el escritor Unamuno, quien, ante la rebeldía de su propio personaje, se propone humillarle insistiendo en el carácter ficticio de aquél, lo cual, a través de una interesantísima conversación entre ambos, conduce a este último al extremo de querer matar a su personaje, que es lo que acaba sucediendo.

Me quiero centrar, como consecuencia de lo dicho anteriormente, en el personaje protagonista de la obra: Augusto Pérez es un personaje complejo. Partiendo de un estado de absoluta ingenuidad y candidez, Eugenia le moverá las entrañas y hará que su cuerpo y su alma despierten al amor y a las pasiones, lo cual le hace perder la inocencia y adquirir conciencia de la maldad y la hipocresía del ser humano (especialmente, cuando, sabiéndose manipulado por Eugenia, estalla de indignación: "¡Mira, Eugenia, por Dios, que no juegues así conmigo! La fatalidad eres tú; aquí no hay más fatalidad que tú..."). Burlado, pues, en lo humano por la mujer de la se había enamorado, y en lo existencial por su conversación con Unamuno, su autoestima, tan brusca y repentinamente quebrada, le conduce a la muerte, dictada, no lo olvidemos, por Unamuno, a quien no importa someter a su criatura a todo tipo de torturas emocionales tan sólo para regodearse en su condición de creador absoluto de este universo narrativo.

Es posible que la arrogancia, crueldad y arbitrariedad con que el escritor hace morir a su personaje guarde semejanzas con la idea que el mismo autor tenía de Dios. Quizá, debido al dilema existencial sobre la fe religiosa en general, y cristiana en particular, una cuestion que le preocupó durante toda su vida, quiso escribir Niebla para sentir él mismo las mieles omnipotentes de ese Dios que le torturaba continuamente. Podemos suponer que Augusto Pérez fue concebido precisamente para servir de desahogo ante esa frustración metafísica del escritor.

Muchas son las lecturas posibles de esta obra maestra de la Generación del 98.

martes, 1 de diciembre de 2009

Destino final

La serie de películas tituladas "Destino final" me hace reflexionar sobre la fragilidad del ser humano como especie biológica. Los personajes de de estas historias mueren con una facilidad pasmosa y, de las formas más rebuscadas que nos podamos imaginar. Las frágiles vidas se deshacen como la mantequilla al lado de una estufa. Mueren atropellados por un camión, aplastados por una viga de cemento, ahogados en una piscina, rebanados por un cortacésped, aplastados por el motor de un coche...

La muerte hace que las cosas se vuelvan contra sus creadores, que son las personas. El hombre se esfuerza por inventar objetos que le hagan la vida más cómoda, pero, en un momento dado, un accidente puede hacer que esos mismos objetos sean mortales, como ocurre en "Destino final". Es curioso cómo los seres más indefensos del universo son capaces de concebir y desarrollar unas máquinas que les pueden llegar a quitar la vida, porque las máquinas son fuertes, resistentes y pesadas, pero el hombre es débil, blando y ligero.

Hasta el artilugio más insignificante puede ser motivo de temor, porque basta que se den unas determinadas circunstancias, en las que ese artilugio desempeñe la función fatídica, para que uno acabe siendo pasto de los gusanos: un lápiz, una hoja de papel, una prenda de vestir, unas gafas... Cualquier elemento de la vida diaria puede acabar convirtiéndose en nuestro verdugo. Bien es cierto que, en la película de la que estamos hablando, este asunto es tratado con evidente exageración. Pero no deja eso de ser un aviso de que, en cualquier momento y en cualquier lugar, puede llegar nuestra hora.

Somos los animales más débiles, pero, también, los más inteligentes. El problema surge cuando la inteligencia se vuelve en contra de nosotros para aniquilarnos. Toda esta cuestión está relacionada con la "inteligencia artificial", de la cual tenemos testimonios, también cinematográficos, en producciones como Terminator o Matrix. La diferencia radica en que, en estos últimos casos, no se trata de la predestinación, sino de la pérdida de control, por parte del hombre, sobre sus propias creaciones. Para enmendarse, lo que aquél tendría que hacer es controlarse más y no ser tan ambicioso ni jugar a ser un dios. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, todo, absolutamente todo escapa de nuestro control, porque el destino, si es que existe, no lo elegimos nosotros, sino que se nos impone.

