Él era compañero de la luna,
y enemigo del sol.
La noche, alas le daba...
Pero el sol le imponía cadenas y barrotes.
El brillo de la luna
le animaba a asomarse a la ventana,
y los rayos del sol
le hacían esconderse:
quería pasar desapercibido
entre sus semejantes.
Sin embargo, sabía
que el sol formaba parte de su mundo,
y tuvo que seguirle la corriente,
como una hoja que cae desde lo alto
de la copa del árbol más hermoso
y se ve condenada
a dejarse llevar
por el gregario cauce del río de la vida
hasta el frustrante océano
en que todo concluye.
miércoles, 28 de marzo de 2012
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"La noche, alas le daba...", suenas lorquiano en algunos versos, poeta ;)
ResponderEliminar¡Besos!
CAS:
ResponderEliminarVampírico...
Estrellado...
Luciernagoso...