BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 17 de febrero de 2010

Siento en mi alma heridas de muerte las palabras

Parafraseando al gran Alberti, mi ilustrísimo tocayo, quiero expresar mi estado físico e intelectual de los últimos días. Después de una temporada de fecunda inspiración, de brillante retentiva, especialmente con los temas de Oposición, me encuentro postrado en un estado de cansancio, espesura y agotamiento mental. Y esto se refleja, evidentemente, en mis hábitos de estudio y lectura. Con los temas, me da la impresión, después del último simulacro de examen realizado en Claustro, de haber desconectado, cuando no es así de ninguna manera, más bien al contrario (teniendo en cuenta el poco tiempo que queda para los exámenes). Y, con las lecturas, la cosa está peor: se me atragantan algunos libros (Locura y muerte de Nadie, de Benjamín Jarnés, obra que he escogido para ampliar el tema de la novela española anterior a la Guerra Civil. ¿Alguien se la ha leído y se ha enterado de algo? Yo, desde luego, no.).

Si bien es cierto que esta clase de altibajos mentales es habitual en mi caso, nunca me acostumbro, ni quiero acostumbrarme. Ojalá la inspiración, la lucidez, la retentiva, la agilidad mental y, sobre todo, la voracidad lectora, fueran constantes e inacabables, pero no es así. Sólo espero que, cuando llegue la hora del examen, me pille en estado de gracia y me encuentre en las mejores condiciones posibles para hacer un buen ejercicio.

2 comentarios:

  1. Tio, qué pesao y qué llorón eres...
    ¡deja de quejarte y ponte a estudiar!

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  2. Yo creo que todo esto no te pasa exclusivamente a ti, sino a todas las personas. Pero como nada es eterno en esta vida, seguro que pronto te volverá la inspiración.

    Mientras tanto, aunque no con esas palabras, te digo lo mismo que te ha dicho Lau, jejeje. A darle caña Rafita, porque así pronto retornarán los frutos.

    PD: No te tomes a pecho lo que tu tocayo viene a decir también en ese mismo poema: aun en los momentos de falta de lucidez, las palabras sí que sirven -al menos para con las personas de bien-. Y, como las oscuras golondrinas de Bécquer, volverán en tu mente las ideas a brotar.

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