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Poema o microrrelato?

En el cuarto centenario de la publicación de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605 - 2005), mi particular homenaje a la genial creación cervantina fueron unos versos titulados "Sancho Meditabundo", y que transcribo a continuación:



En el lecho de muerte,
traicionó su identidad admitiendo su locura.

Don Quijote me engañó,
y yo me he vengado de él
mostrándole su propio desengaño.

Ahora ya no tengo razón de ser.

Me vuelvo a Barataria
a pasar el resto de mis días.




Es muy posible que, en este caso, la diferencia entre poema y microrrelato se halle, simplemente, en la disposición tipográfica del texto. Dicho de otro modo, si el texto, que está escrito en verso, lo pasamos a prosa, queda de la siguiente manera:



En el lecho de muerte, traicionó su identidad admitiendo su locura. Don Quijote me engañó, y yo me he vengado de él mostrándole su propio desengaño. Ahora ya no tengo razón de ser. Me vuelvo a Barataria a pasar el resto de mis días.



Como se puede comprobar, a veces la diferencia entre uno y otro subgénero de la lírica y de la narrativa,respectivamente, es muy tenue. Esto es debido a una razón fundamental: tanto uno como otro tienen unna característica común, que es la brevedad. El poema es breve por su propia naturaleza y el microrrelato lo es también, pero, en su caso, por imperativo de subgénero narrativo basado en la concisión, lo que le hace erigirse en plataforma de unión de dos elementos que son la brevedad y la narración de una historia. Es decir: el microrrelato tiene sus características propias de contar una historia y, a la vez, comparte un rasgo fundamental de la poesía, que es, de nuevo, la brevedad. Por tanto, podemos considerar el microrrelato como un género híbrido que se encuentra a medio camino entre lo narrativo y lo lírico. Tanto es así, que a veces podemos confundirnos y dejarnos llevar más por la faceta lírica y percibirlo en forma de poema, lo cual no deja de ser enriquecedor.

El microrrelato es una invención contemporánea que resume, en sus elementos formales, todos los rasgos innovadores que han ido produciendo el avance de la literatura a través de la Historia. Dichos rasgos se basan en uno que, por su importancia, contiene a los demás: el hibridismo, al cual podríamos denominar también, en términos estrictamente filológicos, polifonía o intertextualidad. Y es que el microrrelato es la quintaesencia de todo eso. Es la abstracción de todos los esquemas innovadores en los que se han basado las obras maestras de la literatura (Decamerón, Divina Comedia, Libro del buen amor, La Celestina...) llevada a la mínima expresión (en el marco de la adaptación a la inmediatez y rapidez de las nuevas tecnologías) . Es el triunfo posmoderno y definitivo de la libertad creativa frente a la preceptiva clásica.

En el fondo, la diferencia entre poesía y microrrelato es lo de menos, porque lo que los une es más grande que lo que los separa. Son hijos de lo mismo: la literatura.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Fuego cruzado

Era un fuego cruzado de saetas voladoras y afiladas. Dos bandos luchaban frente a frente al borde de una sima muy rocosa. Después, era una cuestión de supervivencia en medio de la mutua destrucción: se mataban unos a otros, se sorteaban las cuchilladas, las lanzas, las estacas... ¿Se mataban los unos a los otros o nos matábamos? Más bien fue lo segundo, porque, al final, yo también fui abatido. Pero fue un abatimiento noble y legítimo. Tenía que ocurrir. Fue mi propio padre a manos del destino. Un destino que fue la muerte generalizada. Todos, tarde o temprano, de una u otra forma, acabamos siendo inexorablemente víctimas de nuestros semejantes, que, a su vez, eran las víctimas de otras víctimas, y así, sucesivamente. Y yo luchaba por morir con un pensamiento equilibrado, cabal, heroico. Yo luchaba por morir pensando en Laura. Quería morir pensando en ella. Y, al final, lo conseguí: con mi sien izquierda atravesada por una fina estaca, y justo antes de caer al suelo para que la tierra me tragara, me dio tiempo a pensarlo para mis adentros: "Laura, te quiero".

jueves, 26 de noviembre de 2009

Política y microrrelatos

Hace un par de días firmé un comentario en el blog de mi amigo Alejandro Gamero sobre un texto que él había escrito en forma de microrrelato sobre la llegada a la Luna de Neil Armstrong el 21 de julio de 1969. El texto de Alejandro es precioso:

"Pisando la Luna, recordó que, de niño, soñaba con volar."

