BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











jueves, 11 de marzo de 2010

Contra la ley del aborto: muy propio de la Iglesia


La Confencia Episcopal Española va a gastarse ciento cincuenta mil euros en publicidad contra la nueva Ley del Aborto del Gobierno socialista. Este hecho implica, desde mi punto de vista, al menos dos aspectos dignos de reflexión.


En primer lugar, destinar un dineral como ese a la intención de promocionar una toma de postura respecto a una cuestión determinada (en este caso, la ley del aborto), me parece una gravísima frivolidad totalmente indigna de una institución cuyo reino, supuestamente, "no es de este mundo", y a la que le debería bastar y sobrar la fuerza de la Palabra de Dios para convencer a los ciudadanos de sus propios posicionamientos ideológicos sin tener que recurrir a un montaje mediático como el que tienen pensado realizar. En casos como éste, yo me planteo muy seriamente si decidirme definitivamente a solicitar la apostasía, porque, pese a que hace años de decidí dejar de ser católico, esto sólo se da de manera espiritual, ya que, sobre el papel, sigo perteneciendo a la Santa Madre Iglesia. Y me indigna profundamente que, en mi nombre, se vaya a destinar una tan sustanciosa cantidad de dinero a financiar una campaña publicitaria con cuyo mensaje no estoy de acuerdo. Me indigna ese afán de protagonismo, esa pose de victimismo forzado (ya que no se trata de un victimismo real, puesto que, en este país, los curas no tienen de qué ni por qué quejarse,si tenemos en cuenta que somos el Estado laico que mejor trata, y mantiene, a la Iglesia Católica). Me indigna, en definitiva, que los obispos piensen más en obligar al prójimo a pensar como ellos a golpe de billete que en ejercer la caridad cristiana. Que ciento cincuenta mil euros son muchos euros, y más aún tal y como están las cosas, en plena época de crisis económica. Ya podrían destinar ese dinero a ayudar a los feligreses a llegar a fin de mes, como justa correspondencia a las donaciones que esos mismos fieles les echan a ellos en la cestita cada domingo.


En cuanto a la cuestión del aborto, hay que hacer varias precisiones. En primer lugar, creo que todos estamos de acuerdo en que el aborto, como tal, es una tragedia. No creo que exista mucha gente que se alegre de que una semilla de vida concebida en el vientre de una mujer trunque su evolución, desarrollo y nacimiento. Lo que sucede es que, en determinadas circunstancias, esa interrupción se hace inevitable por la situación de la madre. Y,precisamente, es en esa situación íntima y personal donde la madre debe tener libertad para decidir lo más conveniente, tanto para ella como para el embarazo. Traer un niño al mundo debería ser un acto supremo de alegría, de amor, entrega y generosidad producido en las mejores condiciones posibles y con plena conciencia del paso que se está dando. A veces, sin embargo, la situación en que una mujer se queda embarazada dista mucho de ser la más adecuada, y, entonces, es ella misma, la mujer afectada, la que lleva otra vida dentro de sí, quien debe decidir, con plena libertad, conciencia y sentido de la responsabilidad, lo que hay que hacer.


El aborto no es un crimen ni un asesinato. El aborto es el triste resultado de una decisión tomada libre y legítimamente por la persona más afectada en cuanquiera de los casos posibles: la madre. Y que el aborto sea,como he dicho, triste, no le resta legitimidad ninguna, porque la decisión de interrumpir un embarazo de forma voluntaria no se toma a la ligera, y si se hace, ahí está la ley para poner las cosas en su sitio. Y es que no toda clase de embarazo está permitida, sino que la legislación correspondiente establece una serie de supuestos, todos ellos muy razonables, que permiten llevar a cabo la interrupción voluntaria de la concepción biológica.


No obstante, también quiero decir algo sobre esta reforma de la ley del aborto, y es que no me parece razonable depositar en chicas adolesentes de dieciséis años toda la responsabilidad a la hora de tomar una decisión tan importante como es la de traer al mundo una nueva vida. Lo considero tan frívolo, imprudente y desmesurado como el hecho de que la Iglesia se vaya a gastar el dinero de los contribuyentes en montar una campaña publicitaria para criticar esa misma cuestión. Si la legislación actual establece el comienzo de la mayoría de edad a partir de los dieciocho años, los señores parlamentarios deberían mantener la coherencia para que no se produzcan disparates como éste. Si, al final, acaba prosperando esta propuesta, los señores responsables, con el objetivo de equilibrar la situación, deberían proponer rebajar la mayoría de edad a los dieciséis años, para que, de esta manera, al menos la nueva propuesta sobre la ley del aborto sea jurídicamente congruente con lo que marca la Constitución Española.

2 comentarios:

  1. Uffff, qué temita has escogido hoy...

    Yo pienso:
    1- No deberían hacer campaña política con algo tan serio.
    2- La Iglesia debería tener voz, pero no voto.
    3- Estoy hasta la pepita de ver imágenes desagradables que intentan comprar mi ideología, a cambio de la destrucción de mi sistema digestivo.
    4- Yo estoy completamente a favor del aborto, y no me da vergüenza reconocerlo. Y no es que esté de acuerdo "en algunos casos" -esa era mi opinión a los quince años- sino en todos. Es una opción que siempre debería poderse tener en cuenta. Hasta que no te topas con el embarazo no sabes cómo vas a reaccionar, y no sabes qué vas a decidir.
    5- Un niño deber ser un motivo de alegría. Traerlo al mundo debería ser una decisión meditada y madura.
    6- No debemos confundir feto con niño. No es lo mismo.

    He dicho

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  2. Rafita, estoy total y absolutamente de acuerdo con todas y cada una de tus afirmaciones en esta entrada, así que creo que sobran más palabras en mi comentario.

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