BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











martes, 3 de noviembre de 2009

Un relectura

Hoy he concluido la relectura de La Colmena, de Camilo José Cela. Estructuralmente, me recuerda a obras como El Giocondo de Francisco Umbral o La novela de un literato de Rafael Cansinos Asséns. Se trata de novelas que no tienen una línea argumental convencional (en el caso de la última de las mencionadas, hay que aclarar que ni siquiera es una novela, sino un libro de memorias). Son obras de carácter coral, plagadas de personajes, algunos de ellos con mayor protagonismo que los demás (Martín Marco en lo referente a la novela de Cela, por ejemplo). No están articuladas, por tanto, en forma de introducción, nudo y desenlace, con su inicio, su desarrollo y su final correspondientes, sino que su finalidad es plasmar un estado de cosas lo bastante complejo como para desarrollar sus pormenores, pero no de manera lineal, sino paralela, ya que se trata de varias historias simultáneas, partiendo, además, del modo in media res.

En mi opinión, La Colmena, más que una novela, es un fidelísimo y entrañable retrato de la miseria reinante en la España de la inmediata posguerra (años cuarenta) cuyos protagonistas se refugian en hábitos banales como fumar (el tabaco es un elemento a lo largo de las casi trescientas páginas del libro) o practicar sexo, ya sea por placer o por necesidad ( uno de los personajes femeninos decide prostituirse para reunir dinero y poder curar la enfermedad de su novio, postrado en la cama).

Camilo José Cela tiene la destreza y la habilidad para convertir todo lo sórdido de aquella època (que, en aquella época, sórdido era casi todo), en algo entrañable y patético, digno del cariño y la compasión del lector. Lo que, en otras circunstancias, o en la pluma de otro escritor podría causar repugnancia y rechazo, en Cela se hace querer y respetar. Y esto ocurre con cuaquier detalle de cualquier descripción de la novela, desde lo más importante hasta lo más banal. Las muelas cariadas de una señora que se dispone a meterse en la cama con su marido o las colillas de su cuñado que Martín Marco se guarda para fumárselas porque no tiene dinero para tabaco; la extremada indigencia en que vive un niño gitano que se dedica a cantar coplillas para recaudar lismosnas... Todo vale para reflejar la miseria de aquellos años, en este caso, además, teñido, como hemos señalado, de esa entrañable atmósfera de humildad y obligada conformidad con el tiempo que les ha tocado vivir por parte de unos personajes, algunos de los cuales se resignan y se conforman con lo que tienen, y algunos otros se aferran a una esperanza o una ilusión a la que agarrarse hasta poder salir del hoyo, algo que acabarán por conseguir o no. Eso no lo sabemos. Pero su creador nos hace amar a sus personajes lo suficiente como para desearles que lo consigan, que superen la mala racha y lleguen a ser felices cuanto antes.

La Colmena, considerada desde los tiempos que vivimos, nos hace reflexionar tan hondamente como para situarnos en una perspectiva desde la cual dar gracias por todo lo que tenemos, que, en nuestra sociedad capitalista y consumista, es algo que cada vez valoramos menos, ya que importa menos lo que hemos conseguido que lo que no hemos conseguido, porque la codicia es la actitud que mueve los hilos del sistema.

Creo que la novela de Cela es un alegato a favor de la humildad, la gratitud y, sobre todo, de la absoluta relatividad de las cosas materiales como brillante ejemplo de que no es rico o feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.

2 comentarios:

  1. La Colmena...no me gusta La Colmena...
    (ya he comentado, ea)


    ;)

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  2. Interesante entrada. Yo también considero que la Colmena es una obra maestra por muchas razones. No obstante, creo que te equivocas al considerarla un alegato en favor de la simplicidad de la vida. La intención creadora de Cela no es nunca rescatar simplemente los detalles banales, sino crear un ambiente sórdido, desasosegante aunque no necesariamente tenso. Comprendo que tu visión se apoya en tus concepciones morales y políticas (señaladas por tu perfil), pero la colmena, a mi juicio, no reclama ninguna vuelta a la simplicidad de las cosas, a la posibilidad de vivir sin lujos. Cada personaje, en su estrato social, tiene elementos grotescos o ridículos, junto a actos enternecedores. Esta ambigüedad es quizá el mayor logro de Cela, pero en modo alguno se trata de una crítica a la posesión. Todo lo más, habría cierta crítica a la apariencia, pero una crítica descorazonada, como sabiendo que eso no puede cambiar.

    Un saludo

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