Se titulaba "Biografía de Neil Armstrong". Y el comentario que yo le hice no fue nada literario, sino político. En él, expresaba mi opinión sobre dicho acontecimiento histórico, que yo consideraba (y considero) un montaje de EEUU para hacerle la competencia a la URSS en la conquista del espacio: un aspecto más de la Guerra Fría, esa lucha las dos grandes potencias surgidas de la Segunda Guerra Mundial.

Realmente, mi consideración acerca de la cuestión es más emocional que racional. De hecho, creo que EEUU, ya por aquella época, tenía capacidad para viajar a la Luna y para mucho más. El problema es los dirigentes norteamericanos (no el pueblo norteamericano,contra el que no tengo nada) llevan pecando de adanismo desde que concluyó la Segunda Guerra Mundial. Se creen que lo han inventado todo (la democracia, la libertad, incluso el capitalismo, que fue la actualización contemporánea, por parte de sus papás ingleses, de un invento medieval de los comerciantes italianos,etc.), cuando, precisamente, son ellos el invento, el invento de Europa, el Viejo Continente.

A los astronautas del Apolo 11 se les propuso llevar la bandera de la ONU, representativa de toda la humanidad, pero ellos se negaron y exigieron llevar los colores norteamericanos para, llegado el momento de saborear el triunfo espacial, dejar muy claro de quién era el mérito.

En cualquier caso, lo más importante es lo que ha dado lugar a mi reflexión sobre este asunto: el microrrelato de mi amigo.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Babosos y aduladores en la República de las Letras

Esta tarde me he estado repasando algunos temas de literatura (Generación del 27, Novela Realista, novela anterior a la Guerra Civil, poesía de posguerra, Poesía hispanoamericana contemporánea y Renovación de la lírica española desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX). En relación con el último de los temas mencionados, he de decir que a algunos autores incluidos en él se les ha concedido demasiada importancia, y me estoy refiriendo a Miguel de Unamuno. Este autor destaca de manera brillante en la novela y el ensayo (Amor y pedagogía, Niebla, La agonía del cristianismo, etc.). Sin embargo, como poeta es demasiado mediocre, al menos para mi gusto. Ni siquiera El Cristo de Velázquez, su obra más audaz dentro del género lírico, resiste un análisis riguroso. Formalmente, sus endecasílabos recuerdan a los primeros balbuceos petrarquistas del marqués de Santillana en sus Sonetos fechos al itálico modo. Y, desde el punto de vista del contenido, se repite demasiado, y es que dos mil quientos son demasiados versos para describir algo tan austero y sencillo como es el famoso cuadro de Velázquez.

Me da mucha rabia que a un autor se le dé mucha coba con todo lo que ha escrito sólo porque sea muy conocido. Hay escritores, artistas en general, que han pasado a la posteridad con una sola obra (Juan Rulfo y su Pedro Páramo, por ejemplo). El mismísimo Cervantes reconocía que no era buen poeta. Entonces, ¿por qué la Crítica insiste tanto en sostener la figura del Unamuno poeta como si fuera brillante? ¿Sólo porque es Unamuno, y no Pepito Pérez? Es como aquello de que a Juan Ramón Jiménez le dejaran escribir con j todos los sonidos velares fricativos sordos ("antolojía" en lugar de "antología", por ejemplo), sólo porque era Juan Ramón.

