BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











lunes, 22 de agosto de 2011

Utopía

"Nada hay para mí tan importante como lo que todavía no existe." (Shakespeare, Macbeth)

Lo que todavía no existe constituye una plataforma infinita para la puesta en práctica de cualquier invención humana. Tiene la virtud y la ventaja de su gran potencialidad, de todo cuanto promete, de las expectativas que crea. Pero también conlleva un defecto y una desventaja el hecho de que todavía no ha sido realizado y, lo que es peor, que quizá no llegue a realizarse jamás.

Cuestiones como la justicia social y el reparto de riquezas son ejemplos de este tipo. Todavía no existen, pero pueden llegar a existir. Y, mientras esto no ocurra, hay mucha gente que no estará satisfecha. Se trata de la clase de personas que están más pendientes y preocupadas por los logros que pueden alcanzarse en el futuro que por aquello que ya se ha conseguido.

Lo que no tiene lugar, o no debería tenerlo, es todo aquello que resulta dañino, perjudicial y cruel para la humanidad. Sin embargo, esto es, precisamente, de lo que más abunda. Todas las utopías se ensañan con lo bueno, puesto que lo malo ya existe por defecto. Rousseau tuvo la audacia de rescatar las cuatro o cinco pepitas de oro que se hallaban enterradas en lo más profundo, viscoso y nauseabundo del océano de fango que es la existencia. Es poca cosa, pero es lo que hay, lo que siempre hubo y lo que siempre habrá. Algunos creen que merece la pena meterse en el fango para rescatar esas pepitas de oro. Otros, por cobardía, pereza o indiferencia, se encierran en su torre de marfil para dedicarse a cultivar una misantropía muy razonable. Lo importante es adoptar una postura ante esta cuestión. Y esa postura puede variar a lo largo de la vida. Uno puede empezar lleno de ilusión por cambiar el mundo, y terminar cansado y harto, de todo y de todos. También puede suceder lo contrario: empezar desengañado de la vida, escéptico ante todo, y que el propio desenvolvimiento vital le haga a uno alcanzar la fe del cambio positivo. Incluso pueden darse casos de total y absoluta monotonía, para bien o para mal. O lo que es lo mismo: empezar de una forma, continuar igual y terminar igual. Y esto puede afectar tanto a una actitud de compromiso como de indiferencia. Pero yo creo que estos casos son muy excepcionales, porque todo en la vida nos afecta y nos hace reaccionar y adoptar alguna postura con la que encarar nuestras circunstancias. De eso no se libra nadie, o casi nadie.

1 comentario:

  1. CAS:

    Yo creo que no es un cambio a tan largo plazo, sino que todos, en un mismo día, podemos querer cambiar el mundo, y al segundo siguiente, querer meterle fuego. Lo importante es saber reaccionar y responder en el momento preciso. Por ejemplo, España, en mi opinión, un país políticamente muy dividido (antes, ahora y para siempre) que sin embargo no quería entrar en una guerra (más bien que quería salir a toda mecha de la guerra en la que ya se encontraba). España se puso las pilas en UN SOLO DÍA para votar lo mismo, para salvar el culo, para dar su opinión cuando oyó mecionar su nombre. A España y sus españoles la guerra se la pelaba, y mucho (igual que ahora nos la pela Gadafi y toda su familia difunta y no nos vamos a meter) hasta que de pronto vio que su culito blanco estaba en peligro de volar por los aires (como así lo hizo) y reaccionó. Pues yo creo que el ser humano, en general, es así: egoísta. Ponemos el oído en las conversaciones ajenas hasta que escuchamos como se propuncia nuestro nombre, entonces nos entran los demonios por el cuerpo y luchamos con uñas y dientes por dejar clara nuestra postura, por querer cambiar el mundo y rebañar los restos de un heroísmo que tal vez no nos corresponda.

    He dicho ;)

    ResponderEliminar