BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











miércoles, 17 de julio de 2013

El desorden cotidiano (56)

Quien mucho abarca, poco aprieta. Así se podía definir el espíritu de Augusto, que sufría una especie de trastorno de déficit de atención e hiperactividad, porque no podía centrarse en una sola cosa. Era incapaz de hacerlo. Le costaba un auténtico horror, y es que puede que aún conservara ese espíritu curioso que nace en la infancia, y que consiste en que todo o casi todo es motivo de atracción, de atención, de curiosidad y de estudio para, en un momento dado, llegar a convertirlo en conocimiento, sabiduría y, por tanto, una forma más de enriquecimiento personal.

Augusto reconocía que, desde el punto de vista práctico, esta actitud constituye un lastre, puesto que empezar a hacer muchas cosas a la vez para no terminar ninguna de ellas resulta ser lo más inútil del mundo. Sin embargo, "algo queda", decía Augusto, refiriéndose a la experiencia de haberlo intentado, aunque el intento hubiera terminado en fracaso. Y es que él prefería, al menos, experimentar un poco de cada alternativa que la vida le ofrecía para así, luego, hacerse con una visión global del conjunto, porque, si había algo que él odiaba, era eso que algunos denominan "especialización", y que consiste en saber mucho de una cosa y no saber nada del resto. O, como decía su padre, "te especializas en quitar tornillos, pero luego no sabes cómo ponerlos, o al revés".

Por esta razón, él se sentía orgulloso de ser un caótico en ese sentido, porque ese caos no era sino el fruto de su espíritu abierto, curioso y extremadamente inquieto. De hecho, Augusto sentía lástima y, a veces, incluso desprecio, hacia aquellas personas que se empeñaban en limitarse a desarrollar una única faceta de su existencia y despreciaban, por parecerles una inútil pérdida de tiempo, la riqueza y fascinante complejidad de las demás facetas de todo lo que la vida nos puede ofrecer.

En suma, sí: es cierto. Es cierto, pensaba Augusto, que quien mucho abarca, poco aprieta. Pero también es cierto que quien abarca poco para poder apretar mejor, se está perdiendo muchas cosas que no por menos apretadas son menos importantes. Si nos va la vida más en apretar que en abarcar, entonces vale. Pero, si el abarcar es una cuestión de pasatiempo, de enriquecimiento personal al margen de lo profesional, entonces Augusto no tenía ningún inconveniente en reafirmar su defecto congénito de querer abarcar mucho aunque le faltaran fuerzas para apretar como es debido. "El día en que llegue a conformarme con lo apretado sin importarme lo abarcado, habré perdido toda la ilusión por vivir", decía siempre.

1 comentario:

  1. Ojalá yo recuperase un poquito mi don perdido dr la concentraciòn feroz y la disciplina sin excusas para el estudio. Pero ya sé lo que me vas a decir, que estamos de vacaciones. Y si hoy leo un ratito y mañana otro pues ya son dos, y si no, no voy a perder mi trabajo por eso, ¿no? En fin...tú no te líes. Disfruta y relájate, que es lo que toca. Tqm

    ResponderEliminar