A veces, los críticos e historiadores de la literatura son unos babosos y unos aduladores. Si Rafael Alberti llegó a orinar sobre los muros de la Real Academia Española, ¿qué importa? No era un cualquiera: era Alberti... Sus razones tendría.

martes, 17 de noviembre de 2009

Hoja en blanco (aprendiz de dramaturgo)

Quiero ser un hombre de teatro: escribirlo, representarlo, asisitir como espectador... Con la dirección escénica no sé si me atrevería. Creo que esa labor se la dejaría a mi novia, cuya vocación va por esos derroteros.

... Pero escribir teatro: diálogos, acotaciones, monólogos... Y, después, el gozo inefable de ver la propia obra llevada a la escena, que sería comparable al placer de verla publicada. Y dirigir uno mismo su creación, o permitir que lo hagan otros y plasmen su propia visión de lo que uno mismo ha sacado de su imaginación... Ese proceso tiene que ser muy enriquecedor para todas las partes que participan en dicha actividad. Porque el adaptador puede añadir significaciones nuevas a la obra original, y, a la vez, inspirar al dramaturgo para concebir nuevas obras de teatro, quizá a la luz de esas adaptaciones, o tal vez de cosecha totalmente propia.

Escribir teatro puede ser una hermosa manera de satisfacer una vocación artística en el sentido creador de la palabra, en su más amplia acepción. Me explico: alguien que tenga vocación literaria, por ejemplo, y que, a la vez, le pique la curiosidad por la expresión plástica, pero que esta última no se le dé bien (escribe muy bien pero no sabe pintar), puede encontrar en el teatro la forma de su satisfacer sus necesidades expresivas. Y si le sale bien la operación, puede llegar a alcanzar un éxtasis que bien vale la pena. Pienso en autores como Francisco Nieva o Fernando Arrabal, artistas escénicos completos, preocupados por todos los aspectos del teatro, de los cuales han dado cuenta en sus obras de forma magistral. A casos como estos me estoy refiriendo.

La palabra, en su inmenso poder referencial y evocador, puede acoger todo tipo de expresiones, no sólo las propias de naturaleza verbal: las formas plasticas, musicales, descritas con propiedad e imaginación, pueden llegar a fundirse, a hacerse mutua referencia, a auxiliarse recíprocamente si forman parte del mismo acto de creación artística. Y lograr armonizar todos estos elementos con éxito tiene que ser tremendamente satisfactorio.

¿Cómo se podría dar el primer paso para llegar a eso? En primer lugar, hay que leer mucho teatro y de todos los géneros, autores y épocas. Aprender de los maestros y de la tradición es la fase previa y necesaria para alcanzar una parcela propia, un estilo, un universo. En segundo lugar, hay que escribir mucho, probar, corregir,tachar, pulir... Hasta que surja la obra perfecta.

El teatro es un arma cargada de futuro.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Hoja en blanco (el poeta vampiro)

La vacuidad humana es un hecho contrastado. La falta de horizontes en la vida es la circunstancia vital más común de nuestra especie. Somos lo que somos, y no lo que queremos ser, porque la mayoría de las veces no queremos ser nada, porque ya somos nada sin pretenderlo, así que para qué pretenderlo, si nuestra miseria es rasgo constitutivo de nosotros mismos. Por eso uno se siente absurdo ante tanto absoluto sin sentido al lado de la propia pequeñez y tan frustrante insignificancia.

El absoluto no existe si no es la manifestación apoteósica del absurdo, porque el absurdo es lo único absoluto que existe. Es la irracionalidad omnipresente, omnisciente, asfixiantemente obvia, una obviedad que estrangula las más remotas esperanzas de hallar algún indicio de claridad y raciocinio entre tanta tiniebla densa, tangiblemente espesa, y tan pesadamente empalagosa que produce arcadas. El paladar y la garganta se descomponen de pura repugnancia, y el organismo viviente se vacía hacia fuera en una catarata de vómitos.

El absoluto no es una salvación, sino una condena. El absoluto es el infierno y amenaza con torturarnos eternamente ya en vida, esta vida que habitamos mientras soñamos con otra verdad más soportable.

