BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











jueves, 17 de diciembre de 2009

En defensa de la Real Academia Española (respuesta a una entrada de blog)

La plataforma virtual en cuestión tiene por título Pesle Mesle, y su autora (por lo que supe después, se trata de una mujer dedicada profesionalmente a la Traducción, licenciada en Lingüística y que, además, cuenta en su haber con un libro de poemas publicado) responde al nombre de "aa".

El texto se titula "La R.A.E. es el Mal" y está fechado el 12 de julio de 2009. A continuación, procedo a transcribirlo íntegramente:


"ATENCIÓN: va a haber procacidad en lo que sigue. Bastante, porque éste es un tema que me calienta pero bien.

No tengo ni idea de por qué, pero estaba acordándome hoy de dos ocasiones en que mi modo de escribir (o de hablar) fue corregido en el ámbito académico. La primera vez yo estaba en 4º de E.G.B., o sea que tendría unos 8 o 9 años. Había entregado una redacción, una actividad en la que siempre obtenía la nota máxima porque sabía usar la puntuación y no cometía faltas de ortografía. Y entonces la profesora me devolvió la redacción con un enorme círculo rojo alrededor de la palabra “hall”, que ella había sustituido por “vestíbulo”. Porque “hall”, claro, es un anglicismo, y los anglicismos eran malos, perversos, y había que evitarlos para no contaminar la prístina lengua castellana. Daba igual que fuera la palabra que se usaba (y se usa) en casa de mis padres, y que para mí el vestíbulo fuera lo que hay en un hotel o un teatro. Creo que me puse a hiperventilar de la furia.

La segunda ocasión tuvo lugar ya en la carrera, en Lingüística. El profesor mencionó ejemplos de variedades lingüísticas regionales que eran consideradas no-normativas. Un ejemplo fue “arrascar” por “rascar”, lo cual me hizo gracia (nunca lo había oído antes). Pero el segundo ejemplo fue “lo hay que hacer” por “hay que hacerlo”. Era, me dijo el profesor, no recuerdo bien si un “aldeanismo” o un “asturianismo”. O las dos cosas. Ambas cosas son malas, por supuesto.

No soy muy dada a los símbolos, pero hace años que adopté la costumbre de, cada vez que paso por el edificio de la Real Academia de la Lengua en Madrid, escupir delante (en la acera). Creo que esta institución, nazi, nefasta, delirante, abominable, repugnante, trasnochada, ridícula, fachosa, ha sido increíblemente perniciosa, si no para la lengua — no se hace daño a una lengua así — sí para la comprensión de lo que es una lengua entre los españoles (creo que, por suerte, los hispanoparlantes americanos pasan soberanamente de estas chorradas.)
“Limpia, fija y da esplendor” es uno de los lemas más estúpidos existentes, y que refleja bien el carácter de la institución. Una lengua no es un bibelot dieciochesco, no es algo que pueda limpiarse y preservarse para toda la eternidad en su pedestal en el museo. Creo que una analogía más adecuada sería con una fuerza de la naturaleza. Puedes cargarte una lengua, por supuesto (aunque cuesta, por lo general), pero no puedes impedir que cambie. Y ESO NO ES ALGO MALO.

