BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











lunes, 20 de junio de 2011

El protocolo, una forma de censura

No existe manifestación humana más hipócrita y banal que el protocolo, en cualquiera de sus múltiples y patéticas manifestaciones. Es la apariencia hecha caricatura. Es el encorsetamiento artificial (valga la redundancia) que sirve para oprimir cualquier indicio de espontaneidad, de libre expresión corporal o verbal. Es la mordaza que acalla los verdaderos sentimientos y los gestos más nobles y auténticos. Es una fórmula burguesa de autocomplaciente solemnidad con la que se intenta dar importancia a aquello que no la tiene a fuerza de desplazar el verdadero interés del objeto que realmente merece esa consideración.

Esa es la mordaza que le han colocado a Javier Valderas en el Ayuntamiento de Lepe al jurar el cargo como concejal por Izquierda Unida. En un gesto de audacia, llevado por su propio sentido de la coherencia ideológica, este señor se ha saltado el protocolo al jurar su cargo por aquello en lo que realmente cree: el servicio a los ciudadanos. Dicho protocolo exigía, y exige, mencionar a la Constitución y al Rey en dicho juramento, pero Valderas, por lealtad a sus ideas y principios, ha omitido estas protocolarias menciones. El Alcalde de Lepe le ha obligado a repetir el juramento "correctamente" como concición insoslayable para ejercer el cargo político que Valderas se ha ganado por la vía del voto popular.

Y digo yo: ¿es que no es suficiente declararse al servicio de la ciudadanía a estos efectos? ¿No implica esto acatar la Constitución? ¿Y no son los ciudadanos de su municipio los que le han conducido a la obtención de ese cargo político? ¿No es lo más justo hacer el juramento en nombre de ellos única y exclusivamente, como muestra inequívoca, por parte del nuevo concejal, de su vocación de servicio público? En cuanto a la protocolaria mención al Rey, una solución para respetar la integridad ideológica del concejal podría ser la de nombrarle no como monarca, sino como Jefe de Estado. Sin embargo, los defensores de estas rancias fórmulas, tan impuestas como impostadas, no estarían dispuestos a ceder un ápice en su intención de perpetuar lo más obsoleto, inútil, ridículo y superficial de las tradiciones españolas.

Esa es la esencia del protocolo: dar más importancia a la forma que al contenido, especialmente cuando el contenido tiene poca importancia, que es la que se le está dando en este caso.

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