La catarata de vómitos es la manifestación más habitual de una existencia basada en la resignación y la frustración... Lo que estoy escribiendo tiene demasiado sentido. Quiero escribir como García Lorca en El Público o Poeta en Nueva York. Quiero cansar al lector con palabras sin sentido. Quiero saturar su vista y que me odie y que jure, por lo más sagrado de su existencia, que no volverá a leer ni una sola letra que haya sido escrita por mi pluma sin querer cortarse las venas después de haberlo hecho. Eso, eso es lo que quiero: la sangre de mis lectores. Soy el poeta vampiro.

martes, 10 de noviembre de 2009

Diario de un opositor: segunda parte

Hoy es martes, y me toca exponer el viernes. Por tanto, quedan tres días para que llegue el momento de defender mi unidad didáctica. Creo que estoy preparado. Sólo me queda ensayar la exposición oral.

Qué ganas tengo de que todo pase y de estar preparado para lograr mis objetivos. Si me djieran ahora mismo que el examen es dentro de tres meses, me llevaría un alegrón.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Feliz cumpleaños, amor mío!

Toda mi vida

acaba de cumplir veintiséis años.

Por tanto, me felicito a mí mismo.

Por cierto: yo tengo veintiocho.

TE QUIERO CON TODA MI ALMA Y CON TODAS MIS FUERZAS, LAURA LÓPEZ BENÍTEZ.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Un verso de Jorge Guillén

"Soñaba la verdad con otra vida."

La primera vez que leí Cántico, en la Facultad, este verso es casi lo único que me gustó de todo el conjunto poético del autor vallisoletano. Tanta plenitud, tanta perfección, "beato sillón" y "vaso de agua" incluidos, además de un estilo demasiado nominal (excesiva ausencia de verbos), me parecieron elementos que se alejaban demasiado de la lírica que a mí más me gustaba.

La excepción a todo ello fue el verso que protagoniza estas reflexiones. Se trata de una expresión que contiene básicamente todos los elementos que un buen poema tiene que tener para mi gusto: en primer lugar, el molde endecasilábico casa muy bien con el tono de solemne resignación de lo que se quiere expresar (la vida no ha resultado ser como cabría esperar de la verdad, supuestamente considerada esta última como el ideal de libertad, igualdad y fraternidad, por definirla en términos liberales). En segundo lugar, no falta ningún elemento desde el punto de vista sintáctico (sujeto, verbo y complemento), si bien dicha estructura se encuentra poéticamente manipulada por el recurso retórico del hipérbaton (en este caso, verbo: "soñaba" , sujeto: "la verdad" y complemento: "con otra vida"). Y, en tercer lugar, la sencillez del contenido que, en consonancia con el molde métrico elegido, como se ha mencionado antes, contribuye a la naturalidad, transparencia, verosimilitud y, sobre todo, a la sinceridad del mencionado verso, frente a todos los demás poemas de Jorge Guillén, que, con todo ese contenido trascendental y vitalista vertido en unos versos tan cortantes (heptasílabos u octosílabos agurpados en décimas), no termina uno de creérselos (al menos yo) y de tomarse en serio la actitud que lleva al poeta a expresarse de esa manera.

Espero que nuevas lecturas de la obra guilleniana me hagan cambiar de opinión sobre la manera de ver la vida del poeta y sobre lo que impulsaba a éste a emplear su particular estilo para expresarla.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lección de humanidad

De ahora en adelante trataré de ser más humilde y menos pretencioso, más discreto y menos grandilocuente. A partir de ahora intentaré aprender un poquito de la gente que me rodea, de mis amigos, de mi novia y de mis seres queridos. No se es bueno en algo porque lo digan los demás, sino porque uno mismo lo sabe, porque conoce sus destrezas y sus capacidades, porque trabaja cada día por mejorar. La discreción es la virtud del sabio, y la madurez ya la serenidad son sus actitudes.