Lo que realmente, realmente me cabrea es que la PUTA ACADEMIA DE LAS NARICES ha conseguido que la mayor parte de los españolitos estén convencidos de la necesidad de su existencia. El Diccionario de la RAE, que cualquier lingüista mínimamente competente sabe es UNA PUTA MIERDA, es empleado como diccionario de referencia en editoriales, publicaciones, y agencias de traducción. Lo mismo con la gramática, que contiene tales perlas como que no se debe usar “detrás mío” sino “detrás de mí” — CUANDO “DETRAS MÍO” APARECE YA EN GONZALO DE BERCEO. ¿O era un “vasquismo” de Berceo? Estoy HASTA LOS HUEVOS de que la gente me diga “esa palabra no existe” o “eso no está en el diccionario de la RAE” para deshacerse de una palabra que no han oído antes y que, por supuesto, por ese mismo motivo no les gusta (la PUTA RAE ha convertido a la población española en una población monstruosamente conservadora desde el punto de vista lingüístico). Y, por supuesto, véte a cuestionar la existencia de la RAE o el uso de su MIERDA DE DICCIONARIO — la gente se escandaliza más que si hubieras sugerido usar niños en vez del pavo de Navidad. Incluso personas cultas e inteligentes como mi madre dicen que “hay que proteger la lengua” (como si el español fuera el lince ibérico), que “necesitamos criterios, necesitamos conocer la gramática” (cuando cualquier niño de tres años tiene la gramática perfectamente en el cerebro), que si no “las palabras perderían su sentido” (porque, por supuesto, el sentido de las palabras viene dado por una institución centralista, retrógrada, y reaccionaria impuesta por un rey francés). Aaaaaargh.

EL INGLÉS NO TIENE REALES ACADEMIAS DE LOS COJONES, Y BIEN QUE LE VA. (El único lugar de habla inglesa donde hubo algo parecido fue en Sudáfrica. Posiblemente porque apartheid y prescriptivismo lingüístico ocupan un mismo espacio mental). Las lenguas, por su propia naturaleza, son promiscuas, se mezclan con cualquiera, y no precisan de un maldito cinturón de castidad que las mantenga en un supuesto estado virginal primigenio que JAMÁS EXISTIÓ. Miren las glosas silenses y milanenses, supuestamente los primeros ejemplos de “castellano” (sea lo que sea eso — ésa es otra) escrito: anotaciones al margen en textos latinos por monjes bilingües que también apuntaban en vasco el sentido de las palabras latinas que no entendían. Y así en adelante.

¿Cómo se puede respetar a una institución que tiene como miembros a — en serio — Arturo Pérez Reverte y el esbirro de Polanco? ¿Por servicios a la literatura? (Y ésta es otra — ¿por qué demonios mezclar la lengua con la literatura? Y mejor no hablar del daño infligido por el señor Lázaro Carreter, que ojalá esté ardiendo en el infierno, con sus libros de texto de literatura española.) ¿Qué carajo saben ésos de lingüística? Aunque realmente da lo mismo, puesto que la único misión vagamente apropiada de la R.A.E. debería ser producir un diccionario potable, tipo el Oxford English Dictionary. Pero, por supuesto, partiendo de un enfoque prescriptivista, es completamente imposible hacer tal cosa. Un buen diccionario dice lo que hay, no lo que debería haber. Así que no está muy claro para qué cojones están los excelentes señores miembros de la Academia — ¿para, como en el caso de Ansón, sugerir que el diccionario debería recoger el término “collones” en vez de “cojones”, porque es mucho más literario y al señor Ansón personalmente le gusta mucho más? Manda carallo.

Lo dicho — la R.A.E. es el Mal encarnado. Y no en el sentido sexy de Darth Vader o el Diablo, sino más bien en el sentido Eichmann. No la banalidad del Mal, sino la ESTUPIDEZ CRIMINAL del Mal. Y mejor lo dejo, porque me hierve la sangre otra vez de sólo pensar en el tema. Grrrrr."



Después de leerlo, le contesté con el siguiente comentario:


"Me propongo responder a un texto escrito, creo, desde la más absoluta ignorancia de los estudios más recientes sobre gramática española.

Pero,antes de abordar el asunto, quiero exponer mi defensa de la Real Academia. Las diferencias y las variedades de un fenómeno sólo se pueden apreciar y respetar si aquéllas tienen elementos comunes, los cuales se manifiestan en forma,en este caso, de norma culta o estandar. Si esa regla común no existiera, no podríamos entendernos, porque, además, de ella emanan todas las variedades diatópicas, diastráticas y diafásicas. La lengua castellana es como la Constitución Española: dentro de ese marco legal, válido y obligatorio para toto el país, se han desarrollado los Estatutos de Autonomía. Pues con el idioma ocurre lo mismo. Además, por muy tolerantes que nos pongamos, no podemos dar validez o legitimidad a cualquier expresión lingüística que esté mal formulada, y esto es aplicable a todos los niveles (fonético- fonológico, morfosintáctico y léxico- semantico). No es lo mismo un leísmo (nivel sintáctico) que un infinitivo “haber” escrito sin “h” y con “v”. Casos como este último son intolerables, por ética y por estética, a no ser que consideremos moderno, progre o políticamente correcto aplaudir la ignorancia y el analfabetismo.

