BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











lunes, 22 de julio de 2013

El desorden cotidiano (73)

Cuba es la excepción, el único punto del programa electoral de Izquierda Unida con el que Augusto estaba en desacuerdo. Todas las demás propuestas de dicho programa son las mismas que Augusto sugeriría llevar a cabo para solucionar todos los problemas económicos y sociales que actualmente nos amenazan, afectan y perjudican. Se trataría de recuperar el estado de bienestar y la capacidad de decisión del ciudadanos sobre los asuntos que le afectan, que, en política, son todos. Pero no sólo se trata de recuperar dicho estado, sino, además, de hacerlo en condiciones: devolviéndole al Estado la gestión de todos los sectores estratégicos que están, actualmente, en manos de la empresa privada (electicidad, telefonía, navegación aérea y transportes, en general). Y esto no es otra cosa que devolverle al estado de bienestar lo que es suyo, o sea, lo que es de los ciudadanos, que son los que pagan impuestos por el sueldo que obtienen de su trabajo, a diferencia de los especuladores, que se forran sin mover un dedo, esos mismos ciudadanos, que también son, somos, los que votamos y elegimos a nuestros gobernantes para que gobiernen por y para nosotros, y no para esos especuladores que viven del cuento.

Pero, para Augusto, Cuba era la excepción. Y es que Cuba sigue siendo la gran asignatura pendiente del nuevo comunismo. Es uno de los últimos restos del "socialismo real", ese inmenso lastre histórico que está impidiendo a los comunistas empezar desde cero y quitarse de encima el peso simbólico de figuras como la de Stalin. El problema, sin embargo, está en que muchos comunistas no quieren librarse de esa influencia, porque se siguen identificando con ella. Y realmente no se sabe si esto les sucede por orgullo, por ignorancia o por pura y simple maldad. Augusto consideraba evidente que, sabiendo lo que se sabe a estas alturas de la Historia, nadie puede seguir defendiendo el modelo soviético y sus allegados sin incurrir en la más absoluta deshonestidad intelectual. Y, aun así, eso es lo que siguen defendiendo muchos comunistas, lo cual había llevado a Izquierda Unida a incluir en su programa electoral para el 20-N la supresión de la Posición Común de la UE respecto a Cuba.

Como ya sabemos, la llamada "posición común" consiste en condicionar las relaciones diplomáticas entre los países de la Unión Europea y el gobierno de Cuba al hecho de que los mandatarios caribeños lleven a cabo políticas favorables a las libertades democráticas básicas, como la de expresión, reunión y asociación, las cuales, como también sabemos, llevan brillando por su ausencia en el gobierno de la isla casi desde que Fidel Castro llegara al poder. Esta postura, a mí, personalmente, no me parece en absoluto descabellada. Todo lo contrario: la encuentro muy razonable, incluso necesaria. Y, por esta razón, Augusto no estaba de acuerdo con la postura oficial de Izquierda Unida sobre esta cuestión.

Mienstras Cuba siga siendo una dictadura, Cuba seguirá siendo un enemigo de la democracia, y todo aquél que se considere verdaderamente demócrata deberá ver al gobierno cubano como un enemigo. Todo lo que no sea esto, no será otra cosa que manifestar dobleces e hipocresías. Y, en esta cuesión, Izquierda Unida se sigue mostrando de esa manera: doble e hipócrita. Es una verdadera lástima, pero qué le vamos a hacer, pensaba Augusto. Nadie es perfecto.

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