Con esto no pretendo decir que yo no sea una buena persona. Sencillamente, soy consciente de todo lo que me queda por aprender, asimilar y madurar, y digo todo esto estando al borde de la treintena de años. Y, como tampoco va a ser todo una lista de defectos, aquí viene una retahíla de virtudes: para empezar, soy una persona propensa a sentir admiración por quienes me rodean, lo cual me hace ser muy receptivo ante cualquier cosa que pueda aprender de los demás. En segundo lugar, creo que me conozco mejor que nadie y soy el primero en reconocer mis propios defectos, en relación a lo cual suelo alcanzar unos niveles de objetividad bastante considerables. Por poner un ejemplo: no me importa reconocer que soy una persona que siempre ha necesitado ayuda. Y quien no la necesite, que tire la primera piedra. Siguiendo con lo mismo, no sé si puedo decir que nadie me ha regalado nada en la vida, porque creo que no es verdad. Todos necesitamos algún empujoncito en algún momento a lo largo de nuestra existencia. Y repito lo dicho: quien esté libre de la tara, que alce la voz, porque aquí tiene un admirador. Con esto no trato de justificarme. Simplemente exhibo mis defectos y mis virtudes con naturalidad.

El caso es que se puede aprender mucho de los demás si uno reconoce que no es perfecto. Y yo he aprendido mucho esta semana de dos personas: Laura, mi novia, y Alejandro Gamero, mi amigo poeta.

Gracias a los dos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Diario de un opositor: primera parte

Hoy he comenzado a prepararme la defensa de la unidad didáctica nº 2, que trata del texto literario. Ya me estoy elaborando un esquema en el que voy anotando lo más importante y lo que voy a escribir en la pizarra. Lo cierto es que casi todo el desarrollo de la unidad, sobre el papel, es pura obviedad, tanto lo referente a los contenidos como los objetivos de área y de etapa, con sus correspondientes fundamentaciones legislativas (los archimencionados Real Decreto 1631/ 2006, para toda España, y Decreto 231/ 2007, para la Comunidad Autónoma de Andalucía).

Es algo evidente el hecho de que la literatura se enseña y se aprende con la lectura y el análisis de textos literarios. También es evidente que para desempeñar esa labor son necesarias determinadas técnicas, y según el tipo de texto que se analice (no es lo mismo un poema que un cuento o una obra de teatro). Y casi tan evidente como lo anterior es la metodología y secuenciación de contenidos tipificados en las leyes (evaluación de conocimientos previos- para fomentar el aprendizaje significativo-, actividades de refuerzo, ampliación.etc, todo ello basado en el libro de texto, en el uso de la pizarra y los espacios del aula, la disposición de los pupitres, las TIC, etc.).

Frente a todos estos elementos comunes, que, a la tercera o cuarta exposición oral, ya se han convertido en materia de aburrimiento y hastío para los miembros de un tribunal, se alza, de vez en cuando, la originalidad y brillantez de un opositor que sabe manejar los gestos, las miradas, los movimientos y el tono de voz. Un opositor que sabe exactamente qué tiene que escribir en la pizarra y cuándo hacerlo, así como qué tiene que borrar y cuándo tiene que hacerlo, bien para escribir un dato más importante que el anterior, o para que lo que había escrito hace cinco minutos no le comprometa ante el tribunal en forma de alguna pregunta que el opositor en cuestión no esté preparado para responder y tenga que improvisar.

El problema es que cada vez resulta más difícil resultar original, porque lo poco que queda por decir, crear, plantear o como queramos llamarlo, si es que algo queda, se le puede ocurrir a otro en lugar de a uno mismo, y esa ocurrencia genial de última hora puede ser decisiva para conseguir hacerse con la tan deseada plaza de funcionario.

En cualquier caso, la originalidad es la clave del éxito en una oposición de esta clase, y yo voy a intentar ser original para lograr el éxito. Si algo tengo a mi favor, es que no tengo miedo. Al contrario: estoy deseando salir a la pizarra y demostrar a mis rivales lo que valgo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Un relectura

Hoy he concluido la relectura de La Colmena, de Camilo José Cela. Estructuralmente, me recuerda a obras como El Giocondo de Francisco Umbral o La novela de un literato de Rafael Cansinos Asséns. Se trata de novelas que no tienen una línea argumental convencional (en el caso de la última de las mencionadas, hay que aclarar que ni siquiera es una novela, sino un libro de memorias). Son obras de carácter coral, plagadas de personajes, algunos de ellos con mayor protagonismo que los demás (Martín Marco en lo referente a la novela de Cela, por ejemplo). No están articuladas, por tanto, en forma de introducción, nudo y desenlace, con su inicio, su desarrollo y su final correspondientes, sino que su finalidad es plasmar un estado de cosas lo bastante complejo como para desarrollar sus pormenores, pero no de manera lineal, sino paralela, ya que se trata de varias historias simultáneas, partiendo, además, del modo in media res.

