BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











martes, 20 de marzo de 2012

El desorden cotidiano (5)

Augusto se movía a golpes de inspiración, lo cual implicaba un aspecto positivo y otro, negativo. Lo positivo consistía en que, cuando se sentía inspirado, daba lo mejor de sí mismo, y en todos los aspectos: se encontraba bien consigo mismo y con los demás, y todo cuanto le rodeaba le hacía sentir una plenitud vital absoluta y satisfactoria, y en cuyo estado todo lo que hacía, todo lo que pensaba era bueno, o, al menos, esa era la sensación que él experimentaba. De este estado de frenesí vital, la mayoría de las veces, surgían poemas, artículos de opinión o piezas teatrales que iba recopilando para reunirlos, posteriormente, en forma de libro.

Digamos que su inspiración podría describirse como el típico estado de propensión a la creación artística y que, en el caso de Augusto, se le hacía extensivo a los demás aspectos de la vida... mientras duraba, claro. Porque el aspecto negativo de la cuestión radicaba en que, cuando la inspiración se hallaba ausente de su espíritu y de su ánimo, es cuando salían a relucir esos defectos que tanto detestaba de sí mismo: inconstancia, impaciencia, cierto estado de veleidosa indecisión que le hacía sentir algún capricho por empezar alguna actividad para, luego, dejarla a medias, sin terminar.

Respecto a esto último, a veces sentía motivos para preocuparse, porque es cierto que, después de treinta años de vida, había dejado demasiadas cosas sin terminar. No eran cosas que determinaran su forma de vida, ni su sustento, ni su porvenir, de modo que tampoco había tenido repercusiones graves el haber dejado a medio hacer la tarea de turno que hubiera empezado a realizar. Pero sí le preocupaba el hecho de que el número de este tipo de asuntos que había dejado pendientes, o simplemente cancelados, fuera tan elevado. No obstante, se consolaba pensando que, al menos, lo esencial de su vida sí lo había cumplido, como sacarse la licenciatura universitaria y aprobar las oposiciones. Lo único en lo que mantenía una constancia a prueba de bombas eran, como siempre, sus hábitos de lectura. No le importaba tanto pecar de inconstancia a la hora de escribir, porque consideraba que leer era mucho más importante. Tenía mucho que aprender antes de empezar a transmitir sus ideas a la humanidad. Quería aprender todo lo posible de la humanidad antes de mostrarle los frutos de su aprendizaje, como un discípulo que quisiera sacar todo el partido posible a las enseñanzas de su maestro. Quería estar a la altura de la humanidad y de las virtudes de sus semejantes, especialmente de aquellos a quienes más admiraba.

1 comentario:

  1. CAS:


    Puede que no te hayan condicionado la existencia, pero eran cosas buenas que dejaste tiradas por el camino, que te hubiesen aportado resultados futuros, oportunidades...sabes a qué me refiero...como tú dices, le has dado de comer a la UNED, a la UOC, a la autoescuela LLAMAS...y así un largo etc...qué pena :(

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