BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











sábado, 10 de septiembre de 2011

El dilema de Salónica

Nuevos disturbios sociales se están produciendo en esta ciudad griega, debido a la nueva oleada de medidas antisociales decretadas por el FMI para el rescate financiero de Grecia. Papandreu dice que vale la pena hacer un esfuerzo como éste para permanecer en el euro. Eso es lo que opina él, pero, ¿estarán de acuerdo los demás ciudadanos griegos? Qué fácil es hablar de la necesidad de hacer sacrificios desde la comodidad y seguridad de que otorga un cargo de primer ministro. El señor Papandreu no se va a quedar en la calle y no va a tener que irse a vivir debajo de un puente, pase lo que pase. Pero quizá muchos de sus conciudadanos sí tengan que hacer eso cuando ya no les quede absolutamente nada a causa de los recortes sociales decretados por el gobierno. ¿Les merece la pena a ellos, no al presidente del gobierno, seguir en el euro? ¿Realmente esta continuidad monetaria va a compensarles algún día por todo lo mal que lo están pasando en estos momentos?

¿Qué pasaría si Grecia abandonase el euro y volvieran a acuñarse dracmas? De momento, recuperaría ciertos márgenes de soberanía en el terreno de la economía. Podría controlar los tipos de interés y de cambio de divisas. El Estado podría poner en circulación la cantidad de dinero necesaria para financiarse y superar el déficit (según la doctrina de Vicenç Navarro). Y Grecia podría salir adelante sin tener que plegarse a los deseos del capitalismo financiero, podría proteger el estado de bienestar... si abandonara el euro, claro. ¿Y si lo abandonásemos todos? ¿Y si volviéramos a nuestras antiguas monedas? ¿Y si suprimimos el Banco Central Europeo? ¿Y si recuperamos nuestra soberanía monetaria? Quizá mejorarían las cosas. Quizá el euríbor no sería tan caprichoso. Es más: ¿existiría el euríbor?

El dilema de Salónica consiste en dos alternativas. La primera es tragar lo que les manden sin protestar; la segunda, hacer lo mismo, pero haciéndose oír, que es precisamente, lo que están haciendo. Como escribió Blas de Otero, "si he perdido la vida, el tiempo, todo/ lo que tiré, como un anillo al agua,/ si he perdido la voz en la maleza,/ me queda la palabra". A los griegos todavía les queda la palabra, que no es poco. Lo malo es que no da para vivir. Quizá preferirían tener más dinero y menos palabras, pero eso ya sería populismo, y, en comparación con eso, sí que conviene seguir en el euro.

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