BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 6 de abril de 2011

Lecciones de economía neoliberal, por Amando de Miguel

Según el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, la culpa de la crisis económica la tiene el gasto público, que es, por definición, improductivo. En su opinión, habría que reducir a la mitad todo el aparato burocrático estatal y dejar más espacio a la iniciativa privada. Yo esto último lo comparto en parte, y según qué entendamos por productividad. Porque lo que está claro es que no es lo mismo hablar de productividad dentro de la empresa privada que cuando hablamos del sector público. Se supone que, en el primer caso, ser productivo conlleva la obtención de beneficios económicos, y cuantos más mejor, a costa de cualquier otra consideración, y teniendo, como únicos límites legales, los de la oferta y la demanda. La productividad en el sector público, evidentemente, va por otros derroteros y es definida en función de parámetros muy distintos: el servicio al ciudadano, las ayudas a los que menos recursos tienen y, entre lo más importante de todo, tratar de compensar, en la medida de lo posible, los abusos del sector privado.


El problema es que el señor Amando de Miguel tiene una mentalidad capitalista que le impide apreciar todas las dimensiones del concepto, porque la semántica del verbo "producir" no solo atañe al dinero. Se puede ser productivo en muchos sentidos, y la producción de bienestar social es la razón de ser del Estado, y el Estado necesita recaudar fondos para convertirlos en el gasto público con el que costear las necesidades de los ciudadanos, y eso, afortunadamente, no tiene nada que ver con las leyes de la oferta y la demanda, en cuyo universo rigen valores como la ambición, la codicia, el materialismo y el individualismo en el peor de los sentidos.


Sí es cierto que existen muchas formas de gestionar los recursos públicos desde el gobierno, pero esa es otra cuestión. Hay que saber administrar los presupuestos estatales e invertir en los sectores estratégicos, que son los más importantes, aquellos que más afectan a las necesidades reales de los ciudadanos, al margen de intereses políticos y partidistas, tal como se administran los asuntos públicos en el ámbito municipal. Y es cierto que, actualmente, existe un cupo sobredimiensionado de recursos innecesarios, especialmente en cuanto a procedimientos burocráticos, que generan una

cantidad de papeleo que supone un despilfarro de recursos naturales, Eso, por una parte. Por otra, tenemos el asunto de los coches oficiales y lujos innecesarios de ese tipo, cuyas partidas presupuestarias podrían haberse utilizado para sufragar otras necesidades infinitamente más urgentes, como la de reducir las listas de espera en los hospitales públicos o prolongar los subsidios a los parados de larga duración que no encuentran trabajo y que una vez al mes tienen que madrugar y hacer cola en su oficina del INEM para que les sellen su tarjetita que les acredita como personas que no tienen trabajo. No se trata, por tanto, de fomentar el parasitismo social, que es para lo que algunos creen que sirve el Estado del Bienestar. Se trata de ayudar a los que quieren hacer algo y no pueden porque no tienen recursos, no de que una minoría de personas honradas y trabajadoras mantenga, con sus impuestos y cotizaciones, a una mayoría de gandules.


Me parece acertado, por tanto, replantear en qué es más urgente invertir, pero de ahí a intentar desacreditar al sector público incurriendo en la demagogia de exigirle el mismo tipo de productividad que se exige en cualquier empresa privada, se produce un salto al vacío tan profundo y negro como la enorme falacia que esta clase de argumentos constituye.

2 comentarios:

  1. ¿Si ellos no viajan en primera las listas de urgencia de los hospitales se reducen?
    ¿Tú crees?
    Hace mucho que no vas al hospital, ¿verdad?

    Pero es verdad, deberían darnos ejemplo y no vergüenza.

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  2. Rafa, bastante de acuerdo con tu opinión. Solo una referencia en lo relativo al crecimiento que es el objetivo aceptado por todos, cosa que no ocurre por desgracia en el aspecto social.

    Lo primero que debo decir es que me resulta casi cómico tener que volver a constatarlo pero parece que la dialéctica de algunos vuelve a llevarnos al mismo término: negar la evidencia y afirmar lo más excéntrico. Y lo que pasa, es que la crisis que estamos viviendo ha sido producto de una burbuja inmobiliaria debida a la inversión privada, favorecida por la desregulación y las reformas fiscales que se han venido haciendo los últimos lustros y décadas. Si lo que ahora se está pidiendo es profundizar más por esa vía u olvidarnos del gasto público muy probablemente estemos fijando las bases de crisis peores.

    Hay que reseñar que cuando nos hablan del incentivo privado y de su tesón en procurar el crecimiento y buscar el beneficio se olvidan de que ese mismo empeño lo tiene también, y bien resuelto, para abandonar a la producción cuando así lo estima conveniente, como bien ha constatado la Economía Aplicada. Solo hace falta recordar que la bajada más acusada con diferencia en los componentes del PIB 2008-2009 fue en la inversión privada, no así el consumo y el gasto público(bendita ineficiencia).

    Lo que es criticable de la inversión pública son sus fallos de forma(bien conocidos por todos) y no de fondo. Y el trasfondo de la crítica que recibe más bien me parece que es para ubicarla como causa fundamental del problema, lo cual no es sino una falacia. Porque hablando de gasto público, lo que hay que señalar que se trata del único componente de la demanda agregada que puede estabilizar los ciclos económicos, que son originados por las fluctuaciones periódicas en la inversión privada, que cuanta más libertad tenga tanto más acusadas son.

    Se puede considerar que muchas de las medidas que se proponen, de argumentación más que dudosa, van más orientadas a contentar a ciertos intereses que a estimular el crecimiento económico. Es entendible que se gana confianza al ver que se reducen los impuestos y se flexibiliza la contratación, pero al haber poca demanda y verse reducida aún más por los recortes, se elimina el estímulo fundamental para ponerse a producir: el consumo, que es lo que lleva al crecimiento y a la reducción del paro, al haber aún menos demanda a la que atender. Así lo constatan los efectos de políticas de reducción de gasto en otros países europeos como el Reino Unido, que han provocado más recesión o aletargado la recuperación, datos de sobra comprobados por reconocidos economistas como Krugman o Stiglitz.

    En esto habrá que volver a recordar, como dijo Keynes, que al final y a la postre deben ser las ideas(bien fundamentadas por la ciencia) las que deben guiarnos hacia el futuro y no los intereses creados. Y en este caso solo bastaría con mirar un poco hacia atrás para apreciar las evidencias.

    Aprendamos de los errores del pasado que si no se repetirán y reproducirán las crisis a escala aún mayor, y en esto es evidente que el sector público es el único que puede garantizar un crecimiento sostenido. Esperemos tomar buena conciencia de ello y sobre todo que la gente de la que más dependemos también lo haga.

    Pablo Arango, economista keynesiano y gran amigo

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