Las palabras, la sintaxis, el léxico y la semántica tienen una Historia y unos orígenes muy claros en la mayoría de los casos. En cuanto al castellano, sus orígenes están, mayormente, en el latín y el griego, y, en menor medida, y según los avatares históricos, en las lenguas germánicas, el árabe, el provenzal, el italiano, el francés y el inglés (sin olvidarnos del sustrato de las lenguas prerromanas). Evidentemente, a este acervo cultural hay que añadirle las propias aportaciones autóctonas, pero siempre teniendo en cuenta de dónde proceden nuestras formas de expresión verbal, a las cuales los usos actuales deben servir de enriquecimiento, no de degradación, que es lo que creo que el autor del texto al que respondo pretende hacer.

Por último, y a lo que me estaba refiriendo al principio de estas líneas, insisto en que sólo la más absoluta ignorancia sobre el tema es lo que puede haber causado la tan encendida como chabacanamente expresada indignación del autor del texto anti- RAE, por llamarlo de alguna manera. La persona en cuestión, si estuviera mínimamente informada, sabría que todos los estudios lingüísticos, desde Saussure (1916, principios del siglo XX), son de carácter descriptivo y no prescriptivo, incluidos los de lengua castellana. Concretamente, me permito mencionar la obra más extensa y exhaustiva sobre estudios gramaticales en castellano: la Gramática Descriptiva de la Lengua Española, en cuatro tomos. En las páginas de esta obra hallará esta persona el registro de todos los usos no académicos de los hablantes del idioma castellano. Eso, en cuanto a gramática. Diccionarios tampoco nos faltan: desde el más antiguo, el María Moliner, hasta los más recientes (Diccionario del Español Actual, Diccionario Panhispánico de dudas, etc.).

Dicho lo cual, aconsejo a la persona que ha escrito el texto de arriba que la próxima vez, antes de soltar tal sarta de disparates, y de la manera en que lo ha hecho, que se documente un poco."


4 comentarios:

  1. Pues no soy yo muy pro-RAE tampoco, pero después de leer el texto de esta persona tan exaltada y el tuyo, comedido y sin estridencias, te doy la razón. Un abrazo.

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  2. Estimado Rafa Parra Soler:

    puesto que usted ha publicado mi post y su respuesta en su blog, creo que es justo incluir también mi propia respuesta a su comentario:

    (a) La persona que escribió el texto en cuestión (yo) cuenta con una licenciatura en Lingüística, se dedica profesionalmente a la traducción, y ha publicado un libro de poemas, con lo que considera que tiene cierta idea sobre el lenguaje y su estudio.

    (b) Evidentemente, existen diferencias entre variedades lingüísticas, y las diversas lenguas cuentan con una variedad que se considera el estándar culto. Lo que argumento es que no se precisa una institución oficial para determinar cuál es éste estándar culto, puesto que es algo que surge espontáneamente de la propia lengua, y que cambia bastante rápido.

    (c) En relación con lo anterior, la misión de la R.A.E. no es reflejar cuál es el estándar culto de la lengua española en un momento dado, sino determinarlo, desde unas posiciones que no son ni científicas ni mínimamente objetivas (no voy a entrar en cuestiones políticas).

    (d) Los estudios lingüísticos serios son efectivamente de carácter descriptivo. La R.A.E. no realiza estudios lingüísticos serios.

    (e) Actualmente, no existe ningún diccionario de español competente. El María Moliner, aunque marginalmente mejor que el de la Academia, no es un buen diccionario tampoco.

