BLOG DE RAFA PARRA SOLER

De vocación, poeta, ensayista y dramaturgo.











lunes, 22 de julio de 2013

El desorden cotidiano (74)

Una de las teorías económicas que Augusto había elaborado a base de lecturas, reflexiones y un alto grado de intuición (que podía estar más o menos acertada o equivocada) estaba relacionada con las llamadas SICAV's (Sociedades de Inversión de Capital Variable), que son los instrumentos mediante los cuales se ponen de manifiesto los desmanes del capitalismo financiero y especulador al fomentar la codicia de querer obtener un elevado rendimiento de cualquier clase de producto por la vía de la cotización bursátil o cualquier otra directamente relacionada con la usura.

Para empezar, Augusto pensaba que las rentas del capital no deberían existir, pues son la base de la especulación que ha causado las peores recesiones de la historia del capitalismo, desde el crack del 29 hasta la crisis actual, pasando por la otra crisis, llamada "del petróleo", acaecida en 1973 y provocada por los países miembros de la OPEP.

Keynes definió el funcionamiento de los mercados como un continuo vaivén cíclico de expansiones y contracciones. Cuando se producen las primeras, en tiempos de prosperidad económica, se supone que no hay problemas, o los hay en menor medida, porque hay consumo, pleno empleo e inversiones. Sin embargo, en épocas de recesión, como la actual, lo único que hay es escasez, lo cual paraliza la actividad económica, y se produce un efecto dominó desastroso cuyas consecuencias afectan mayormente a la clase media, que es la clase social que tributa por las rentas del trabajo, y que paga los platos rotos por los que tributan por las rentas del capital, que son los que provocan todas las crisis, o la mayoría de ellas, con sus tareas especulativas.

Y es por esta razón que Augusto creía que, si los ciclos de recesión económica constituyen un elemento estructural de la economía de mercado, que es la nuestra, ya que no va a llegar la revolución proletaria para cambiar las cosas, al menos deberíamos tomar algunas medidas, entre las cuales Augusto proponía la supresión total de las rentas del capital. Si se acaba con la especulación, los ciclos de recesión que vinieran a partir de ahora no serían tan perjudiciales y destructivos, entre otras razones, porque estarían causados por razones más empíricas, por cuestiones relacionadas con la producción de bienes y servicios tangibles, y con la oferta y demanda de tales productos. Y, al ser la raíz del problema más visible, también serían más visibles las posibles soluciones.

 Ya que es imposible suprimir las rentas del capital, Augusto tenía una propuesta alternativa, consistente en calcular el Producto Interior Bruto que representen estas sociedades en concepto de beneficios obtenidos y dividir dicha cifra por la mitad, y que esa mitad resultante sea el porcentaje al que debe tributar dicha sociedad capitalista. Si, por ejemplo, la empresa X obtiene al año unos beneficios que representan un 20% del PIB, en tal caso, dicha empresa deberá tributar a un 10%. De tal manera, la ley resultaría equitativa: la mitad de los beneficios se la llevan sus inversores, y la otra mitad se la queda el Estado.


A través de este método de tributación compartida, pensaba Augusto, las rentas del capital, o lo que es lo mismo, las prácticas especulativas, podrían llegar a causar menos daño a la economía, e incluso, favorecerla, mediante una tributación  más justa con la consiguiente repercusión positiva en las cuentas del Estado.

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