BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











sábado, 12 de noviembre de 2011

Notas sobre poesía barroca

He llegado a una conclusión: odio las letrillas populares de los poetas barrocos españoles. Me resultan soberanamente aburridas y monótonas, creo que por su excesiva extensión. Un ejemplo, "Dejadme llorar,/ orillas del mar". Creo que esta vertiente imitativa de la poesía del siglo XVII constituye un lastre dentro del panorama lírico del periodo. Yo, desde luego, me quedo con las versiones originales, las que se remontan a los primeros balbuceos expresivos de la Edad Media, y que comparten protagonismo con las jarchas mozárabes y las cantigas galaicoportuguesas. Me quedo con la espontánea brevedad de perlas como ésta:

Miraba la mar
la malcasada,
que miraba la mar
cómo es ancha y larga....

o ésta:

Al alba venid, buen amigo,
al alba venid.
Amigo el que yo más quería,
venid a la luz del día....

Lo original es siempre lo mejor, y, en este caso, ni siquiera igualado, mucho menos superado, por figuras tan brillantes como Lope, Góngora o Quevedo, los tres grandes autores barrocos de nuestras letras españolas.

Siguiendo con Lope, creo que, de toda su producción lírica, me quedo con ese pasaje de La Dorotea que empieza con esos versos tan famosos: "A mis soledades voy,/ de mis soledades vengo,/ porque, para andar conmigo,/ me bastan mis pensamientos." Toda la vertiente senequista de la época se encuentra expresada a la perfección en este hermoso romance, el cual contiene, en las palabras que lo articulan, encerradas las grandes verdades de aquella época de crisis política, económica y social en la que muchos optaron por refugiarse en los aspectos más sencillos de la realidad frente a los excesos de los monarcas, artífices de la bancarrota nacional y de las guerras de religión.

Creo que este poema iguala en calidad a algunos de sus sonetos más conocidos, como "¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?" o "Soneto de repente"( "Un soneto me manda hacer Violante..."). En realidad, tratándose de un genio como Lope, siempre hay dónde elegir, y, siempre, de lo mejor de nuestra poesía.

1 comentario:

  1. No te falta razón, Rafa. Tal vez seas excesivamente riguroso con los clásicos (aunque luego exculpas parcialmente a Lope). Las circunstancias eran otras y, en cualquier caso, hay que reconocerles el papel que desempeñan en la dignificación de lo popular.
    La elementalidad primigenia, con todo, siempre perdura.
    Un abrazo

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