En mi opinión, La Colmena, más que una novela, es un fidelísimo y entrañable retrato de la miseria reinante en la España de la inmediata posguerra (años cuarenta) cuyos protagonistas se refugian en hábitos banales como fumar (el tabaco es un elemento a lo largo de las casi trescientas páginas del libro) o practicar sexo, ya sea por placer o por necesidad ( uno de los personajes femeninos decide prostituirse para reunir dinero y poder curar la enfermedad de su novio, postrado en la cama).

Camilo José Cela tiene la destreza y la habilidad para convertir todo lo sórdido de aquella època (que, en aquella época, sórdido era casi todo), en algo entrañable y patético, digno del cariño y la compasión del lector. Lo que, en otras circunstancias, o en la pluma de otro escritor podría causar repugnancia y rechazo, en Cela se hace querer y respetar. Y esto ocurre con cuaquier detalle de cualquier descripción de la novela, desde lo más importante hasta lo más banal. Las muelas cariadas de una señora que se dispone a meterse en la cama con su marido o las colillas de su cuñado que Martín Marco se guarda para fumárselas porque no tiene dinero para tabaco; la extremada indigencia en que vive un niño gitano que se dedica a cantar coplillas para recaudar lismosnas... Todo vale para reflejar la miseria de aquellos años, en este caso, además, teñido, como hemos señalado, de esa entrañable atmósfera de humildad y obligada conformidad con el tiempo que les ha tocado vivir por parte de unos personajes, algunos de los cuales se resignan y se conforman con lo que tienen, y algunos otros se aferran a una esperanza o una ilusión a la que agarrarse hasta poder salir del hoyo, algo que acabarán por conseguir o no. Eso no lo sabemos. Pero su creador nos hace amar a sus personajes lo suficiente como para desearles que lo consigan, que superen la mala racha y lleguen a ser felices cuanto antes.

La Colmena, considerada desde los tiempos que vivimos, nos hace reflexionar tan hondamente como para situarnos en una perspectiva desde la cual dar gracias por todo lo que tenemos, que, en nuestra sociedad capitalista y consumista, es algo que cada vez valoramos menos, ya que importa menos lo que hemos conseguido que lo que no hemos conseguido, porque la codicia es la actitud que mueve los hilos del sistema.

Creo que la novela de Cela es un alegato a favor de la humildad, la gratitud y, sobre todo, de la absoluta relatividad de las cosas materiales como brillante ejemplo de que no es rico o feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.

lunes, 2 de noviembre de 2009

De vuelta

Aquí estoy de nuevo disponiéndome a escribir unas líneas sólo por el placer de escribir, aunque no se me ocurra nada de qué hablar, si bien, no me faltan temas (lecturas, oposiciones, el fin de semana que acabo de pasar en Chipiona con Laura, Rosita y Ale...). El caso es ejercitarme en la tarea de la escritura al menos durante media hora diaria, tanto de cara al examen de oposición como por razones vocacionales.

Quiero empezar una novela sobre el escultor August Rodin, y, más específicamente hablando, en relación con su obra más conocida: El Pensador. Mi intención es introducirme en la mente de un artista plástico que crea, de la nada, una figura en la que se refleja una forma de ver el mundo. Me interesa mucho recrear, en términos de ficción, claro está, cómo una idea es concebida en la mente y traspasada al cincel para que éste imprima belleza sobre materia inerte y amorfa. Y quiero recrear todo esto de forma lírica y filosófica, porque creo que el asunto da mucho juego a mis intenciones. Sería como escribir un poema en prosa sobre la obra de Rodin. Creo que la idea es hermosa. Ahora falta ponerse a desarrollarla. Seguramente empezaré con unos apuntes que contendrán el esquema básico de la novela. Para empezar, ya tengo pensada la forma narrativa: un diario. Se tratará de las anotaciones que el escultor francés tome antes, durante y después de finalizada su estatua.

