BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











martes, 10 de mayo de 2011

Nada grave que decir

O, mejor dicho, todo lo grave que se puede decir... antes de abandonar este mundo. El testimonio final de Ángel González supone una rúbrica de matices existencialistas en el contenido y minimalistas en la forma.

Veintisiete poemas, tan breves como enjundiosos, articulan este hermoso conjunto de verdades amargas y pesimistas, a la vez que serenamente resignadas en la medida en que el autor presiente el final de su vida sin la esperanza de encontrar algo al otro lado.

Esa actitud general manifiesta, sin embargo, muchos matices: desde el alivio ("Lo había perdido todo:/ amor, familia, bienes, esperanzas./ y se decía casi sin tristeza:/ ¿no es hermoso, por fin, vivir sin miedo?") hasta la hipocresía ("Yo soy un fingidor: yo, no el poeta./ Ahora habla el hombre:/ sí, soy un fingidor./ Ved mi sonrisa."), pasando por el consuelo que proporciona la lectura ("...¿Por qué lloras, si todo/ en este libro es de mentira?/ Y él respondió:/ lo sé;/ pero lo que yo siento es de verdad."). El esencialismo que domina el universo lírico de este conjunto de poemas se manifiesta, igualmente, como un intento último por aferrarse a lo poco que nos queda, cuyo valor no es tan material como temporal, porque, precisamente, eso es lo que nos falta: tiempo ("Lo que queda/ -tan poco ya-/ sería suficiente/ si durase."). No faltan ciertas reminiscencias estilísticas comunes con el grupo poetico de los cincuenta, como es el distanciamiento irónico, en este caso, de una crudeza abrumadora:

Hay que ser muy valiente para vivir con miedo.

Contra lo que se cree comúnmente,

no es siempre el miedo asunto de cobardes.

Para vivir con miedo,

hace falta, en efecto, muchísimo valor.

La tradición literaria también está presente en estas páginas. los ecos del Machado de los proverbios y cantares resuena en alguna de ellas:

La fatiga

no está en los ojos que miran,

está en todo lo que ven.

¿Se pueden transmitir más sabiduría y emociones en menos espacio que aquel al que dan lugar estos veintisiete brevísimos poemas? La obra póstuma de Ángel González es un magnífico ejemplo de aquella gran verdad acuñada por Gracián, según la cual lo bueno, si breve, dos veces bueno.

2 comentarios:

  1. ¿Por qué lloras, si todo
    en este libro es de mentira?
    Y él respondió:
    lo sé;
    pero lo que yo siento es de verdad.

    ¡Genial!
    Entiendo bien esa pena y la sensación de no querer terminar un libro para no tener que decirle adiós a sus personajes...precioso...

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