BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 15 de junio de 2011

El derecho a abandonar un libro

Se trata de uno de los diez derechos del lector incluidos por Daniel Pennac en su obra Como una novela, y que, últimamente, estoy ejerciendo demasiado. Las víctimas han sido, en este caso, Temor y temblor, de Soren Kierkegaard, y Diccionario Filosófico, de Voltaire.

La obra del filósofo danés me parece un cúmulo de divagaciones desordenadas, y muy pesadas algunas de ellas, que no me parece que conduzan a ninguna parte. Empieza comentando el pasaje bíblico en el que Dios ordena a Abraham sacrificar a su hijo Isaac para poner a prueba su fe. A partir de ahí, empieza a soltar parrafadas a cuál más aburrida, sin ton ni son, y recurriendo a ejemplos tan rebuscados y forzados como totalmente faltos de elocuencia, amenidad y sentido. No sé si la culpa es de la traducción, de la edición (formato digital) o mía. No sé si es que no he sabido apreciar la prosa y el contenido de ésta, la obra más representativa del existencialismo filosófico.

En cuanto al Diccionario Filosófico del escritor francés, tengo que decir que, en mi humilde y modesta opinión, ni es un diccionario ni es filosófico. El autor se limita a elaborar una lista, totalmente arbitraria, de palabras y expresiones (la primera "entrada" del diccionario es abad, y la tercera... ¡abejas!) y a divagar sobre ellas. Al igual que me ha sucedido con la lectura truncada y frustrada del danés, como lector no me he sentido motivado ni entusiasmado. Voltaire es muy erudito, pero no sabe encauzar esos conocimientos. No tiene claro, o no lo tengo yo, lo que pretende comunicar a sus lectores: dice de todo, pero nada concreto. Lo único que he sacado en limpio es su ateísmo y la ironía con que lo expresa. Sin embargo, no ha sido suficiente.

La pregunta es la siguiente: en casos como estos, ¿de quién es la culpa: del autor o del lector? Evidentemente, uno, que no es nadie, se culpa a sí mismo. ¿Cómo va a ser Voltaire el que no sabe escribir? ¡Eres tú, necio más que necio, el que no lo has entendido, por supuesto! Si el Diccionario Filosófico está considerada como una de las obras más importantes de la Ilustración francesa, por algo será. Pero, si a mí no me ha gustado, por algo será también. Quizá no es que yo no haya estado a la altura como lector. Es posible que, sencillamente, no era lo que yo estaba buscando. En este caso, autor y lector no hemos conectado, no hemos alcanzado esa complicidad intelectual y estética que constituye la apreciación plena y total de una obra de arte. Pero esto no tiene por qué ser malo ni tiene por qué haber un culpable. En realidad, se trata de los gustos de cada uno. Y esto es como dejar a medias un plato de comida: es una verdadera lástima, pero si lo has probado y no te ha gustado, ¿para qué lo vas a seguir pasando mal sin necesidad?

2 comentarios:

  1. CAS:


    La culpa es de la falta de conexión entre lector y autor, pero de ninguno por separado. Aunque hay autores que se las buscan...
    Yo abandoné La Regenta...supongo que me comprenderás...es infumable...
    Hay tantos libros y tan poco tiempo...descartemos aquellos que no estén hechos para nosotros, ¿no?

    TAM

    ResponderEliminar
  2. Mujer:Ser de cabellos largos e ideas cortas. Kierkegaard

    ResponderEliminar