    (f) Creo que la primera línea de mi post avisaba sobre la “chabacanería” que se avecinaba, y éste es mi blog. Se llama libertad de expresión.

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  3. Otras lenguas también tienen sus propias academias, el francés tiene a la Academia francesa, el italiano y el portugués también, que el inglés no, pues es su idioma.
    Además el diccionario de la RAE se va actualizando, poco a poco, por supuesto.
    Y, viendo el diccionario de la RAE, me encontré que sí tiene a la palabra hall, y otros anglicismos, eso demuestra que se actualiza de poquito en poquito, tampoco hay que meter todas las palabras de golpe. Cada quien es libre de pensar lo que quiera.

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  4. Pablo (pablomorgue@gmail.com)16 de febrero de 2010, 17:15

    Muy buenas a todos.

    Me parece muy lícito lo que peslemesle quiere decir; sin embargo reconozco que entre tanta salida de tono cuesta descifrar el mensaje (esperemos que cuides más tu lengua a la hora de hacer traducciones y "libros de poemas", porque así no te vas a ganar a los editores por mucho que prediques que "el que avisa no es traidor").

    Estoy de acuerdo con que el diccionario de la RAE es una porquería. Primero, porque está plagado de redundancias cíclicas, algo que me fastidia mucho, a saber (y cito textualmente un ejemplo de una palabra que he tenido que buscar esta mañana):
    CONCRECIÓN: Acción y efecto de concretar
    CONCRETAR: Hacer concreto
    (este mismo ejemplo en el diccionario de Manuel Seco:
    CONCRECIÓN: Reducción a lo esencial o a lo preciso de un asunto o materia.
    CONCRETAR: Hacer concreta o precisa alguna cosa.)

    Por otro lado, Rafa, si de verdad estás en contacto con el mundo de la lengua española o de la traducción tendrías que reconocer que el diccionario de la RAE ha acabado teniendo un carácter prescriptivo yo creo que bastante fuerte. Tal vez sea por culpa de los usuarios, que le hemos dado mayor peso del que pretendía tener, tal vez sea por culpa de los círculos intelectuales españoles, no lo sé; pero creo fielmente que el diccionario de la RAE es para muchos una especie de decálogo de la lengua castellana del que un "buen hablante" no puede desviarse, so pena de ser considerado poco menos que un iletrado o de ser desestimado.

    Además, aunque con algunas reservas, suscribo la denuncia de determinados grupos contra la abundancia de lenguaje sexista, racista y homófobo, entre otros, del diccionario de la RAE. Pienso que su conservadurismo es bueno cuando tiene por objetivo evitar que determinadas modas, efímeras, entren a formar parte del corpus oficial de la lengua, porque si no se convierte en la casa de tócame Roque y pierde credibilidad y rigor. Sin embargo, la sociedad de hoy es mucho más plural que la que redactaba --y por desgracia sigue al cuidado de-- el diccionario. Muestra de ello es que en toda la historia no ha habido más que cuatro mujeres académicas de la lengua; la última, por cierto, es desde el año pasado Inés Fernández Ordóñez, a la que tuve con gran placer como profesora en la Autónoma. De hecho, Rafa, posiblemente tú también.

    El caso: a pesar de faltas como estas, el diccionario de la RAE y la institución en sí se llevan todo el prestigio de la edición lexicográfica en castellano. De hecho, no muchas más personas de las que trabajamos directamente con la lengua conocemos otros diccionarios y somos capaces de llamarlos por el nombre de su autor y no por el de la editorial --Vox, Larousse, Sopena, etc.--. Creo que esto no hace justicia ni al buen trabajo de esos autores, ni a la sana competencia, ni a la lengua española, cuya riqueza queda menguada, como truncada, cuando no se sabe plasmar correctamente en una obra de primera referencia --o que se pretende como tal--.

    Y bueno, hasta aquí mi reflexión. Seguid comentando y discutiendo, que discurrir es muy sano.

    Saludos para todos.

    Pablo.

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