Es curioso: al final no he acabado hablando ni de libros, ni de oposiciones ni del fin de semana en Chipiona, sino de un proyecto literario. Y, ¿por qué ha sucedido esto? Pues ha sucedido porque, al término del primer párrafo de la presente entrada, se me ha venido a la cabeza ese pensamiento (la ¿futura?novela) y he abandonado los pensamientos anteriores, aquellos de los cuales supuestamente iba a escribir a continuación. Pero no ha ocurrido así, sino de la otra forma. Y es que la mente tiene estas cosas y funciona así. Como en una conversación, se empieza hablando de un asunto y se acaba hablando de mil cosas que no tienen nada que ver con el motivo que hizo encender la mecha de la comunicación. Y a mí, ahora, me ha pasado lo mismo. Ha sido como dejarme llevar sin más por el mero hecho de escribir por escribir, simple y llanamente para llenar líneas, renglones y párrafos, en una suerte de divagación metalingüística en forma de flujo de conciencia, a la manera de los grandes novelistas occidentales de principios del siglo veinte (Joyce, Faulkner, etc.), pero, en mi caso, con signos de puntuación y cierta coherencia en la redacción, de manera que, si alguien se toma la molestia de leer este texto, podrá extraer de su contenido una unidad temática y un resumen.

El caso es que quería escribir y estoy escribiendo, y llevo ya unos cuantos párrafos bastante abundantes, aunque, desde que escribí la primera letra hasta este punto, no haya dicho absolutamente nada importante y todo sean obviedades para hacer de relleno, algo así como los ripios de un poema mediocre.

El caso, mi querido lector, es escribir. Y lo estoy consiguiendo. Y me gusta, me gusta mucho. El ejercicio de las palabras es algo maravilloso.

Lo he conseguido.

jueves, 29 de octubre de 2009

De ahora en adelante

Veremos florecer nuevas hazañas.
Propósitos más dignos serán causa
de recompensas más satisfactorias.
Nuevas generaciones se preparan
para actuar en nombre de todo cuanto amamos,
y lo que merezcamos será el fruto

de lo que cosechemos

de ahora en adelante.



Estos son los versos con que concluyen Los afanes de la sangre, un conjunto poético que he presentado al Premio Adonais de este año. El título del poema es el mismo del blog que hoy inauguro con la presente entrada. He elegido esa expresión porque creo que, dadas las múltiples significaciones que puede abarcar, debido a su ambigüedad semántica, a su cobijo se puede acoger culaquier asunto interesante, desde lo más trascendente hasta lo más trivial.

Sólo espero darle a este espacio más continuidad que la que dediqué a mi anterior blog, que todavía, de hecho, está en funcionamiento: La verdad de Occidente. Aunque, bien pensado, con un título tan pretencioso y exigente puede llegar a ser logico el hecho de su abandono por parte de su creador, que fui yo.

En cuanto a esta nueva plataforma de expresion, espero que me ayude a ejercer la virtud de la constancia, pues me va la vida en ello si quiero ser escritor. Y es que uno de mis principales defectos es que tengo la costumbre de empezar muchas tareas y no acabar ninguna, y eso tiene que acabar (valga la redundancia).

Así pues, valga este primer paso como captatio benevolentiae para, literalmente hablando, captar la benevolencia y el interés de todo aquel lector que, en el ámbito de su ocio y desocupación (como diría Cervantes), tenga la generosidad, amabilidad y valentía de dedicar a mis divagaciones una pequeña parcela para su deleite y pasatiempo. Yválgame a mí este espacio para ejercitar diariamente, en la medida de mis posibilidades, y, sobre todo, de mi estado de ánimo, la prosa y el verso que, ojalá, un día llegue a proporcionarme alguna dosis de reconocimiento.