
Hasta que Hu Jintao se convierta en otro indeseable Gadaffi, nosotros los occidentales en general, y, en este caso, los españoles en particular, seguiremos practicando la hipocresía institucionalizada en forma de acuerdos de cooperación e inversión para que nuestras deudas fiscales disminuyan a costa de un aumento de nuestras deudas morales. Solo le falta decir a Zapatero de China lo mismo que dijo Bono de Guinea Ecuatorial: que lo que nos une a ellos es más que lo que nos separa de ellos. Cuantas más estupideces se dicen o hacen, mayores son el embarazo y la vergüenza con que después se reconocen los errores cometidos, si es que se llegan a reconocer: ya sabemos que los profesionales de la política no suelen contar con la autocrítica en la lista de sus virtudes.
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