BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











martes, 13 de septiembre de 2011

La redención del comunismo 3 (el abuso de la propiedad privada)

El comunismo que yo defiendo no está en contra de la propiedad privada, sino del abuso de ella por parte de los ricos, pues en esto, y no en otra cosa, consiste el capitalismo. Este sistema va contra la idea del bien común y cultiva un individualismo materialista en el peor de los sentidos, puesto que ya del individualismo renacentista que dignificaba al ser humano mediante la práctica y desarrollo de todas sus potencialidades físicas, afectivas e intelectuales, sólo queda la parte más banal y prosaica, aquella que es objeto de mercadeo, de compraventa, de beneficio económico. El ser humano parte del sometimiento feudal durante la Edad Media, alcanza su propia liberación en el Renacimiento, vuelve a ser presa de las tiranías del Antiguo Régimen y termina alcanzando el estatus de la época contemporánea en dos fases: la primera de ellas, nuevamente revolucionaria (EEUU, 1776, Francia, 1789, etc.), y, por último, con la Revolución Industrial y con la burguesía erigida en el nuevo elemento opresor, en este caso, del proletariado, que es la clase social surgida de la industrialización.

Asistimos, por tanto, a la evolución del concepto individualista, que, visto lo visto, más se parece a un proceso de degradación que de evolución propiamente dicha, puesto que, en la época actual, no se produce un desarrollo positivo de este fenómeno, sino todo lo contrario: nos encontramos con un retroceso en todos los términos que afectan a la idea del individualismo como sinónimo de libertad humana, de derecho al libre desenvolvimiento de la persona en todas las esferas de su vida. Se produce, en la actualidad, un fenómeno de pérdida de libertades individuales debido a las directices del mercado y todo lo que conlleva: obsesión por la obtención de beneficios a toda costa, por la acumulación de capitales, por sacar el máximo partido de cualquier iniciativa empleando los mínimos costes posibles.

Esto conduce, inevitablemente, a la existencia de desigualdades sociales y, por tanto, al aumento de la distancia entre unas clases sociales y otras, cuando uno de los objetivos del comunismo es la abolición de las diferencias, que son las que causan que unos individuos, los pertenecientes a las clases más acomodadas, subyuguen a los individuos de las clases más desfavorecidas. Estos últimos, como consecuencia de este sometimiento al que se ven destinados, pierden casi todas sus esferas de libertad al tener que dedicar la mayor parte de su existencia a trabajar mucho cobrando lo mínimo, precisamente, para que aquellos individuos privilegiados ven cada vez más aumentadas sus propiedades y sus beneficios particulares.

No se trata, por tanto, de suprimir la propiedad privada, lo cual conllevaría eliminar algunas parcelas de libertad individual que son absolutamente imprescindibles para que cada persona mantenga su propia identidad, su carácter, sus gustos personales sobre toda clase de elementos externos e internos, así como su derecho a decidir por sí misma sobre cualquier cuestión que afecte a todas estas cosas. Se trataría de impedir los abusos a que la propiedad privada es sometida por parte de quienes no miran más que por su propio beneficio, lo cual pasa, como dijo Marx, por hacer colectivos los medios de producción, de manera que se unan las fuerzas del capital y las fuerzas del trabajo, tratando de integrar a aquéllas en el seno de éstas, siempre de forma pacífica y dialéctica, para beneficio de ambas en particular y de toda la comunidad en general, y que, de esta forma, el producto fabricado o elaborado por el obrero (los bienes de consumo) se convierta en elemento de disfrute totalmente suyo.

Este sistema evitaría todo tipo de injusticias y desigualdades, y todo el mundo disfrutaría de propiedad privada por el hecho de ser, cada individuo, único dueño de los frutos de su trabajo y de su esfuerzo. Fíjese el lector en la manera en que el comunismo no sólo no va contra la propiedad privada, sino que, además, considera su existencia como una condición esencial para el predominio de la equidad y la justicia en el seno de cualquier sociedad libre y democrática.

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