BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











viernes, 23 de marzo de 2012

La inocencia

Llovía. Llovía a cántaros. Pero a ella no le importaba mojarse. Al contrario. Ella quería mojarse, porque, para ella, lo más inocente y lo más puro del mundo era la lluvia. Cada vez que la lluvia hacía acto de presencia, era como si a Dios le diera por pegarle un manguerazo al mundo, como a un coche en un túnel de lavado, para eliminar todas las impurezas y las miserias de la humanidad, cuyo traje se ensuciaba con demasiada frecuencia, pues las flaquezas de los hombres no están hechas para las tantas piedras y obstáculos con los que nos topamos continuamente en el camino de la vida.

Por eso, cuando empezó a llover, toda la gente que se encontraba alrededor corrió desesperadamente en busca de refugio, excepto ella, que permaneció quieta, abrió los brazos, cerró los ojos, abrió la boca y alzó la cabeza hacia el cielo para sentir toda la plenitud de aquellos instantes, para ella, maravillosos. Quería pensar que los demás huían de la lluvia porque no tenían sus conciencias tranquilas, porque mojarse, entrar en contacto con el agua y sus propiedades, la pureza, la transparencia y la sencillez, era como someterse a un juicio espontáneo y repentino a los hombres por parte de la madre naturaleza y que, por eso, los demás huían, en un acto de cobardía moral. Sin embargo, ella se sentía tan limpia, tan cándida y tan inocente, que entrar en contacto con la lluvia, dejarse mojar y poseer por su frescura, era como reencontrarse consigo misma.

El problema es que la lluvia, su amada lluvia, le caló tan hondo, tan hasta el fondo de sus entrañas, que le provocó una gripe con unas fiebres altísimas. Tan altas, que tuvo que ser ingresada en un hospital, pero los médicos no pudieron hacer nada.

El de ella había sido un espíritu tan inocente, que la misma inocencia quiso llevársela consigo para que las miserias de este mundo no la contagiaran y terminaran por convertirla en otro ser humano del montón, con su montón de miserias y corazones sucios.

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