BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











lunes, 20 de junio de 2011

Salvar a Grecia a costa de los griegos

Se habla mucho últimamente del rescate financiero de Grecia, para el cual se exigen recortes sociales al gobierno griego. Si esto va a suponer una drástica disminución del nivel de vida de los ciudadanos de este país, ¿qué beneficios van a obtener estas clases medias? ¿Qué diferencia hay entre el estado actual de Grecia, sumido en la bancarrota, y el estado en que este país quedará después de los recortes económicos que le exigen la Unión Europea y el FMI? ¿Qué sentido tiene salvar financieramente a un país, si va a seguir sumido en el caos social?

Se supone, desde la perspectiva neoliberal, que el rescate financiero hará que los mercados recuperen la confianza y vuelvan a realizar inversiones, con lo cual la actividad económica se verá reactivada, y con ella, el consumo y el empleo, todo lo cual repercutirá positivamente en la mejora de las condiciones sociales de los ciudadanos. Pero, ¿a costa de qué? De privatizar todos los servicios, todas las instituciones, y de endeudarse hasta los tuétanos, y más allá. El estado de bienestar va a firmar su acta de defunción en Grecia antes del 3 de julio, que es la fecha en que vence el plazo que la UE ha puesto para que el gobierno helénico decrete la batería de recortes públicos que le es exigida. A partir de este momento, la cuna de la civilización europea y occidental se verá sometida al endeudamiento y a las arbitrariedades de los inversores privados. No le extrañe a nadie que, dentro de no demasiado tiempo, alguna empresa constructora decida recalificar los terrenos de la monumental Acrópolis de Atenas para demoler las ruinas y edificar una urbanización y un campo de golf para uso y disfrute de los mismos especuladores que van a salvar la economía griega.

La alternativa radicaría en aplicar políticas keynesianas: no privatizar, sino todo lo contrario. Fomentar el gasto público para estimular el consumo y la creación de empleo, con lo cual el estado de bienestar no solo no se vería en peligro, sino que, además, saldría reforzado. Rescate, financiación y endeudamiento, sí, pero sin la mediación de la banca, ni de las multinacionales. ¿Por qué van a beneficiarse del rescate los mismos agentes que han causado la crisis? Que toda la gestión fluyera por cauces públicos y estatales. De esta manera, Grecia seguiría perteneciendo al pueblo griego, pese a la gravedad de las circunstancias. Pero eso supondría respetar la integridad y el funcionamiento del sector público y, sobre todo, tomar en consideración a los grandes afectados por la crisis: las clases medias y bajas, que no tienen otra instancia protectora que no sea el Estado. Y eso no es rentable para los gobiernos europeos y occidentales, más preocupados por su reputación a ojos de los mercados, que por los ciudadanos que los han votado, y gracias a los cuales gozan del poder político. Y es que los mercados son más poderosos e influyentes que las personas, que, al fin y al cabo, lo único que hacemos es depositar una papeleta dentro de una urna cada cuatro años.

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